Dice nuestro Código Penal en su artículo 248 que “cometen estafa los que, con ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante para producir error en otro, induciendo a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno (…) los que, con ánimo de lucro y valiéndose de alguna manipulación informática o artificio semejante, consigan una transferencia no consentida de cualquier activo patrimonial o perjuicio en otro (…)”.
Por desgracia, parece que ya nos hemos familiarizado con este tipo de estafas y cuando, de repente, surge una en las noticias, nos lamentamos pues directa o indirectamente nos afectará a nuestras inversiones, aunque no estemos invertidos en los productos o activos que formen parte de la estafa en cuestión. Son, como decía, “las desventuras del pequeño inversor” aunque ha habido estafas que han afectado a grandes, pequeños, sabios, pobres, ricos, incautos y no tan incautos. Siempre se tuvo el sentimiento de que estas estafas solo entraban en la casa de los que carecían de conocimientos financieros hasta que llegó Bernard Madoff y dijo: aquí estoy yo para desmontar ese mito. A partir de él, la idea cambió y ahora nadie está libre.
¿Y por qué? Pues porque el ahorrador-inversor, cuando no encuentra productos con una rentabilidad medianamente aceptable, busca otro tipo de inversiones que, en apariencia y de forma más fácil que la renta variable, genere mejores retribuciones. Si esto se adereza con el comentario generalizado del “boca a boca” el terreno está ya abonado y preparado para la tan temida estafa piramidal.
Antes de entrar en materia quiero aclarar que una estafa piramidal no es una burbuja. La burbuja forma parte de un Mercado donde los precios son siempre crecientes (por todos conocida la burbuja tecnológica, vivienda, tulipanes, etc.). En una burbuja no siempre existe el fraude porque se vende al precio que el comprador está dispuesto a pagar con el deseo de que siga subiendo y obtener beneficios. Los beneficiados en este caso son siempre los vendedores. Cierto que se pueden inflar los precios y así conseguir que el “tonto” sea el último que se quede con la compra al mayor precio sin luego encontrar comprador al estallar la burbuja que se formó.
Una estafa piramidal o esquema Ponzi es esa inversión, que, aunque tenga una actividad aparentemente real, los beneficios de unos inversores provienen del dinero que invierten otros inversores. Por lo tanto, se trata de un sistema donde las ganancias que obtienen los primeros inversores provienen del dinero que aportan los nuevos inversores que entran en el sistema piramidal. Está claro que para mantener este ritmo de plusvalías es necesario que siempre sea creciente el número de “inversores novatos”. Los primeros inversores, los beneficiados de esta trama, suelen retirarse a tiempo obteniendo así el beneficio que luego se irá transmitiendo por el “boba a boca”. Los perdedores, lógicamente, serán los últimos en llegar pues al desmoronarse la pirámide caerán sobre ellos todos los perjuicios a modo de grandes piedras directamente proporcionales a la inversión realizada.
Inicialmente, el sistema funciona a la perfección hasta que la pirámide ha crecido tanto que se hace muy difícil encontrar nuevos incautos para satisfacer las rentabilidades ofrecidas a los primeros. En ese instante, los inversores iniciales recogen su patrimonio y según van desapareciendo y no entrando nuevos partícipes, se descubre la trama, no hay dinero para todos, los últimos lo han perdido porque se lo han llevado los primeros y las personas que forjaron la pirámide desaparecen con el dinero, aunque luego sean juzgados por estafa. Los partícipes de la base piramidal se tiran de los pelos al ver como se ha esfumado su dinero, mientras los partícipes de la cúspide reciben su patrimonio inicial más los beneficios prometidos que ha generado hasta ese momento su inversión.
Existen dos tipos de pirámides: abiertas y cerradas.
- Las pirámides abiertas se producen cuando los participantes conocen el negocio y no deberían considerarse engañados. Ejemplo de éstas es nuestra Seguridad Social: los jubilados (parte alta de la pirámide) cobran sus pensiones de los trabajadores que están en activo (parte baja). Otro ejemplo es la lotería: la aportación de los jugadores (base) será el beneficio que obtengan los premiados (cúspide).
- Las pirámides cerradas o esquema Ponzi se producen cuando existe un dueño que actúa como mediador de una inversión “real” que en el fondo no existe. La rentabilidad y devolución de aportaciones a los inversores iniciales proviene de los nuevos partícipes. El riesgo, en este caso, aumenta cuando crece el número de suscriptores; se llega al punto de que cada vez resulta más complicado encontrar nuevos partícipes que satisfagan la promesa inicial de rentabilidad y reembolso.
Las estafas piramidales también se denominan con el término “esquema Ponzi”. Este nombre se atribuye a Carlo Ponzi (1882 – 1949) que, aunque no fue el primero, en los años 1920 realizó una estafa piramidal alcanzando una repercusión mayor que otras estafas que se cometieron del mismo tipo. Usaba los cupones de respuesta postal internacionales (IRC) que se podían canjear por dinero para responder a las cartas que enviaban los inmigrantes a sus familiares pobres. El IRC tenía un precio de coste en el país de compra, se podía cambiar por cupones del país de envío: en este cambio había un diferencial positivo y es lo que Ponzi usó para crear su propia estafa piramidal ofreciendo rentabilidades de hasta el 50% en 45 días. Los primeros inversores recibieron lo prometido, lo contaron y se creó una avalancha de incautos inversionistas que hasta hipotecaban su casa para obtener tan suculentos beneficios. La trama se descubrió y la pirámide se derrumbó siendo juzgado su creador.
Una estafa piramidal o esquema Ponzi es esa inversión donde los beneficios de unos inversores provienen del dinero que invierten otros inversores.
En España estos esquemas piramidales se conocían con el nombre de “células de la abundancia”. Nuestra representante fue Baldomera Larra Wetoret (1833 – 1915) hija del escritor Mariano José de Larra. Su particular pirámide consistía en que le dejaban una onza de oro y al mes se la devolvería al inversor duplicada la inversión. Su fama se divulgó de tal forma que llegó hasta París y Bruselas.
Más actualmente tenemos tristes ejemplos de casos parecidos como fueron Sofico (1974), Fidecaya (1982), Gescartera (2001) y en el 2006, Fórum Filatélico y Afinsa entre otros.
Pero una de las estafas más representativa, curiosa y mediática fue la de Bernard Madoff que aún la tenemos muy presente. Este señor fue un alto influyente en Wall Street y un alto cargo en el NASDAQ. Su sociedad administraba fondos que retribuían hasta más del 10% y eran administrados por su propia sociedad de gestión. Esta estafa, dije que era representativa, curiosa y mediática porque las víctimas no solo fueron los incautos inversores particulares, fueron también los grandes bancos, fondos de inversión reconocidos, personajes reconocidos por su alto capital, en fin, gente importante a nivel financiero se vanagloriaba de formar parte de tan selecto club de inversión. Nunca se encontró nada sospechoso y denuncias tuvo unas cuantas, pero ninguna auditoría emitió ningún informe de riesgo. A pesar de todo, se convirtió en la mayor estafa piramidal de la historia. En este caso, la causante del desmoronamiento de la pirámide fue la crisis financiera que hizo que muchos inversores solicitaran el reembolso de su patrimonio y, por el contrario, cada vez entraban menos partícipes. Madoff está actualmente juzgado por estafa.