El Líbano es ese pequeño país mediterráneo con un cedro en su bandera y convulsa historia. Las recientes protestas sociales le han vuelto a poner en el epicentro de la atención y por debajo subyace un serio problema económico que está agravado por una de las mayores deudas soberanas del mundo. Quizá el Líbano constituya el canario que nos avisa del peligro que nos aguarda.
En las laderas del monte Líbano, que significa blanco en semítico, crecen los cedros que permitieron a sus habitantes, los fenicios, construir los barcos con los que establecer el primer imperio comercial transmediterráneo en el primer milenio antes de Cristo, fundando Cartago y Cádiz, además de inventar el primer alfabeto del que tenemos noticia. Establecido como país bajo el mandato de Francia en 1920, alcanza su independencia en 1943. Es un país dividido en cinco confesiones principales, los cristianos maronitas, los chiítas, los sunítas, los drusos (secta musulmana), y los cristianos ortodoxos, y por acuerdo decidieron que su presidente debe ser maronita, el presidente del parlamento chiíta, el primer ministro sunita, el vicepresidente del parlamento druso, y el viceprimer ministro ortodoxo. Desde la guerra árabe-israelí de 1948 alberga a varios cientos de miles de refugiados palestinos que formaron su propia milicia de la OLP.
En 1975 estalló una guerra civil de 16 años entre la OLP, los drusos y las milicias musulmanas por un lado, y los cristianos por el otro. Siria envió tropas para defender sus intereses, e Israel invadió el sur del país en 1982. Un contingente internacional para supervisar la retirada de la OLP tuvo que marcharse en 1984 tras un ataque terrorista devastador que causó la muerte a más de un centenar de marines de EEUU. En 1990 se alcanzó la paz con la mediación de la Liga Árabe dejando un país arrasado, con 150 mil muertos, 200 mil heridos y un millón de desplazados. Una de las consecuencias fue que el país dejó de ser mayoritariamente cristiano. Desde entonces el Líbano ha estado siendo reconstruido fundamentalmente con ayuda occidental y de Arabia Saudí. La ocupación siria no terminó hasta 2005, y fue seguida por la guerra del Líbano de 2006 entre la milicia chiíta Hezbollah e Israel.
Desde 2012 la guerra de Siria ha llevado a un millón y medio de desplazados a instalarse en el Líbano, por lo que el número de refugiados se estima en una cuarta parte del total de la población lo que crea una situación económica muy difícil a pesar de la ayuda externa.
El Líbano apenas produce nada. Solo produce el 17% de la comida que precisa y sus exportaciones (principalmente oro, joyas y ordenadores), dirigidas sobre todo al mundo árabe y a Sudáfrica son una quinta parte de sus importaciones. ¿De qué viven los libaneses si compran cinco veces más de lo que venden y la gran mayoría trabaja en el sector de servicios? Los principales ingresos del Líbano provienen de ser un centro regional bancario y comercial, del turismo cuando no están en guerra, la construcción y las remesas que envían sus ciudadanos que trabajan fuera, sobre todo en los países del Golfo. Debido a la importancia de los intercambios financieros para el país, mantiene un tipo de cambio fijo con el dólar (USD). Para mantener dicho tipo fijo Líbano tiene un buen nivel de reservas de divisas y los bancos libaneses tienen fama de sólidos habiendo resistido con nota la crisis bancaria de 2008.
El gran logro de los libaneses ha sido permanecer unidos y desarrollar una identidad nacional a partir de las diferencias sectarias que los dividen profundamente y que han dado lugar a guerras civiles, violencia sectaria, atentados y magnicidios, facilitando invasiones extranjeras. Y es que las distintas sectas luchan por mantener o aumentar su parcela del poder en el país, no por romperlo. Cuando no están luchando el reparto sectario del poder conlleva una gran estabilidad social dado que los líderes de cada secta controlan a los suyos. Hasta las presentes protestas, la agitación social intersectaria era desconocida por lo que los políticos no saben como manejarla.
Figura 1. Protestas sociales en Líbano.
El problema de fondo del Líbano es que es uno de los países en peor situación económica del mundo, lo que ya es decir. Un tercio de su población vive con menos de 1,9 dólares al día (57 $ al mes), la línea de pobreza internacional. Desde 2018 los analistas llevan advirtiendo del peligro de una seria crisis en Líbano debido a una serie de preocupantes tendencias.
1. Deuda
Al final de la guerra civil, en 1990, el Líbano no tenía deuda soberana, pero desde entonces ha ido incrementando su deuda progresivamente hasta los 84 mil millones de dólares. Más del 85 % de esa deuda está en manos de los bancos comerciales y el banco central libaneses. Su deuda alcanza ya el 152 % del PIB, lo que le convierte en el tercer país más endeudado del planeta en % del PIB por detrás de Japón y Grecia. Las previsiones del IMF son que podría crecer al 180 % para el 2023.
