Todos recordamos aquella icónica escena de las películas de terror en la que una niña con rostro inocente se giraba tras mirar a una televisión y nos decía: ¡Ya están aquí!
Algo parecido está sucediendo con las subidas de tipos de interés. Acaban de comenzar en USA con unos tímidos 25 pb que algunos consejeros creían insuficientes ante una inflación disparada en el 7,9%. Incluso hay miembros del Comité Federal del Mercado Abierto que esperan que la reducción del balance, para la que aún no hay fecha oficial pero que es probable que comience en el mes de mayo, sea más rápida que la que se produjo en 2018 y que tuvo como consecuencia una caída del 20% en las bolsas.
La cierto es que las subidas de tipos, unidas a la finalización del programa de quantitative easing, pueden traer consigo un endurecimiento de las condiciones de concesión de los préstamos, lo que a su vez tensionaría la caja disponible para un buen número de empresas.
Los inversores tendemos al optimismo y, tras el rebote de las bolsas en la última semana, podemos caer en el error de pensar que lo peor ya ha pasado. ¿Por qué pensamos que el escenario es algo más negativo?
Fundamentalmente, porque los diferenciales entre la deuda corporativa de alta calificación y los bonos basura se encuentran en niveles muy bajos, lo que denota baja percepción de riesgo por el mercado. Sin embargo, la subida de tipos de interés sostenida en el tiempo, como se espera que suceda este año -el mercado ya descuenta 8 subidas en 2022- y la reducción del balance de la Fed pueden tener un importante impacto en la renta variable. No sería ni la primera ni la última vez que algo así ocurriera. Creemos que este escenario es probable dadas las circunstancias macroeconómicas actuales, donde la inflación tanto en USA como en la zona euro son muy superiores a los objetivos marcados por sendos bancos centrales, lo que resta capacidad para tomar medidas que estimulen la economía, que ya se encuentra en pleno proceso de ralentización.
¿Puede derivar en una recesión? Es un escenario que venimos defendiendo como cada vez más probable desde el mes de noviembre de 2021. Sería la segunda recesión en dos años, algo con lo que cualquier economía se resentiría.
Los bancos centrales están haciendo malabarismo con cuatro pelotas en el aire, y se están dando cuenta de que el riesgo de que alguna de ellas acabe en el suelo es cada vez más alto. El control de los precios, el pleno empleo, una economía en crecimiento y estabilidad financiera son esas cuatro pelotas que están siempre en movimiento. Desde la última gran crisis financiera en 2009, no ha habido grandes momentos que les hicieran pensar que no fueran capaces de continuar su número de acrobacia. Tienen que elegir qué pelota o pelotas quieren sostener con sus manos, y cuáles dejar caer. Necesitan soplar y sorber al mismo tiempo, y ya sabemos que algo así es imposible.
No olvidemos que su principal mandato es el control de los precios y que las medidas que están adoptando van en la línea de contención de la inflación, por lo que parece que ya han elegido.
La duda que continúa abierta es si sus medidas cambiarían en el caso en que la economía entrase en recesión, o que los mercados cayeran de manera significativa.
Seguimiento de la Fuerza Relativa Tendencial
Todas las semanas calculamos este indicador que ayuda a identificar en qué momento se encuentran las distintas clases de activos. Para ello, se analiza la composición interna de los activos que conforman cada clase comparándola con una cesta de activos que suelen actuar como refugio. El dinero es miedoso y tiende a irse a activos para los que los inversores tienen mejores perspectivas.
Utilizando este indicador como referencia, las materias primas llevan desde mediados de noviembre como la clase de activo que debería sobreponderarse en una cartera diversificada.
Actualización de los niveles de control de los inversores institucionales
Los niveles de control de los inversores institucionales equivalen al precio de breakeven de sus posiciones históricas. Conocer su evolución en el tiempo, permite identificar qué activos cuentan con el interés de estos inversores, así como el precio al que sería conveniente tomar posiciones. Son un método efectivo para tomar posiciones en la misma dirección que una de las fuerzas principales con más influencia en el movimiento del mercado.
Por regla general, debemos esperar una evolución positiva del precio de los activos cuando éste se encuentre por encima del nivel de control de los inversores institucionales, mientras que cuando se encuentra por debajo, denota mayor debilidad y/o falta de interés por este tipo de operadores. Asimismo, identificamos los niveles de precios en los que existe un posicionamiento corto que presione el precio a la baja, ya que puede ser indicativo de un potencial incremento de la volatilidad al alcanzarse esas referencias.
Esta semana, la predisposición del S&P 500 pasa a ser positiva, al superarse el nivel de 4.447. Por el contrario, Dow Jones de Industriales y Nasdaq se encuentran algo más débiles, al haber cerrado el viernes algo por debajo de los niveles 34.860 y 14.833, respectivamente. Desde la semana del 17 de enero en la que la cotización cayó por debajo de los niveles de control de los inversores institucionales, nuestra predisposición en los índices americanos se había mantenido lateral o lateral-bajista.
El caso de las materias primas es muy diferente. Totalmente en línea con lo que se deriva del indicador FRT anterior, la predisposición en el Oro, Plata y Brent es alcista. Dada la importancia del posicionamiento de los inversores minoristas, y que se recoge también en la tabla anterior, podría ser conveniente usar esa referencia a la hora de controlar el riesgo de las posiciones largas que pudieran tenerse.
Desde la perspectiva de las criptodivisas, debe esperarse debilidad mientras no se superen los niveles 56.629 en el caso del Bitcoin, y de 3.110 del Ether. Las ventas por los inversores institucionales comenzaron en el mes de noviembre, cuando Bitcoin cotizaba en 60.630 y Ether en 4.570.
¡Buena semana y buenas inversiones!