La noticia de ayer se conocía a mediodía y, en un principio, digamos que sorprendió mucho. Parecía una noticia confusa.
La noticia era que el juez del Supremo, Pablo Llarena, anulaba la euroorden de Puigdemont y su secuaces refugiados en Bélgica.
La primera sensación es decir pero bueno, pero qué pasa, ¿renuncia la justicia española a tener este tío a buen recaudo? Consultados diversos ámbitos jurídicos, la inmensa mayoría han afirmado que esto ha sido una jugada maestra del juez Llarena. Una jugada maestra que ha provocado una euforia muy tonta, si quieren ustedes, entre los afectados. Hoy dará una rueda de prensa este hombre e igual cree que se ha librado para siempre, que la justicia renuncia a juzgarle por sedición y por rebelión.
Esta jugada de Llarena lo que ha hecho ha sido arruinar la estrategia de la defensa de Puigdemont y los suyos, porque lo que viene a decir es "o vienes a España, o te puedes quedar libre por el mundo. Pero no vas a recoger tu escaño". Es decir, el día 18 se constituye el nuevo Parlamento catalán. Si Puigdemont quiere ser diputado electo tiene que venir a recoger su acta, si no acude perderá el acta. Pero es que si acude será detenido.
La rebelión y la sedición en Bélgica lo son si hay armas de por medio
¿Y qué diferencia hay en que lo enviara Bélgica en función de la euroorden? Pues que Puigdemont estudió muy bien Bélgica. La rebelión y la sedición en Bélgica lo son si hay armas de por medio. Con lo cual podía darse que la justicia belga enviara al señor Puigdemont solo para que fuera juzgado por malversación de fondos. Crearía una diferencia. Otros están en la cárcel por rebelión, sedición... Y este solamente por un delito de característica menor que hubiera solventado su prisión.
La crítica a la imputación de esos delitos hubiese dado argumentos a la defensa. Si Bélgica no te lo envía por sedición ni rebelión, es negativo para la causa. De esta manera, Llarena acaba con el jueguecito de Puigdemont. Segundo, le da un serio revés a esa internacionalización del conflicto. Ahora mismo Puigdemont es un turista en Bélgica. Y se puede quedar de turista toda la vida si tiene medios, si sabe qué hacer y con quién.
Pero si quiere seguir siendo el líder, el hombre que se presenta a las elecciones que hace y deshace, tiene que venir a España. Y en cuanto venga irá a la cárcel. Y va a la cárcel no solo por malversación, también por rebelión y sedición.
Él pretenderá hacerse el Tarradellas durante años -ya quisiera él estar a la altura de Tarradellas en casi todas las cosas que Tarradellas hizo en su día-, pero en realidad va a ser un señor que come mejillones en Bruselas, o bien un preso cuando llegue a España que tendrá que dar cuenta ante la justicia de todas de sus cositas".