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Cabeza fría y corazón caliente

En los últimos tiempos, hemos sido testigos de una marcada desconexión entre los indicadores macroeconómicos y el comportamiento del mercado de valores. Mientras la bolsa anticipa un futuro más optimista, los datos oficiales presentan una realidad menos halagüeña
En los últimos tiempos, hemos sido testigos de una marcada desconexión entre los indicadores macroeconómicos y el comportamiento del mercado de valores. Mientras la bolsa anticipa un futuro más optimista, los datos oficiales presentan una realidad menos halagüeña. Este fenómeno, que ha suscitado debates entre analistas financieros, se ha intensificado en medio de las intervenciones de Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, contribuyendo a un estado próximo a euforia entre los inversores.

Jerome Powell, tras la decisión de tipos del miércoles pasado, ha logrado generar un estado de ánimo aún más positivo entre los inversores. Sus palabras han sido recibidas con entusiasmo, contribuyendo a una escalada en los mercados financieros. Sin embargo, la pregunta clave es si ese estado de ánimo es sostenible a largo plazo, especialmente cuando los datos macroeconómicos pintan un panorama algo menos optimista.

S&P500 (variación interanual) vs Real GDI
S&P500 (variación interanual) vs Real GDI


Si miramos el crecimiento del Real GDP esperado para 2023, un 2,4%, todo apunta a que la economía sigue un curso firme. Sin embargo, si miramos el Real GDI, el crecimiento en términos interanuales de la economía americana en el tercer trimestre es del -0,2%. Esta divergencia entre Real GDP y Real GDI se ha dado en otras ocasiones, quizá no tan acusada como hasta ahora, y es objeto de estudio entre académicos, puesto que ambas métricas tratan de medir lo mismo. Artículos como “Estimating Probabilities of Recession in Real Time Using GDP and GDI” del economista de la Fed, Jaremy Nalewaik, concluyen que el Real GDI es un indicador más eficiente que el GDP, ya que las estimaciones adelantadas son más próximas a los datos finales que los del Real GDP, y a que suele mostrar más sensibilidad durante las recesiones. Este autor también indica algo que mencionábamos en el vídeo de la semana pasada y es que, en la antesala a la Gran Crisis Financiera, también sucedieron estas divergencias actuales, y fue el Real GDI quien habría alertado con mayor anticipación de lo finalmente llegó, y con duras consecuencias. A una conclusión similar llegaba también Bruce Grimm, economista del órgano encargado de publicar los datos oficiales del GDP y del GDI —Bureau of Economic Analysis (BEA)— en su artículo “Alternative Measures of U.S. Economic Activity in Business Cycles and Dating” en 2005. Como ven, es una cuestión que viene de largo entre los académicos y, aunque el Real GDP sigue siendo la medida más utilizada, cada vez son más los economistas que sugieren utilizar ambas series o, alternativamente, combinarlas para estimar el crecimiento real de la economía.

Real GDI vs Real GDP
Real GDI vs Real GDP


Sin embargo, las fisuras no se detectan únicamente mirando al Real GDI, sino también en algunos de los componentes tanto del GDP como del GDI. En ese sentido, debemos pensar que la actividad productiva sigue dando muestras de estancamiento. La semana pasada conocimos los datos de PMI de manufacturas, con lecturas nuevamente contractivas. Desde octubre de 2022, con la excepción de abril de 2023, los PMI muestran lecturas negativas, los nuevos pedidos un estancamiento claro desde mayo de 2022, y todo ello termina derivando en un Índice de Producción Industrial, la métrica más amplia de la actividad productiva de la economía americana, contrayéndose por cuarto mes consecutivo. Debemos tener en cuenta que este índice está íntimamente relacionado con la evolución de la economía, por lo que lecturas por cuarto mes consecutivo negativas no hacen más que confirmar una debilidad mayor de la que se podría pensar a la luz de los datos del Real GDP.

Real GDI vs Índice de Producción Industrial
Real GDI vs Índice de Producción Industrial


Otro indicador que debería hacernos plantearnos la salud de la economía es el número de compañías que se acogen a procedimientos legales de bancarrota —capítulo 7 o capítulo 11—, ya que estamos ante el mayor incremento desde el 2008. Una serie que, salvo contadas excepciones, mostraba una tendencia a la baja desde mediados del 2009, lleva ahora cinco meses consecutivos de aumentos constantes. Cierto es que, en términos absolutos, no es número que históricamente deba hacernos entrar en pánico, ni mucho menos, pero no por ello debe dejar de hacerse un seguimiento constante.

Pero hay más. Aunque el consumo sigue muy fuerte, el ahorro de la economía está en cotas históricamente bajas, a pesar de que la remuneración de los depósitos y de las cuentas corrientes son ahora los más altos de los registrados en la última década y media. Con una tasa de ahorro del 3,8%, estamos ante uno de los datos más bajos desde 2009.

Evolución del sector bancario (elaboración propia)
Evolución del sector bancario (elaboración propia)
 

Los créditos también están contrayéndose, y en una economía por definición apalancada, no es una buena noticia. Los préstamos de tipo productivo están cayendo un 1,2%, algo que encaja perfectamente con el hecho de que las inversiones de capital se muestren en fase contractiva en las encuestas de PMI, y el crédito al consumo parece estar cada vez más débil. Desde que hiciera un pico en febrero de 2022, la tendencia ha sido de progresiva moderación, y registrando en agosto de este año una cifra por primera vez negativa desde el 2020 (-12.360 millones de dólares). Aunque se recuperó en septiembre, el último dato que hemos conocido en octubre fue de 5.130 millones, cuando se esperaban 9.060 millones de dólares. La debilidad se hace cada vez más evidente, y siempre es bueno recordar que el crédito al consumo suele registrar lecturas negativas en las fases contractivas de la economía.

