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Así está Cataluña.

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Así está Cataluña.
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#61

Re: Así está Cataluña.

"El separatismo catalán tiene un elemento racista" es una de las conclusiones de un debate organizado por la televisión pública France 5. Los resultados de las elecciones autonómicas en Cataluña fueron el eje del popular programa de análisis y debate "C'est dans l'aire", en el que cuatro expertos, entre los que se encontraba el historiador Benoit Pellistrandi, conocido entre otras razones por su oposición a prácticas como la inmersión lingüística, comentaron la situación política y los resultados en la región española.

Bajo el título "Riesgo catalán y contagio independentista", los periodistas denunciaron el componente "racista" del nacionalismo catalán y que muchos separatistas "son ricos que no quieren pagar impuestos para los pobres", así como "una burguesía que siempre se ha sentido superior". El adoctrinamiento en las escuelas fue otro de los temas que se abordaron en la tertulia y una de las causas, según declararon, del auge del separatismo en Cataluña.

También abordaron las consecuencias económicas que tendría la secesión en España y la posibilidad de que los postulados etnicistas y las prácticas lingüísticas de la Generalidad se reproduzcan en la "Cataluña Norte". Precisamente una entidad subvencionada por la administración autonómica catalana, la "Federació d'Entitats en Defensa de la Llengua de la Catalunya Nord" exigió una rectificación a la televisión pública francesa por "reproducir de manera exacta los argumentos de la caverna mediática y las mentiras oficiales del régimen (sic) español".

#62

Re: Así está Cataluña.

A los separatistas catalanes les ocurre como al Cid: también ganan las batallas después de muertos. Apenas cinco minutos más tarde de haber salido escaldados de su famoso plebiscito, han vuelto a triunfar en lo que mejor han sabido hacer siempre: la venta de humo al por mayor. Cautivos de la alegre muchachada perroflauta y con el culo soberanista al aire tras haberse constatado minoritaria la querencia por la secesión entre el censo local, han logrado, no obstante, imponer de nuevo su marco mental a las élites madrileñas. He ahí, desde Pedro Sánchez y el incontinente Margallo hasta la última plañidera de la progresía biempensante mesetaria, ese coro de grillos liquidacionistas presto a ceder cuanto sea necesario al fracasado de Barcelona.

Aunque en España nunca haya habido una tradición de grandes matemáticos, no debería costar tanto que se entendiese la distancia cósmica que separa a los 62 diputados que poseía CiU antes de ponerse en marcha el proceso de esos miserables 29 escaños con que cuenta el partido de Artur Mas a estas horas. Parece sencillo. Pues nada, no hay manera de que lo comprendan. Una triste incompetencia aritmética, la suya, que encuentra expresión doctrinal en la célebre Tercera Vía, el ni con España ni contra España tan caro siempre a cierto Madrid cursi, flácido y bobaliconamente transversal. Porque solo desde la interiorización del relato nacionalista se puede mercadear con esa mercancía tarada, la que pasaría por el llamado pacto fiscal y un blindaje del monolingüismo vernáculo en todos los ámbitos.

Dos obsesiones, monopolio exclusivo de la germanía local en la vida pública y privilegios tributarios parejos a los vasco-navarros, mucho más relacionados entre sí de lo que se tiende a pensar. Al punto de que la materialización del uno sin el otro haría inviable en la práctica la consumación del proyecto del catalanismo contemporáneo. Y es que nadie ignora en sus salas de máquinas que la extensión del concierto vasco acarrearía, y a muy corto plazo, la vuelta de los flujos migratorios procedentes de Andalucía. Lo saben inevitable y la mera idea les aterra. La fijación de la población al territorio en el mediodía español ha sido la contrapartida invisible de las transferencias fiscales del Norte hacia el Sur a partir de la década de los ochenta. Si eso se acabara, o se limitase de modo significativo, el trasiego humano en sentido inverso tornaría a reactivarse igual que a mediados del siglo XX.

Pero con una notable diferencia: hace seis décadas arribó a Cataluña mano de obra con destino a las viejas cadenas de montaje de la vieja era industrial. Ahora, en cambio, arribarían legiones de universitarios sobrecualificados a pugnar por un empleo con el preciado autóctono. Nada nuevo, por lo demás. Al cabo, no otra es la clave oculta sin la cual resulta imposible comprender una de las fijaciones más profundas del catalanismo político desde su mismo origen. Me refiero esa obsesión recurrente de los nacionalistas con el asunto del idioma. Sucede que el catalán no alcanzó el que habría sido su sino histórico, o sea la extinción y el olvido, precisamente por su inopinada utilidad como arma económica cuando, de pronto, sirvió para distinguir entre los nativos y los forasteros.