Figura 2. Crecimiento de la deuda soberana del Líbano
2. Bajo crecimiento
Entre el 2007 y el 2010 su economía creció muy deprisa, a una media del 9 %, lo que le permitió aumentar fuertemente su deuda mejorando su ratio con respecto al PIB, pero a partir del 2011 afectado por la guerra de Siria su crecimiento económico ha sido muy bajo, una media del 1,6 %, y reduciéndose al 0,3 % en 2018, por lo que la deuda ha estado creciendo cinco veces más deprisa que la economía. Las protestas sociales probablemente reduzcan aún más ese crecimiento.
3. Déficit fiscal
El déficit fiscal del Líbano ha alcanzado el 11 %, lo que ha encendido todas las alarmas en el Grupo Internacional de Apoyo al Líbano (ISG) encabezado por Francia y la ONU que el pasado año acordó créditos por 10 mil millones y ayudas de 800 millones, pero que exige para liberarlos que reduzca el déficit. El gobierno libanés recauda unos 12 mil millones, pero los pagos de intereses por la deuda alcanzan casi la mitad de lo que recauda, más de 5 mil millones. Esto además está provocando un crecimiento desaforado de la desigualdad, por que en el Líbano se recauda sobre todo por impuestos al consumo, como el reciente impuesto Whatsapp que disparó las protestas, y gran parte de lo que se recauda va a parar vía intereses a los bancos libaneses controlados por las élites sectarias.
4. Déficit comercial
Con el fuerte crecimiento económico iniciado en 2006 se dispararon las compras en el exterior mientras que las exportaciones no crecieron y siguen siendo de solo 4 mil millones de dólares, mientras que sus importaciones han pasado de 10 mil millones en 2006 a 21 mil millones en 2017, con el déficit comercial aumentando de 7 mil millones en 2006 a 17 mil millones en 2017. El déficit de cuenta corriente supera el 20 % del PIB, uno de los peores del mundo.
Figura 3. Valor de las exportaciones (azul) y de las importaciones (rojo) del Líbano en miles de millones de dólares (B).
5. Corrupción
El sectarismo conlleva un altísimo nivel de corrupción y clientelismo y muy poca flexibilidad ante los cambios. Dentro de la alta corrupción que hay en el Oriente Medio y el Norte de África, los ciudadanos libaneses son los que más perciben a sus gobernantes y políticos como corruptos.
6. Mal funcionamiento de los servicios públicos
Desde 2015, el Líbano tiene una crisis de basuras. La compañía que ejercía el monopolio de la recogida, con conexiones con dos de los primeros ministros, dejó de hacerlo al tener que cerrar el vertedero que había estado usando 12 años más de lo previsto y carecer de alternativas. La solución fue tirar la basura en las montañas y costas y mucha gente la quema provocando una gravísima crisis medioambiental que contamina el aire, las montañas, las playas y el mar.
Figura 4. Limpieza de una playa de Beirut en 2018 después de que una tormenta haya arrastrado hasta allí la basura.
Debido a mala gestión, corrupción y problemas financieros el sistema eléctrico nunca ha llegado a funcionar correctamente en el Líbano. Electricité du Liban tiene pérdidas anuales de 1.500 a 2.000 millones de dólares porque la electricidad le cuesta 17-23 centavos/kWh y la vende subvencionada a 9,5 centavos/kWh. Por si fuera poco el país está sujeto a cortes de electricidad por zonas en determinadas horas todos los días, por lo que los ciudadanos que se lo pueden permitir se ven forzados a tener generadores. Hasta el agua es de pobre calidad forzando a gran parte de la población a depender de agua embotellada.
Figura 5. Las noches de Beirut son oscuras para quien no tiene un generador eléctrico.
En octubre se incendiaron los montes cercanos a Beirut y los bomberos no podían luchar contra el incendio porque los medios aéreos no se habían mantenido en condiciones por lo que la gente de Beirut tuvo que ver y sufrir los efectos de la inoperancia del estado en directo durante días.
Figura 6. Los incendios cerca de Beirut en octubre de 2019.
7. La dependencia de remesas externas
Uno de los ingresos más importantes del Líbano son las remesas que envían los libaneses que viven en el exterior, unos 400.000, particularmente los que trabajan en países del Golfo Pérsico, la mitad en Arabia Saudí, que contribuyen con un 20 % del PIB. Sin embargo las remesas cayeron un 7 % en 2017, y a finales de ese año estalló una crisis entre Arabia Saudí, preocupada por la creciente influencia de Irán, y el Líbano cuando su primer ministro Saad Hariri fue retenido en Riad y obligado a dimitir bajo amenaza de expulsión de todos los libaneses. La crisis se resolvió pero Arabia Saudí tiene planes para sustituir a los trabajadores extranjeros por nacionales, y ello junto a la caída del precio del petróleo desde 2014 indica que este ingreso seguirá reduciéndose en el futuro.