 
Evolución del Crédito al Consumo ($ bn)
Evolución del Crédito al Consumo ($ bn)
 

Pero no todo es negativo, como se observa en los datos de consumo y del mercado laboral. Por eso hablamos de fisuras, y no de un cuadro macroeconómico claramente recesivo. La economía, según nuestros propios modelos, sigue su senda de crecimiento, si bien es cierto que existen más elementos de incertidumbre sobre el futuro crecimiento económico que lo que parece extraerse de las últimas declaraciones oficiales de Jerome Powell, que calificábamos de “triunfalistas contenidas” hace unos días. Contenidas porque por su posición no puede ni debe salirse del corsé prestablecido, pero triunfalistas en cuanto al fondo, en la medida en que presentó un soft landing más como un no landing. Y este es uno de los problemas que tenemos en economía. Al no definirse de manera objetiva los términos, entran las interpretaciones y los juicios subjetivos sobre lo que cada uno considera que es un soft landing, un hard landing o un no landing. ¿Dónde empieza y termina cada uno de esos términos? Ni siquiera está claro qué se considera una recesión, ni qué condiciones tienen que darse para reconocer que ha comenzado o terminado una recesión. En el caso de la economía americana, un comité se reúne y lo decide por todos, aunque los criterios utilizados cambien de un ciclo a otro. Estas prácticas antiguas, casi ancestrales, son impropias del siglo XXI, en el que el valor de lo datos y del análisis de éstos son la base del crecimiento en el futuro de una buena parte de los sectores productivos… pero es lo que tenemos.

Por los motivos anteriores, consideramos que el optimismo de los inversores que comenzó a principios de noviembre y que está derivando progresivamente en euforia, cada vez está más desconectado de una realidad económica que muestra fisuras evidentes. Según nuestros modelos, los inversores descuentan ahora un escenario positivo para la economía con una probabilidad del 64%, y sólo asignan el 36% al escenario de ralentización. La probabilidad de recesión es del 0%, cuando nuestros modelos económicos indican que este porcentaje estaría en torno al 20%. Este exceso de optimismo de los inversores contrasta con el pesimismo a finales del mes de octubre, cuando la probabilidad de recesión que descontaban los inversores era del 47%, y de ralentización del 34%, asignando únicamente un 19% a un escenario positivo. Ni tanto, ni tan calvo. Igual que en aquel momento pensábamos que era poco probable que pudiera mantenerse en el tiempo una lectura tan negativa, ahora pensamos lo mismo respecto del exceso de optimismo que se está registrando.

 
Modelo de inferencia de la fase del ciclo económico (elaboración propia)
Modelo de inferencia de la fase del ciclo económico (elaboración propia)
 

En esta misma línea, nuestro indicador de Fuerza Relativa Tendencial (FRT) muestra una lectura de 68, próxima a euforia —ésta comienza por encima de 75—, señalando una posible sobrecompra del mercado. Además, el porcentaje de sectores alcistas del S&P500, 91%, está en una zona que históricamente ha precedido a movimientos a la baja. Estas señales sugieren que los inversores deben ser cautelosos, ya que el mercado podría enfrentar turbulencias en el corto plazo.

 
FRT - Fuerza Relativa Tendencial (elaboración propia)
FRT - Fuerza Relativa Tendencial (elaboración propia)
 

La desconexión actual entre la bolsa y los datos macroeconómicos es un fenómeno que suele observarse al final de las recesiones, como demostramos en el vídeo adjunto que publicamos el pasado lunes (pincha aquí para acceder a él). Sin embargo, la peculiaridad radica en que este comportamiento no encaja con la fase actual del ciclo económico, aunque también se ha dado en ciclos anteriores, como fue en 1980 y en 2007. Esta discrepancia plantea la incógnita de si estamos ante un escenario atípico o si la bolsa está subestimando los verdaderos desafíos económicos.

 
Divergencias propias del final de las recesiones
Divergencias propias del final de las recesiones


Por último, algo que calculamos diariamente y compartimos gratuitamente, que no es otra cosa que el posicionamiento en los mercados de opciones. Hasta el vencimiento trimestral del viernes pasado, no se observaban estructuras en el mercado de opciones que sugirieran correcciones inminentes. Sin embargo, es crucial revisar esta afirmación tras el reciente vencimiento. Los eventos económicos pueden desencadenar cambios rápidos en las percepciones del mercado, y los inversores deben estar atentos a posibles desarrollos que puedan afectar la estabilidad de sus carteras.

En conclusión, a pesar de la actual euforia en el mercado, los inversores deben adoptar un enfoque cauteloso en 2024. Si bien la intervención de Powell ha influido en una percepción aún más positiva, las divergencias entre la bolsa y los datos macroeconómicos, junto con los indicadores de riesgo, sugieren que el camino hacia adelante puede no ser tan claro. Seamos optimistas, pero con la prudencia necesaria, reconociendo que los riesgos de correcciones están en aumento. En este entorno, la vigilancia constante y la adaptabilidad serán las claves para navegar por las complejidades del mercado financiero en los próximos meses, por lo que recomendamos cabeza fría para analizar un escenario tan enmarañado como el actual, y el corazón caliente para disfrutar al máximo con la familia y los amigos.
 

¡Buena semana y buenas inversiones!
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