Cataluña, conviene no olvidarlo, constituye uno de los mayores melting pot de Occidente. Aquí, todos somos charnegos si se rasca un poco hasta la tercera generación. Como suele repetir Jesús Royo Arpón, "Cataluña quizá sea una nación milenaria, pero los catalanes somos unos recién llegados desde otra parte". De ahí que la lengua, más allá de romanticismos letraheridos, cumpla siempre, ahora igual que antes, la muy precisa función de un arancel invisible frente a la competencia procedente del exterior. La complicidad de las clases medias autóctonas con un programa político tan abiertamente egoísta y sutilmente xenófobo como el que encarna Junts pel Sí tiene mucho que ver con esa funcionalidad inconfesable. Por eso la insistencia permanente con la cantinela del blindaje cultural: quieren otro arancel Cambó. Y lo volvería a pagar Andalucía.

Jose Garcia Dominguez

#63

Re: Así está Cataluña.

Jajajaja!!!, que bueno!

Cada dia nos traes mejores opiniones y más acertadas...., y documentadas. Muy fiables y realistas..., jajaja!!

Tú creetelas!, tendrás una muy buena base para entender algo.

#64

Re: Así está Cataluña.

A unos días de la disolución de las Cortes y a dos meses y medio de las elecciones generales, la necesidad de un diálogo entre el Gobierno de España y el de Generalitat es tan apremiante como a todas luces imposible de escenificar. Se entiende por diálogo un inicial intercambio de posiciones que dé paso a una negociación en la cual el uno y el otro ceden en sus planteamientos de partida con el fin de acordar un marco de avenencia que es lealmente compartido porque a ambos interesa. "El día 28 tendrá que haber gente que hable de un lado y de otro," dijo con mucho sentido común José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores la semana pasada en el Foro Catalunya que organiza EXPANSIÓN. Si solo fuese así de fácil...

Tal proceso, civilizado y ensayado, para resolver conflictos es hoy por hoy inverosímil porque carece de uno de los dos interlocutores requeridos. Hasta la formación de un nuevo Gobierno en España, es decir hasta probablemente febrero del año que viene, no se podrán sentar frente a frente Madrid y Barcelona para hablar de cosas de mucha enjundia sin luz y sin taquígrafos. Tiempo habrá después para explicar lo discutido con la transparencia que demanda una sociedad abierta. Hasta entonces quedan cinco meses y el independentismo catalán, tal como analizó Martí Saballs, campeará a sus anchas. Los gritos a favor de la secesión y los mensajes ignorantes, racistas y vitriólicos durante la campaña subirán de volumen.

Artur Mas programó su calendario electoral con mucha astucia. La campaña se inició con la Diada, celebración otrora plural que fue secuestrada por Junts pel Sí, se votó el día del puente de La Mercè para rebajar el voto no independentista del gran Barcelona (estrategia que al final no funcionó) y ahora el presidente en funciones de la Generalitat pretende beneficiarse del vacío del poder político a nivel de Estado que acompaña todo final de una legislatura parlamentaria. Junts pel Sí ganó las elecciones con holgura habiendo presentado por primera vez en unas elecciones autonómicas un programa anclado en una hoja de ruta hacia la independencia. Los catalanes votaron masivamente, la sociedad catalana está fracturada, lo cual es normal en todo proceso de secesión, pero Artur Mas tiene la sartén por el mango. Puede presumir de legitimidad política como no pudo hacerlo antes de las elecciones. Esta es la realidad de la situación.

Torpeza
Si Mas y sus compañeros de viaje mostraron mucha sutileza, Mariano Rajoy y el Gobierno de España demostraron todo lo contrario. Ejemplo manifiesto de ello fue la decisión, a undécima hora, por la vía de urgencia y sin consenso, de modificar la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional para poder actuar contra quienes no acaten las sentencias de la más alta magistratura.

