Cuando se enfrenta una situación de déficit fiscal, sólo hay dos opciones: O aumenta la recaudación fiscal, lo que significa que alguien va a pagar más, o se reduce el gasto público. Como el aumento de la recaudación es impopular, entonces se recurre a la reducción de gasto público. Entonces al reducir el déficit fiscal se suele acudir a dicha reducción, lo que suele describirse como "austeridad".
Tanto en el sector privado como a nivel de opinión pública frente a los asuntos estatales la gente habla de "hacer al gobierno más pequeño para mejorar la eficiencia", lo cual es una gran mentira. Sería más honesto que dijeran, vamos a reducir el déficit, sacrificando algunos servicios. La eficiencia no tiene nada que ver.
Cuando hablamos de eficiencia, entendemos lo que nos dice la RAE:
eficiencia.
(Del lat. efficientĭa).
1. f. Capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado.
A la hora de calcular la eficiencia se suele usar una fórmula genérica:
Eficiencia = Lo que obtenemos / Lo que gastamos
Al decir que aumenta la eficiencia al reducir el gasto, suponemos que disminuimos los gastos, pero se mantiene lo que obtenemos, que en este momento se llamaría "servicios públicos". Esta gran mentira ha sido sostenida por años, incluso en el mundo empresarial y entre gobernantes de países desarrollados, sin que nadie se de cuenta de la burrada implícita.
El caso de la cocción de frijoles
Tomemos un ejemplo fácil de entender. Vamos a cocinar frijoles con una cocina de gas. Usamos cierto tiempo en cocinar (lo que gastamos) para tener frijoles cocinados (lo que obtenemos). Si tomamos la idea de que reduciendo lo que gastamos aumentamos la eficiencia, podríamos pensar que al reducir el tiempo de cocción a la mitad obtendremos una mayor eficiencia al obtener frijoles cocidos en menos tiempo. Lo que vas a obtener son frijoles crudos. ¿Por qué no obtuvimos frijoles cocinados? Porque aunque hubo una reducción de los recursos asignados, el diseño del proceso no cambió. El diseño del proceso es lo que determina la eficiencia.
El viaje en automóvil
Veamos otro ejemplo. Vas a ir de Madrid a Barcelona y consumes una cantidad de gasolina determinada que te cuesta una cantidad determinada de dinero. Decides que vas a aumentar la eficiencia al reducir el gasto a la mitad, de modo que comprarás menos gasolina pero igual vas a llegar (lo que obtienes). Es evidente que con menos gasolina el carro no se vuelve más eficiente, porque el carro tiene un proceso diseñado para darte una eficiencia menor al 35% y las ineficiencias salen en forma de combustión incompleta y gases tóxicos por la mufla. Si tu auto es nuevo no hay mucho que hacer con el vehículo, y sólo tu pericia al volante hará la diferencia, con las limitaciones que impone la física de la máquina y su diseño. Lo que pasa es que en un gobierno o en una empresa no siempre se tiene personas con grandes destrezas que sepan sacar más con menos recursos. Lo más probable es que con la mitad del combustible te quedes varado a medio camino.
La vaca y la leche
Y aquí va otro ejemplo. Tienes una vaca y decides aumentar su eficiencia. Decides darle menos pasto y sacarle más leche. El resultado es una vaca desnutrida al cabo de cierto tiempo. Pero si no ves a la vaca adelgazar, ojos que no ven, corazón que no siente, de modo que pensarás que en efecto la vaca era ineficiente antes, y cuando veas que tienes una vaca desnutrida será muy tarde. La desnutrición de la vaca arroja una eficiencia financiera muy buena, que no considera los costos futuros por concepto de veterinario y alimentación para sanar a la vaca. La ceguera de los financieros hace que vean a los números gordos de leche por kilo de pasto y no a las vacas flacas reales.
