El jueves pasado estuve despidiéndome de unos amigos justo antes de las vacaciones. Durante la charla, me preguntaron por mi opinión sobre la economía y la bolsa en los próximos meses.
- Hombre, no me preguntéis esto justo antes de iros a la playa, que no quiero amargaros las vacaciones…
Traté de argumentar mi posición en base a la información más “segura” con la que contamos, que no es otra que los planes de los bancos centrales, que radian sus políticas al mercado con tiempo suficiente para no coger a nadie por sorpresa.
Podemos tener dudas sobre si subirán tipos a un ritmo mayor o menor, o si pararán de subir los tipos de interés al llegar a un determinado porcentaje u otro, pero lo que parece más seguro es que seguirán las subidas hasta, por lo menos, final de año.
Algo parecido ocurre con la retirada de liquidez del mercado, fruto de la reducción del balance de la Fed. Se inició en mayo, aunque oficialmente lo hicieron en junio, y la Fed ya ha dicho que duplicará el ritmo de retirada a partir de septiembre hasta alcanzar los 95.000 millones de dólares al mes. Ahí es nada.
Las consecuencias de ambas medidas suponen un viento de cara para la economía, que tenderá a ralentizarse, como ha venido ocurriendo en los últimos meses hasta confirmarse, sin ir más lejos, la semana pasada que la economía norteamericana entraba en recesión técnica.
El consumo parece ser la variable que mejor está capeando el temporal, pero tanto las expectativas de los consumidores como de compañías como Apple, Walmart y Amazon parecen indicar que la fortaleza actual podría perderse según avance el segundo semestre del año.
No entro, como verán, en otras cuestiones como pueden ser la evolución de la invasión de Ucrania por Rusia, o la crisis energética, por nombrar algunos factores que, aun tenido un impacto mayor, es mucho más incierto a la hora de hacer hipótesis sobre cómo puedan desarrollarse en los próximos meses.
En lo que respecta a la bolsa, reconozco que no me gusta hacer predicciones. Hace tiempo que me di cuenta de que hacer predicciones es un ejercicio más indicado para engordar el ego que el bolsillo, por lo que trato de evitarlo.
Tampoco creo que sea necesario para tener éxito en bolsa. Me explico. La metodología que utilizo personalmente se basa en hacer un seguimiento de la actividad de los inversores institucionales. ¿Por qué?
Hace tiempo me hice un planteamiento. Si un mercado secundario es simplemente un espacio donde se intercambian títulos entre compradores y vendedores, la ley de la oferta y de la demanda es la clave que mejor explica cuándo los precios suben y cuándo bajan.
Me planteé a partir de ahí la siguiente hipótesis: “si los grandes inversores que mueven más volumen compran masivamente, el precio tenderá a subir, y cuando éstos vendan sus posiciones, el precio debería tender a bajar”. Parece de sentido común, pero no es tan fácil de comprobar empíricamente. La dificultad radica en la información.
Después de mucho tiempo y frustraciones, encontré fuentes de información fiables que me permitieron construir un modelo para poner a prueba la hipótesis anterior, comprobando que, efectivamente, había una relación directa en la influencia de este tipo de inversores -manos fuertes le llaman algunos- sobre el precio de los activos.
Ese impacto en el precio no lo interpreto como una manipulación más propia de las teorías de la conspiración, sino como una consecuencia natural del elevado volumen que mueven este tipo de inversores.
A partir de ahí, el modelo identificaba las zonas de precios en los que había más propensión a subir o a bajar, lo que represento de manera simple, con dos niveles que acompañan al precio en el gráfico siguiente.
La aplicación de esta metodología, por tanto, no requiere hacer predicciones sobre la bolsa, sino tomar la información de lo que están haciendo los inversores institucionales y utilizarla en tu propio beneficio.