Esto, que no es más que asegurar el cumplimiento de la ley, lo tenían que haber aprobado el PP y el PSOE hace años y antes de que las autoridades públicas de Cataluña se dedicasen a burlar sistemáticamente las sentencias del Tribunal Constitucional. La modificación fue anunciada para mayor inri por Xavier García Albiol, el candidato de reemplazo in extremis del PP en las elecciones autonómicas para elevar el perfil de la lista del partido de gobierno. García Albiol no obtuvo recompensa electoral y la iniciativa legislativa a la desesperada fue tan inútil como la de querer meter la pasta dentífrica dentro del tubo cuando ya está toda fuera.

Fracaso
Junto con el aliento que la jornada del 27 de septiembre le ha dado al independentismo catalán, la otra principal lectura de lo ocurrido el domingo es el fracaso del Gobierno de Rajoy a la hora de enfrentarse al reto que representa Mas. El espectacular éxito de Ciudadanos indica que existe un espacio político de centro-derecha y constitucional que el PP no ha sabido aprovechar. La actuación del PP en Cataluña ha sido desde hace años triste e irrelevante. Ha sido la correa de transmisión, reactiva y sin personalidad propia, de la abulia que ha mostrado el Gobierno ante la creciente complejidad de la política catalana. A lo largo de la legislatura que ahora acaba, Rajoy se ha mostrado incapaz de marcar con eficacia las maniobras que Mas ponía en movimiento.

El presidente del Gobierno dio por bueno el relativo fracaso de la consulta/referéndum de noviembre del año pasado cuando solo votó un tercio del electorado. Pensó que ahí acababa la bronca sin caer en la cuenta de que se le tendía una zancadilla. El próximo paso serían unas elecciones plebiscitarias que como tal eran absolutamente legales porque una plataforma política es libre de diseñar su programa. El PP perdió mucho tiempo diciendo que no lo eran para después, con el resultado en la mano, congratularse de que los independentistas no habían ganado una mayoría absoluta. Fue una torpeza entre tantas. Mas ganó la partida.

El muy pobre resultado que cosechó el Partido Popular el domingo cobra una imagen especialmente desdichada en comparación con el conseguido por los jóvenes de Ciudadanos y esto, seguramente, tendrá una trascendencia a nivel nacional. Los pasos errantes que está dando el PP recuerdan los que dio el Gobierno de Unión de Centro Democrático a partir de las elecciones de 1979. Rajoy se llevó una bofetada en la cara en las elecciones andaluzas y esto le ocurrió a Adolfo Suárez cuando Andalucía celebró un referéndum para aumentar sus competencias autonómicas. Suárez encajó otro golpe en aquel entonces en las regionales gallegas. Desde las europeas, hace más de año y medio, Rajoy ha perdido una elección tras otra. Su partido acusa esa falta de frescura y atractivo que es fruto de un empecinado rechazo a toda renovación de ideas y de dirigentes que las expresen. El PP ha pasado a ser el nasty partyy sus mentes más lúcidas claman por una refundación. No es aventurado especular que el principal actor en la regeneración de una derecha liberal sea el partido que lidera Albert Rivera.

La decadencia de Rajoy contrasta con los bríos que va asumiendo su principal adversario en la política nacional. En las elecciones del 27-S Ciudadanos se hizo con mucho voto popular y, en mayor medida, con bastante voto socialista. Sin embargo, y a pesar de que el PSC, su filial catalana, dista mucho de ser el partido que fue, el PSOE puede estar razonablemente satisfecho con el resultado del domingo. Pedro Sánchez consiguió dos cosas importantes: afianzar la españolidad, sin perder la catalanidad, de un PSC que ha sobrevivido a mucho embate y escisión soberanista y, en segundo lugar, vencer contundentemente a la marca catalana de Podemos.

Si la némesis que persigue a Rajoy es Albert Rivera, el de Pedro Sánchez es Pablo Iglesias Turrión y las respectivas fortunas de estos dos líderes "insurgentes" parece que van en sentido opuesto.

Después de unos primeros pasos inciertos, propios de su inexperiencia cuando asumió el liderazgo del partido, Sánchez se refuerza. Pasadas las elecciones generales de diciembre y llegado febrero del año que viene, el líder socialista puede perfectamente ser un protagonista clave en ese apremiante diálogo que hoy es imposible de escenificar. Si lo es, posiblemente el Gobierno de Junts pel Sí acudirá al encuentro con un mejor talante.