Justo a Tiempo y los niveles de inventarios
En los años 1980 los japoneses de Toyota inventan un sistema para manejo de producción llamado Justo a Tiempo que permitía reducir tiempos de proceso, pero sobre todo, reducir la necesidad de inventarios que implicaban un costo. El asunto es que cambiaron el diseño del proceso dentro de la fábrica, para obtener menores costos y mayor eficiencia. Este es un caso donde cambiando un proceso (en el mundo real) se obtiene una ganancia (en el mundo virtual del dinero).
Al ver aquello, muchos empresarios en EUA vieron que los japoneses redujeron inventarios al ser más eficientes, y como los empresarios americanos tenían la idea de que reduciendo la cantidad de dinero aumenta la eficiencia, entonces redujeron inventarios también, pero no cambiaron ningún proceso o lo cambiaron de forma parcial y de forma incompleta. El resultado lógico que obtuvieron los americanos fue un problema de servicio y de abastecimiento, donde sufrían retrasos por escasez de inventario.
Poniendo la analogía con el ejemplo del viaje a Barcelona, es como si los japoneses le hubiesen puesto al carro (la fábrica) un motor que consume menos gasolina (más eficiente), y los americanos pensaran que debían reducir la compra de gasolina (menos dinero), manteniendo el motor viejo e ineficiente, para igualarse y obtener los resultados.
Confundir causa y efecto
En el caso de Toyota se pone en evidencia que el cambio de proceso es el que causa que se reduzca la cantidad de recursos que se ocupa apara producir un mismo resultado. Es decir, el cambio en el proceso es la causa, el gasto reducido es el efecto. Los empresarios americanos lo entendieron al revés, reducimos gastos y ello automáticamente llevará al cambio en el proceso. Confundieron causa y efecto.
Esta confusión entre causa y efecto es la misma que se tiene cuando hablamos de reducción del gasto público. Esa reducción significará un deterioro de los servicios que brinda el gobierno, y la capacidad del empleado público para producir más con menos recursos es limitada. Lo lógico es que empeoren los servicios, en cuyo caso la elección real es cuáles servicios serán sacrificados, en lugar de pensar en volverlos más eficientes.
Cambios en el mundo real vs el mundo virtual de las finanzas
Volver un proceso más eficiente requiere de un gasto de diseño e implementación (podríamos decir que se trata de I+D en materia de procesos), y no sucede espontáneamente como el crecimiento de los hongos con la humedad. De este modo, en los primeros momentos lo que se ahorra con el nuevo proceso se gasta en diseño en implementación. No hay recetas mágicas para aumentar la eficiencia espontáneamente, contrario a lo que mucha gente cree.
Recortar gastos es una medida eminentemente financiera, y las finanzas trabajan en el mundo virtual de las ideas, pero la eficiencia pertenece al mundo real y está determinada por el diseño de los procesos. Si vas a mejorar la eficiencia tendrás que trabajar en el mundo real para encontrar formas de cambiar el proceso para que sea más eficiente, pero eso requiere de una inversión.
La forma tradicional de mejorar la "eficiencia" financiera es poner a trabajar más a la gente por menos dinero. Eso funcionaría si se tratara de que la gente se pasa el día rascándose la panza, pero si no es así, se traducirá en jornadas más largas, explotación laboral al estilo de la revolución industrial en el siglo XIX en Inglaterra. ¿Es eso eficiencia o explotación?
Una persona sobrecargada de trabajo no tiene tiempo para idear maneras de mejorar su propia eficiencia. Una persona que trabaja dentro de un sistema generalmente no tiene ocasión de modificar el diseño del sistema. De esta manera, sin cambiar absolutamente nada más que los recursos asignados, no puede haber mayor eficiencia. Sin cacao no se puede hacer chocolate. Reducir la cantidad de cacao no hace que se pueda hacer más chocolate.
Entonces volvemos a preguntarnos, ¿reducir gasto público aumenta la eficiencia? Creo que ya tienes la respuesta en tu mente.
De esta manera, cuando escuches a prominentes personalidades de la vida pública, hablar de eficiencia y reducción de gasto como equivalentes, puedes saber que esa persona podría estar diciendo una burrada en los medios.