Cuando vemos gestores de inversión que no paran de hacer cursos de gestión, pueden ocurrir dos cosas: los inversores que lo saben todo pueden pensar que todo eso no sirve para nada y otros, los más racionales pueden pensar que si no llegan a tener esa formación profesional, además de sus propios conocimientos, la intuición y la percepción puede ayudar. Los segundos muestran mejor criterio y además de los conocimientos que puedan tener en Análisis Fundamental y Técnico pueden recurrir a la psicología aplicada a la inversión o Behavioral Finance como se le conoce en el mundo anglosajón, sin contar con una traducción clara al castellano.
El concepto de intuición suscita como un don mágico, algo al alcance de algún privilegiado. No es así, la intuición está relacionada con la experiencia práctica o conocimiento tácito y se contrapone al conocimiento explicito que se refiere a datos objetivos. Saber que la Bolsa es un mercado secundario de títulos mobiliarios es una información concreta y un conocimiento explícito. También existe el conocimiento tácito que es una experiencia dentro de una serie de pasos o una rutina con un mínimo de experiencia práctica.
La percepción es el primer conocimiento de una cosa por medio de las impresiones que comunican los sentidos. Es la sensación de una idea que puede estar relacionada con la intuición pero no necesariamente lo está, es muy probable que solo sea una creencia. Esta creencia puede buscarla el cerebro para sustituir la falta de un conocimiento. Ortega y Gasset decía: las ideas se tienen y en las creencias se está. Algo así como: las ideas salen del conocimiento y la intuición, algo tangible, y en las creencias se está porque el cerebro rellena un vacío para complementar esa carencia.
Hay otros aspectos del conocimiento tácito, como la capacidad de discriminar percepciones, que están relacionados con la intuición: cuanta más experiencia tenemos, mas son las cosas que antes no veíamos y que ahora podemos ver.
Se de inversores que conocen bien una acción y eso les da una gran intuición en ese valor concreto. Un aumento o disminución del volumen o ciertas pautas hacen la que la intuición detecte algún cambio en su evolución. Esto es más frecuente en valores como los dos grandes bancos y Telefónica.
En el juego del tenis de alto nivel, especialmente en el saque, la pelota alcanza una velocidad que el jugador que la espera solo puede devolverla bien con un entreno que forma parte del saber tácito e intuitivo.
Otro aspecto del conocimiento tácito es el de los modelos mentales de cómo funcionan o estructuramos las cosas; estos modelos no son más que formas con los que explicamos relaciones causales; si sucede esto, ocurrirá esto y esto otro. Así creamos esos modelos mentales o representaciones internas de cómo funcionan las cosas. Es crear relaciones de causa y efecto.
Los juicios basados en la intuición mantienen una incógnita, porque la intuición no supone un conocimiento explícito o fundamentado de los hechos por lo que no podemos detallar los orígenes de esos juicios. Vienen de otras partes de nuestro saber del conocimiento tácito y por eso parecen visionarios. Algunas intuiciones no tienen nada de especial, suelen ser una consecuencia de la experiencia que hemos ido acumulando.
En Behaurial Finance, es obligado hablar de Kahneman, como el primer estudioso de esta especialidad a tiempo total. Keynes ya empleó el término “Animal spirits” para representar el sentimiento y la acción. George A. Akerlof y Robert J. Shiller, (ambos Premio Nobel) escribieron “Animal Spirits: Cómo influye la psicología humana en la economía”. Kahneman es quien ha bajado más la arena y ha dado pie al tratamiento actual de la psicología en la economía.
Para ello la división clásica del cerebro en hemisferios, él lo llama sistema 1 y sistema 2.