Uno de los artículos de fe de los soberanistas catalanes es que con la derecha de Madrit, léase la española, no hay conversación. El comportamiento de Rajoy no ha hecho más que fortalecer este convencimiento. De hecho, Sánchez se ha recreado con el inmovilismo del presidente del Gobierno, a quien acusa de ser culpable del enredo actual. De aquí a las generales en diciembre lo repetirá.

#65

Re: Así está Cataluña.

La política en Cataluña es un cachondeo constante, un espectáculo entre bufo y denigrante de carácter coral, como la presidencia que pretenden imponer los muchachos de las CUP para evitar un nuevo anticipo electoral. En el reparto de errores monumentales, el PP es uno de los grandes artífices del desgobierno en la región. A saber y sin ánimo de exhaustividad, la primera metedura de pata fue encargar al simpático ministro de Exteriores, García-Margallo, la gestión del problema catalán. Fue el primer punto para los separatistas. Madrid, venían a decir, les trataba como a una colonia y a eso y no a otra cosa se debía que el titular de Asuntos Exteriores fuera el replicante de Mas, Junqueras y David Fernàndez.

Lo único que se sabe de cierto en la decisión de encargar a Margallo el expediente autonómico es que se prestó voluntario porque se pretendía colega de Junqueras, con quien había trabado relación en el Parlamento Europeo. Seguramente en Bruselas las diferencias entre catalanes, madrileños y sevillanos son menores que en el solar patrio, lo que debía de dar para confidencias de barra o de sala de espera en el aeropuerto.

Entre medias, la gestión mediática del caso Pujol se convertía en el choteo del florero con micrófono en La Camarga, lastre que la todavía presidenta del partido en Cataluña, Alicia Sánchez Camacho, arrastró como alma en pena hasta que a sólo dos semanas para nombrar candidato en las autonómicas Rajoy decidió alzar una ceja y dar paso a Xavier García Albiol. O sea, lo que hacía Cruyff con Alexanco en el descuento de los partidos, meter un defensa central de delantero centro y balonazos a la olla.

Desde 2012, año cero oficial del proceso para los separatistas (en realidad comenzó en 1981 con Pujol), el dinero no ha dejado de fluir del Estado a las arcas de la Generalidad, una Administración quebrada por la ineptitud colosal de Mas y sus consejeros, que de primeras decían que eran "el govern dels millors". Los mejores. Ahí es nada la autoestima. Dinero, dinero y dinero del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) que Mas aprovechó para organizar estructuras de Estado, frentes civiles como la Asamblea Nacional Catalana o el Consejo Asesor para la Transición Nacional y alimentar sus baterías propagandísticas y adoctrinantes. Dinero de todos los españoles para dinamitar el Estado.

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, también se ocupó del caso con elocuentes resultados. Los separatistas celebraron su referéndum el 9-N del pasado año en lo que fue toda una demostración de que Mas y sus mariachis se pasaban la legalidad por el forro del arco del triunfo. Ahí fue cuando hasta en el PP catalán no pudieron más y se lamentaron de sentirse solos, abandonados por un Gobierno incapaz de interpretar correctamente lo que estaba ocurriendo en Cataluña. A Rajoy, en cambio, le seducía (y le seduce) la envenenada teoría de que los nacionalistas van de farol y de que para independizarse hace falta algo más que manifas el Onze de Setembre, que todo esto no es más que en una conspiración de sobremesa en un bistró de la Bonanova. Vale, créaselo, presidente.

Nombrado candidato García Albiol, se le echó al Congreso de los Diputados para que pareciera que la idea de la reforma del Tribunal Constitucional era cosa suya, aunque no fuera parlamentario de esa cámara. En Cataluña se saltan las leyes; en Madrid, las formas. No parece una respuesta muy proporcional. El caso es que García Albiol, tras aparecer en todos los lados, pasó a convertirse en el candidato invisible, un mérito no menor en comparación con su visibilidad física. Rajoy, por presumir de agenda internacional o guiado tal vez por una benemérita intención, movilizó a Merkel, Hollande, Cameron y hasta al mismísimo Obama en el procés.

Como es natural, la intervención de los líderes extranjeros provocó oleadas de satisfacción en los separatistas (que por fin se veían reconocidos en el mundo entero) y provoca dudas sobre la capacidad del Gobierno para hacer frente a un reto de política interior, uno de los más graves desde la Transición. No se recuerda que Cameron pidiera ayuda al mundo para frenar a Salmond, el líder independentista escocés. Aquí, en cambio, se trajeron hasta a Sarkozy, como Aznar, pero en francés y sin bigote. El debate en la tele del Conde de Godó (que tela con el tema) entre Margallo, again, y Junqueras fue el colmo del ostracismo del candidato y la confirmación definitiva de que el Gobierno tiene más que ver con el problema que con la solución.