En su formato más simple, basta con saber que cuando la cotización cruza alguna de las dos líneas que acompañan al precio, la predisposición del activo es alcista, mientras que cuando la cotización cruza a la baja alguna de esas dos líneas, la predisposición es bajista. En el gráfico indicamos con dos intensidades de verde y de rojo la predisposición alcista o bajista del Dow Jones.
Verán que esta simple metodología ha permitido evitar (o aprovechar poniéndose corto) las caídas experimentadas durante el año, pero también subirse a los rebotes que se produjeron a finales de enero, marzo-abril y ahora en el mes de julio.
Una manera simple pero efectiva, y que no requiere de conjeturas o predicciones sobre lo que va a ocurrir.
En este momento, y con el cierre del viernes, el Dow Jones confirma la predisposición alcista que se inició el 19 de julio en el nivel 31.418 al cerrar por encima del nivel situado en 32.793. Por ese motivo, siguiendo esta metodología, mantendríamos posiciones largas en el Dow Jones mientras se mantuviera por encima de los 32.793 puntos. Sin embargo, dado el contexto macro y de políticas monetarias restrictivas, no es descabellado pensar que en algún momento pueda llegar a perder este nivel. En ese caso, si se perdiera el nivel 32.793, deberían cerrarse las posiciones largas o abrir posiciones cortas, ya que el activo pasaría a tener predisposición bajista.
Como todas las semanas, continuamos con algunas de las estadísticas que elaboramos con nuestros modelos.
Seguimiento de la Fuerza Relativa Tendencial
Este indicador es útil a la hora de determinar el peso relativo que debe asignarse a cada clase de activo en una cartera diversificada. Se diferencian cuatro tipos de tendencias (alcista, lateral-alcista, lateral-bajista y bajista). Identificamos a continuación en qué punto se encuentra la FRT con datos de cierre del viernes y cómo ha evolucionado en el tiempo.
Las cryptos (+2) pasan a ocupar el trono de la clase con FRT más fuerte, tras 8 meses de liderazgo de las materias primas, aunque por el momento se encuentre en valores todavía algo bajos. Le sigue la renta variable (+0) y las materias primas (-3). Por familias, las materias primas de Energía siguen siendo la más fuertes (+21), seguidas de Alimentación (+8).
Actualización de los niveles de control de los inversores institucionales
Los niveles de control de los inversores institucionales guardan relación con su nivel de breakeven. Conocer su evolución en el tiempo permite identificar qué activos cuentan con el interés de estos inversores, así como el precio al que sería conveniente tomar posiciones. Son un método efectivo para tomar posiciones en la misma dirección que una de las fuerzas principales con más influencia en el movimiento del mercado.
Por regla general, debemos esperar una evolución positiva del precio de los activos cuando éste se encuentre por encima del nivel de control de los inversores institucionales, mientras que cuando se encuentra por debajo, denota mayor debilidad y/o falta de interés por este tipo de operadores. Asimismo, identificamos los niveles de precios en los que existe un posicionamiento corto que presione el precio a la baja, ya que puede ser indicativo de un potencial incremento de la volatilidad al alcanzarse esas referencias.
Predisposición alcista en el S&P500, tras haber superado los 4.001 puntos. La pérdida de 3.821 alertaría de riesgo de nuevas caídas.
Dow Jones recuperó la semana pasada la predisposición alcista, al superar los 31.429 puntos de la semana pasada, igual que el Nasdaq, que superó los 12.562 puntos.
El Oro mantiene tiene predisposición alcista mientras se encuentre por encima de 1.723 puntos. En el caso de la plata, recupera esta semana la predisposición alcista al cerrar por encima de 19,7 dólares. El Brent, por su parte, continúa por encima de los 80 dólares de control, por lo que nada cambia en cuanto a su predisposición alcista que se mantiene intacta en el último año.
En el mundo crypto, la predisposición seguirá siendo de debilidad mientras Bitcoin no supere los 44.768 y Ether se mantenga por debajo de los 1.825.
¡Buena semana y buenas inversiones!