El sistema 1 se basa en la regla “lo que se ve es lo que hay” se caracteriza porque no puede ser desconectado, es dependiente del contexto, impulsivo rápido y opera sin esfuerzo; distingue lo sorprendente de lo normal; ignora la ambigüedad, elimina la duda y construye explicaciones coherentes, tiende a la confirmación y responde más a las pérdidas que a las ganancias. Pensar de forma asociativa es fácil. El sistema 1 no calcula correctamente la probabilidad, ni el valor económico y tiene problemas con la interpretación de las estadísticas. Está diseñado para tratar casos individuales y no de un conjunto. La experiencia práctica forma parte del sistema 1.
Las operaciones del sistema 2 son más controladas, más lentas y deliberadas; este sistema es más perezoso, no interviene salvo que sea muy necesario; está basado en el esfuerzo y el control, para ser coherente está basado en reglas.
El sistema 1 es el protagonista de las decisiones y entre ellas las bursátiles que es el tema que nos ocupa, de ahí la gran importancia de la intuición en Bolsa; lo que puede ocurrir es que se tengan intuiciones que son erróneas aunque parecen totalmente fiables, es el inconveniente de un sistema tan rápido; la ventaja es que se puede pedir apoyo al sistema 2 que conoce mejor el contexto y sabe moverse en la ambigüedad. Los dividendos son reconocidos como algo bueno, lo sabe el sistema 1 y el sistema 2; El sistema 1 lo reconoce rápidamente, pero el sistema 2 será el que verifique si son sostenibles, si son mediante scrip dividend, o si el Pay-Out es muy elevado.
La rentabilidad elevada la detecta muy rápido el sistema 1 y tiene muchas posibilidades de acertar, pero es el sistema 2 quien podrá detectarla por que verá si la empresa tiene un elevado apalancamiento o vende mucho perdiendo márgenes, esto supondrá que en un futuro próximo se debilitaran los beneficios.
Cuando una empresa sigue funcionando bien y la deuda total se mantiene, el sistema 1 se tranquiliza en su “zona de confort”, pero es el sistema 2 el que verifica que si la deuda a largo baja y sube la deuda a corto, la empresa tiene la misma deuda pero es más vulnerable.
Cuando empezó la crisis debido a las hipotecas suprime hubo inversores que detectaron intuitivamente que algo mal pasaba, en cambio el sistema 2 no era conocedor de ese problema y no tenía la coherencia no le permitía compartir con otra situación antigua ya que no había precedente, en este caso la intuición tenía mucho que decir en la toma de decisiones.
Es como un partido de tenis o frontón, puede haber un jugador delantero muy rápido, intuitivo y eficaz pero realizará mejor sus golpes si sabe que hay un jugador zaguero que le apoya. Esta forma de trabajar en equipo mejora las decisiones.
En un entreno de tenis, o cualquier deporte de este tipo, hay infinidad de jugadas que son muy repetitivas y después de mucho tiempo, solo con la intuición se puede salir adelante; en otras jugadas es más importante la estrategia, propia del sistema 2.
Jose Antonio Marina lo define así: Nuestra inteligencia es como un poderoso navío, dotado de una sala de máquinas y de un puente de mando. En la sala de máquinas residen la fuente de energía, los instrumentos para captar información, almacenarla y combinarla, con todo eso, sin que el sujeto lo sepa, se elabora una ruta que se envía al puesto de mando. Pero esta orden no se ejecuta de inmediato. Precisamente, el puesto de mando está para que no se ejecute inmediatamente, sino para vigilar la oportunidad de la orden. Allí, otra máquina compara esa orden con las cartas náuticas, con órdenes de superior nivel, con la potencia de los propulsores, con la previsión del tiempo, y da el visto bueno o rechaza la sugerencia de la sala de máquinas. Explicado de una manera muy elemental, así funcionamos todos. En la sala de máquinas de nuestro cerebro se generan ocurrencias, ideas sentimientos, deseos; algunos de ellos se hacen conscientes. Son los que, en el ejemplo anterior, acceden al puesto de mando.
Si los dos sistemas están puestos es por algo y además son complementarios por lo que su combinación es muy adecuada.
Un cerebro privilegiado como el de Einstein creía en la intuición, por ello decía:
La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el regalo.