El batacazo pudo ser mayor. La intención de voto del PP cayó en picado durante la campaña tras haber repuntado con la elección como cabeza de cartel de García Albiol. El suceso del balcón del Ayuntamiento, con Alberto Fernández, Ángeles Esteller y Javier Mulleras colocando la bandera española tras el despliegue de una gran estelada por parte de ERC, fue el mejor spot electoral del partido. Un actuación improvisada que costó cero euros y fue portada en todos los medios. Un acto de dignidad, sólo eso y nada menos que eso. Ni siquiera el anuncio de Rajoy hablando en catalán pudo tapar lo único que el PP ha hecho bien en Cataluña en los últimos años.

Pablo Planas

#66

Re: Así está Cataluña.

Volkswagen cancelará o aplazará toda inversión no esencial
El grupo alemán se ha comprometido a invertir 4.200 millones hasta 2019, de los que 3.300 millones van destinados a la planta de Seat en Martorell

#67

Re: Así está Cataluña.

Javier Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional y en su día miembro de la comisión consultora de la reforma del Estatut de Catalunya, acaba de publicar La reforma constitucional inviable (Los libros de la Catarata, 2015), donde expone su visión acerca de la situación actual.

Usted ha asegurado que de facto España ya no tiene Constitución porque la de 1978 murió a consecuencia de un golpe de Estado judicial.
Lo he dicho y lo mantengo. Desde la sentencia del Tribunal Constitucional que echó abajo la reforma del Estatut catalán nacida del acuerdo político, España carece de constitución territorial. La Carta Magna de 1978 estableció la integración de las nacionalidades en el Estado como un acto complejo que negociaban los parlamentos del Estado y el de la nacionalidad correspondiente. Y establecía sistemas de garantía: el Estado debía aprobar en las Cortes el texto autonómico, y la autonomía consultaba a su pueblo en referéndum si aceptaba o no las posibles modificaciones establecidas por el Estado. Eso se rompe en el 2010.

¿Nos encontramos entonces ante un vacío constitucional, sin posible salida?
Una autonomía no puede imponer un estatuto con el que el Estado no esté de acuerdo, pero tampoco el Estado puede imponer un estatuto con el que la comunidad no trague. Y para eso está el referéndum, para que el pueblo tenga la última palabra. Pero el TC desautorizó el pacto entre el Congreso y Catalunya y eliminó el derecho del pueblo a decidir. Por eso digo que fue un golpe de Estado. La estructura del Estado tiene que volver a ser definida a través de un pacto constituyente.

¿Qué lectura hace del resultado electoral en Catalunya?
Yo creo que se constata una realidad sobre la que ya he alertado. El binomio Constitución-Estatut de Autonomía ya no sirve para la inmensa mayoría de los catalanes. En Catalunya se ha demostrado que hay dos millones de independentistas, otros dos millones que no lo son y un 20% que está fuera del juego político. Pero son una inmensa mayoría los catalanes que consideran que hay que reformar la Constitución y repensar el encaje de Catalunya en el Estado. Para esa realidad no tenemos respuesta, de momento.

Asegura que el problema catalán ha sido el de más difícil solución en los dos últimos procesos democráticos, los de 1931 y 1978, y no se ha podido resolver.
La integración de Catalunya en España ha sido el problema constitucional de referencia y se ha intentado dar respuesta de la misma manera: no resolviendo el problema en la Constitución, sino remitiendo el problema a los estatutos de Autonomía. En 1978 se hace lo mismo que en 1931, y así hemos estado hasta la sentencia de un Constitucional que, jaleado y empujado por el PP y los sectores más derechistas del Estado, nos ha abocado al desastre en el que nos encontramos.

Según su tesis, la reforma constitucional que apoyan ciertos grupos políticos, como el socialista, ya es inviable. ¿Ve entonces alguna solución?
No creo que haya que reformar la actual Constitución. Hay que volarla, hacerla saltar por los aires. Deberíamos ir a un proceso constituyente, y en el tema territorial habría que fijar en la Constitución la fórmula de integración, no volver a escurrir el bulto. Sin que el TC tenga que decidir nada. Un pacto político y la norma que de él emane no pueden ser definidos por un tribunal de justicia. Eso sólo lo pueden hacer las instituciones que están legitimadas para ello por el voto popular.

