Artur Mas i Gavarró (Barcelona, 1956) tal vez sea el político que más ha faltado a la verdad de Europa, en una patológica necesidad de presentarse como lo que no es tras haber constatado en casi todas las elecciones a las que se ha presentado que los catalanes no le quieren. Éstas son sus diez mentiras más extraordinarias. Ninguna le ha funcionado.
1. El referéndum: una fantasmada electoral
Mas prometió un referendo y que lo haría pese a las prohibiciones. Él y sólo él lo fue desnudando de cualquier contenido político hasta convertirlo en una pachanga con ínfulas. La pachanga para que la fantasmada le saliera penalmente gratis y las ínfulas para engañar a los independentistas de buena fe y hacerles creer que había cumplido con su promesa electoral.
2. Alardeo ante los medios de comunicación
Pactó con el Estado que la Generalitat no se implicaría en la organización del simulacro pero ante los medios de comunicación concentrados no pudo resistir la tentación de creerse más listo que los demás, presumir de desobediencia y proclamar los resultados. Mintió al Gobierno para aprovecharse electoralmente de la jornada tal como había mentido a los independentistas para no pagar el precio de su incumplido compromiso.
3. Urnas selectivas y el miedo a Junqueras
Tras tantos meses de exigirle al presidente Rajoy que le dejara «poner las urnas», presentándose como un héroe de la democracia, se las negó a los catalanes, forzando hasta la extorsión a Junqueras para que se integrara en una candidatura unitaria por miedo a perder las elecciones y no poder volver a ser presidente de la Generalitat.
Puigdemont lideró la manifestación en las calles
Puigdemont lideró la manifestación en las calles- EFE
4. Derrota electotal: nueve diputados menos
Su exigencias democráticas resultaron todavía más cínicas cuando planteó las elecciones autonómicas del 27 de septiembre de 2015 como un plebiscito, claramente lo perdió, y salió a decir que lo había ganado. Además, su candidatura unitaria perdió 9 diputados (62) respecto de los que CiU y ERC habían conseguido por separado (71). También a través de una persona de su máxima confianza intervino en las elecciones de la ANC (Assemblea Nacional Catalana), consiguiendo poner de presidente a un hombre suyo y que le iba a ayudar a presionar a Junqueras para que renunciara a presentarse con las siglas de ERC. Se trata de Jordi Sánchez, que quedó cuarto, en detrimento de la candidata que había obtenido más votos, Liz Castro. No está mal para los príncipes de la democracia.
5. Falsa generosidad ante las exigencias de la CUP
Afirma el expresidente que fue generosidad dar un paso al lado ante las exigencias de la CUP, pero insistió en su pulso con los antisistema hasta que su hombre de máxima confianza, ya retirado de la política, le hizo ver que era un suicidio político para él y para su partido ir a nuevas elecciones y le propuso el nombre de Carles Puigdemont.
6. Supuesto montaje judicial del caso del 3%
Acusa al Gobierno de perpetrar un montaje judicial contra lo que queda de Convergència por los registros de la semana pasada pero él es quien mejor conoce la financiación irregular de su formación, y cómo con dinero público tanto de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona ha pagado favores políticos a determinados medios de comunicación. La carrera de Mas no podría entenderse sin las irregulares aportaciones de los empresarios a los que él personalmente visitaba y suplicaba. De igual modo se hizo la víctima cuando se conoció la cuenta suiza y opaca de su padre, y al final resultó que mientras fue consejero de Economía de Pujol tuvo en ella firma autorizada.
Manifestantes, en los alrededores del TSJ catalán
Manifestantes, en los alrededores del TSJ catalán- EFE
7. Propaganda en la «sociedad civil»
Desde 2012 ha intentado presentar las manifestaciones de cada Diada como algo espontáneo y nacido puramente de la iniciativa ciudadana cuando la verdad es que todas ellas han sido machaconamente promovidas tanto por los medios de comunicación gubernamentales (los públicos y los archisubvencionados, convertidos sin rubor en maquinaria de agitación y propaganda), como por entidades llamadas «de la sociedad civil» y que igualmente se nutren de dinero público que sistemáticamente han utilizado para tener una presencia extenuante en la vida pública catalana.
8. Prioridades: antepuso sus intereses
En su intento de comparecer como mártir ante los catalanes, tras constatar con sus pobres resultados electorales que como héroe nunca ha funcionado, Mas se ha pasado las últimas semanas asegurando que siempre ha pensado primero en Cataluña, luego en su partido y sólo por último en sí mismo. Tal vez sea su mentira más exagerada. Recortó el Estatut con Zapatero para que el PSC le ayudara a ser presidente de la Generalitat, prefirió que el independentismo se quedara con menos diputados a que Esquerra ganara las elecciones y ahora intenta junto a sus compañeros de partido obligar a Oriol Junqueras a involucrarse en la convocatoria del próximo referendo para que como probablemente le sucederá a él, quede inhabilitado, y Convergència no tenga tan de entrada perdidas las próximas elecciones, que pese a sus alardes, Mas es el primero que sabe que continuarán siendo autonómicas.
«Lo único que Mas relanza es la desgracia. Es el mejor aliado que tiene España»
9. Cobardía a las primeras de cambio
Tras dos años de presumir de haberle plantado cara al Estado y de haber sido más astuto que el Gobierno, bastó que ayer el fiscal le pidiera 10 años de inhabilitación y 36.000 euros de multa para que el expresidente de la Generalitat, Artur Mas, restara cualquier valor político a la pachanga y atribuyera su organización a los voluntarios.
10. Relanzamiento del proyecto
En los días previos a su juicio explicó que estaba convencido de que su juicio serviría para relanzar el proceso independentista. Mas todavía no se ha dado cuenta -prodigios del autoconvencimiento- que todo lo que toca lo acaba destruyendo. Fue el primer y único presidenciable convergente que pasó por la oposición, no una sino dos veces; adelantó las elecciones en 2012 para ganar los 6 diputados que le faltaban para la mayoría absoluta y acabó perdiendo 12; en 2015 necesitaba 63 diputados para que le bastara la abstención de la CUP para ser presidente y se quedó con 62. Bajo su mando, Convergència ha perdido el nombre, el grupo parlamentario en Madrid y por primera vez desde la recuperación de la democracia Esquerra le ganará unas elecciones autonómicas. Lo único que Mas relanza es la desgracia. Es el mejor aliado que tiene España.