8. La dolarización
Puesto que el Líbano depende de la capacidad de su sistema bancario de funcionar como centro bancario regional y atraer depósitos extranjeros, el tipo de cambio fijo con el dólar es esencial, lo que también le ha permitido endeudarse de forma más segura. Para mantener el cambio fijo cuenta con importantes reservas en moneda extranjera. Sin embargo la preocupante deriva de su economía hace cada vez más probable que en el futuro se vea incapaz de mantener el tipo de cambio forzando una devaluación de la libra libanesa. Lo que para otro país sería una solución para el Líbano sería una catástrofe dado lo muchísimo que importa y la dependencia de su sistema bancario de las cuentas extranjeras que requieren el cambio fijo. La decisión de los bancos de restringir el acceso de la gente a los dólares demuestra una creciente preocupación monetaria.
En resumen
El Líbano funciona como un esquema de extracción de riqueza de la gente a los bancos, el interés de la deuda del gobierno es mucho más alto que el interés de las cuentas y depósitos, así que los bancos solo tienen que sentarse a esperar que el gobierno recaude y les dé a ellos una gran parte de lo recaudado. El gobierno se ve obligado a emitir nueva deuda solo para pagar los intereses de la deuda antigua.
El riesgo de quiebra del Líbano es pequeño dado que el 85 % de su deuda está en manos de sus bancos que tienen más que perder si el país quiebra. Sin embargo en su espiral de descenso al infierno económico el Líbano necesita seguir captando capital extranjero para evitar la implosión de una crisis que haga saltar por los aires el tipo de cambio y destruya su capacidad de recaudar e importar. Para ello las autoridades económicas del ISG le impusieron como condición que redujese su déficit al 5 % en cinco años, lo cual es a todas luces imposible. Solo las primeras tímidas medidas para recaudar más y gastar menos han provocado que la inflación se dispare del 3 al 7 % y una revuelta social intersectaria que ha llevado a la dimisión al primer ministro Hariri. El país está en lo que se conoce como "stagflation", sin crecimiento económico, con incremento de precios y con reducción de la cantidad de dinero circulante.
Figura 7. Situación de la burbuja de deuda del Líbano (círculo rojo). En el eje vertical la deuda privada no financiera en porcentaje del PIB, en el horizontal la deuda soberana también en porcentaje del PIB. El tamaño relativo de la burbuja es proporcional al valor de la deuda total excluyendo la financiera.
¿Qué nos importa todo esto a nosotros?
A pesar de sus peculiaridades o quizá por ellas, el Líbano es un canario en la mina de la deuda en la que que todos excavamos. El análisis económico es solo una parte de la realidad. Las medidas económicas necesarias para reducir la velocidad de caída en que se encuentra no se pueden aplicar porque la sociedad no lo admite, y en estos tiempos con todo el mundo mirando no se pueden reprimir las revueltas a cañonazos (ya le gustaría a China hacerlo en Hong Kong). Este es un factor que nadie está teniendo en cuenta. La población va a resistir con fuerza cualquier medida que perciban como un menoscabo de su situación incluso aunque ello signifique que el país se precipite al caos. Los humanos no somos tan sapiens como nos gusta pensar. El factor humano contribuye a hacer la situación intratable exclusivamente desde un punto de vista de la teoría económica. Pero no es solo la población la que se niega a tomar medidas dolorosas, las élites a pesar de ser las grandes beneficiarias de una situación que ha perjudicado gravemente al resto de la sociedad y ha colocado el país al borde del precipicio se niegan a que la solución también sea a su costa. Durante las negociaciones del gobierno libanés para el nuevo presupuesto del 2019 se intentó que el sector bancario extendiera créditos a muy bajo o cero interés para reducir el déficit fiscal y los directivos bancarios y el banco central se negaron en redondo, arguyendo que reduciría el incentivo para emprender las necesarias reformas. ¿Os suena? Cosas similares se dijeron en el BCE.
La situación del Líbano (y la multitud de países que seguimos sus pasos), independientemente de parches y mejorías temporales, a medio plazo no puede sino empeorar. Conforme su situación económica siga deteriorándose su conflictividad social seguirá aumentando mermando si cabe sus posibilidades de recuperación. Algún otro país o grupo de países habrá de hacerse cargo y seguir concediendo créditos al Líbano para evitar que Irán extienda aún más su influencia en el país o que un colapso económico provoque otra emigración masiva a Europa. Para más inri EEUU amenaza con sanciones si Hezbollah alcanza un ministerio importante o si sus miembros reciben beneficios como cobertura sanitaria gratuita. Hay posibilidades de mejoría si los refugiados retornan a Siria, pero la del Líbano es una situación que a la larga no tiene arreglo hasta que no haya una solución global al problema de la deuda; y antes de mejorar, las cosas empeorarán mucho, particularmente para países como el Líbano con unos números terribles.
Terminamos con refrán: Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.