Yo no comparto la idea de que los fondos indexados de RF tengan necesidad de estar vendiendo de forma habitual bonos con antelación (superior a 1 año) a su vencimiento. El objetivo primordial de cualquier fondo indexado es obtener una rentabilidad lo más cercana posible a la del índice que pretende replicar. Para ello, la primera alternativa es intentar realizar una réplica total de dicho índice. Y aquellos fondos de RF que replican índices con un número no muy elevado de bonos, así lo hacen, como algunos de estos fondos bien conocidos: State Street Euro Core Treasury Bond Index Fund (LU0570151448) Vanguard Eurozone Inflation-Linked Bond Index Fund (IE00B04GQQ17) iShares Ultra High Quality Euro Government Bond Index Fund (IE00B4XCK338) Vanguard 20+ Year Euro Treasury Index Fund (IE00B246KL88) Pero es cierto que normalmente, en el caso de los fondos de RF, esto no suele ser factible por diversas razones: el gran número de bonos que suelen contener los índices, por el elevado coste de compraventa de algunos de ellos, que les alejaría de la rentabilidad objetivo, e incluso porque hay bonos (normalmente corporativos) de muy baja liquidez, que pueden pasar meses o incluso años sin ser negociados. Estas circunstancias no son exclusivas de los fondos de RF, y también pueden afectar a fondos de RV que se alejen de las acciones más líquidas del mercado, y deban cubrir secciones más complejas como las empresas de pequeña capitalización o los mercados emergentes. Siempre que los costes de realizar una réplica total impliquen alejarse en exceso del objetivo de rentabilidad del índice, el fondo indexado, sea de RF o de RV, buscará la alternativa de la réplica parcial. Esta réplica parcial consiste en componer una cartera de bonos, mucho más reducida que la cartera del índice, pero que consiga replicar sus características de riesgo. Entre estas características se encuentra la duración, pero no es la única, ya que también deben tenerse en cuenta la calidad crediticia, la exposición sectorial, la estructura de vencimientos de los tipos de interés y el diferencial (spread) de crédito. Una vez lograda dicha cartera o cesta suficientemente representativa, y que consigue por tanto obtener de la forma más aproximada posible la rentabilidad de índice, dicha cesta no necesitaría modificarse en tanto en cuanto el índice no sufra cambios. Si la cartera tiene la ratio adecuada de deuda gubernamental y corporativa hoy, mientras el índice no cambie, esa ratio seguirá siendo adecuada dentro de un mes. Y si la duración media de la cesta es la del índice, el simple paso del tiempo no va a causar divergencias entre ellas. ¿Y qué cambios va a sufrir el índice?. Pues como ya comenté anteriormente, los índices que replican nuestros fondos de RF habituales mantienen los bonos hasta que falta un año para su vencimiento. Así que una de las modificaciones que deben realizar nuestros fondos, es vender los bonos que componen su cesta-réplica cuando lleguen a un año de su maduración. ¿Qué más cambios sufre el índice?. Pues la inclusión de aquellos nuevos bonos que sean emitidos, y cumplan con los criterios que determinan la inclusión en el índice. En este caso el fondo deberá analizar estos nuevos bonos, e ir seleccionando cuáles debe ir incorporando a su cartera, para mantener adecuadamente todos esas variables que comentábamos anteriormente. Es decir, tal y como yo lo entiendo, la labor básica de mantenimiento del fondo consistirá en COMPRAR nuevos bonos, no en venderlos. Tal como comenta un gestor de fondos indexados de RF en esta entrevista, una de las cuestiones básicas a controlar es la minimización de los costes de transacción, pues éstos son los primeros que pueden causar el alejamiento de la evolución del índice. Así que no parece bien fundada esa idea de que los fondos de RF se embarcan en una continua compraventa de bonos, con el objetivo exclusivo de mantener la duración del fondo alineada con la del índice. Yo diría que tanto el control de los costes transaccionales, como el mantenimiento de un equilibrio entre las diversas características de riesgo, sugieren una baja rotación de la cartera, centrada más en la necesaria compra de nuevas emisiones que en la venta de las ya existentes.