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 La globalización ha traído, entre otras cosas, la interconexión de las economías de todos los países, haciendo prosperar las relaciones financieras entre ellos. Todas las transacciones económicas que se realizan entre un país y los demás, en un período determinado (habitualmente un año), formarán parte de un registro contable, a modo de libro mayor, que recoge toda la información sobre ventas y compras de bienes y servicios, movimientos de capitales y otros conceptos. Ese documento contable es lo que se denomina Balanza de Pagos. Los datos ahí reflejados forman parte de un indicador macroeconómico que indica fidedignamente cuál es la situación económica de un país de una manera general, permitiendo conocer los ingresos que recibe del resto y los pagos que realiza el país a los otros, mediante importaciones y exportaciones de bienes, servicios, capital o transferencias en un periodo delimitado de tiempo. Su importancia radica en la fotografía del momento, permitiendo analizar las relaciones entre un país y el exterior donde se ve claramente si un país está en equilibrio monetario relacionando sus ingresos con sus pagos.


La opción ideal sería que la Balanza de Pagos fuese igual a cero. Pero puede ocurrir que los ingresos superen a los gastos, en este caso estaríamos hablando de un superávit o, en el caso contrario, déficit. Los datos siempre están referidos a todas las operaciones del país, sin importar si han sido realizadas por el sector público o el privado, por las empresas o de forma personal.

Los ejecutores de realizar estos registros de datos son los Bancos Centrales de cada país en coordinación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que este último es el que se encarga de dar las órdenes oportunas para conseguir que las estadísticas sean lo más coherentes posibles y sirvan de comparación con los estudios de otros países. El primer manual que publicó el FMI fue en 1948 y ya va por la sexta edición al ir incorporando nuevas pautas según ha ido pasando el tiempo y evolucionando la vida.

La Balanza de Pagos se estructura en cuatro cuentas principales: Balanza por Cuenta Corriente, Balanza por Cuenta de Capital, Balanza por Cuenta Financiera y Cuenta de Errores y Omisiones.

Balanza por Cuenta Corriente. Mide el flujo de bienes y servicios que entran y salen de un país. Si se importa más de lo que se exporta habrá un déficit por Cuenta Corriente. Porcentualmente es la balanza más importante para conocer el estado de la economía de un país. A su vez, se subdivide en cuatro cuentas: Balanza Comercial (compra y venta de mercancías), Balanza de Servicios (transacciones de servicios), Balanza de Rentas (rentas percibidas y rentas que se envían) y Balanza de Transferencias (transferencias corrientes entre residentes y no residentes).

Balanza por Cuenta de Capital. Registra las transferencias por importación y exportación de títulos de propiedad públicos o privados incluyendo los productos no financiados.

Balanza por Cuenta Financiera. Recoge las operaciones de carácter financiero representadas en las cuentas corrientes y de capital que se efectúan en el país desde el extranjero y las que efectúa el propio país fuera de él.

Cuenta de Errores y Omisiones. Sirve para realizar las correcciones técnicas ante la dificultad de calcular las cantidades totales y exactas de las entradas y salidas de capital, corrigiendo el superávit o déficit de la Balanza de Pagos.

El resultado final de la Balanza de Pagos puede ser positivo (superávit: cuando los flujos de dinero son superiores a los de salida) y negativo (déficit: cuando sale más dinero que entra). Independientemente del resultado final, siempre existirá un equilibrio ya que unas cuentas se encargan de compensar las otras. Si un país tiene más compras que ventas, ese desfase hay que rellenarlo con dinero que habrá que conseguirlo de alguna manera: con inversiones o con deuda.
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