Una 'voladura' que debería ser iniciada por el Congreso y refrendada por el Senado y eso parece más bien una quimera...
El sistema de poder que se estableció en la Constitución del 78 procede de la ley de Reforma Política de Adolfo Suárez, que sólo tenía una finalidad: restablecer la monarquía, todo lo demás estaba subordinado a este objetivo. Se buscó garantizar el bipartidismo en el Congreso mediante la alternancia de dos grandes partidos que apoyaban la monarquía; y se utilizó el Senado para evitar que la Constitución pudiera tener una impronta federal. Tenemos una constitución monárquica, bipartidista y antifederal.

¿El más que probable ingreso de nuevos partidos en diciembre puede alterar la situación?
Con las reglas actuales para elegir las Cortes la sociedad ya no se siente reconocida. Hasta ahora el sistema electoral ha servido porque veníamos de donde veníamos, pero ya no se puede mantener. La sociedad ha avanzado, es mucho más compleja y ya no se siente representada en un bipartidismo mayoritario. Catalunya es un precedente de lo que va a ocurrir en el conjunto del Estado. La disgregación, la falta de gobernabilidad es lo que se nos viene en España. Ahí está el ejemplo de la ley Wert, que no se va a aplicar a pesar de que ha sido aprobada por mayoría absoluta. Las comunidades van a arrastrar los pies para evitar su implantación.

En su opinión, ¿la Constitución de 1978 ha sido un fiasco?
En su momento sirvió, permitió salir adelante y ha dado juego. Ha habido alternancia en el poder, algo que en otros países europeos llevó mucho más tiempo tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Ha permitido que se haya aprobado el matrimonio homosexual o la interrupción del embarazo. Yo no voy a decir que todo se hizo mal o que no sirvió para nada. Lo que digo es que ya no representa a la nueva sociedad española. Estamos en un momento en el que el Congreso que salga en diciembre no va a poder gobernar. Este sistema electoral no ofrece ningún incentivo para que los partidos pequeños faciliten la gobernabilidad porque se enfrentan a un riesgo permanente de desaparición. O cambia el sistema electoral o no hay solución.

Leer más: http://www.lavanguardia.com/politica/20151006/54437906562/javier-perez-royo-reformar-constitucion-volarla.html#ixzz3nnF61ku4
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#68

Re: Así está Cataluña.

Oye!, pues este aporte tuyo me ha gustado!

:|

#69

Re: Así está Cataluña.

jaumes yo aporto todo tipo de informacion ...otra cosa es si uno la comparte o no....saludos

#70

Re: Así está Cataluña.

Es que no estoy acostumbrado..., nada más.

#71

Re: Así está Cataluña.

En el fondo viene a decir lo que algunos venimos afirmando desde hace tiempo: todo empezó con el "recursito" ante el TC.

El silencio es hermoso cuando no es impuesto.

#72

Re: Así está Cataluña.

Todo empezó desde el primer día que un nacionalista "cataliban" toco poder, a partir de ese momento solo se le puede parar mediante la ley y el estado de derecho.

#73

Re: Así está Cataluña.

Sí, sí, repítelo hasta la saciedad. Pero no aportes argumentos porque eso para ti es algo inalcanzable.

La cuestión es que por mucho que lo repitas, eso sólo lo decís los cuatro "amargaos" de este foro. Cuando se aportan documentos de gente con cierta autoridad y debidamente identificados curiosamente se producen muchas coincidencias con lo que hemos dicho y argumentado aquí.

El silencio es hermoso cuando no es impuesto.

#74

Re: Así está Cataluña.

Por una vez tienes razón somos cuatro en el foro, me faltaba esta especialidad tuya, ahora también eres psicólogo lo digo por lo de "amargaos",.....que potencial ha perdido España contigo,....je,je,je.

#75

Re: Así está Cataluña.

otro sabotaje de españa a cataluña...españa nos roba....

CATALUÑA / TRANSPORTE FERROVIARIO
La Policía apunta a un sabotaje el corte de cable de fibra óptica en el AVE

La Policía cree que todo apunta a que el corte de cable de fibra óptica que ha afectado esta mañana a la circulación de la línea de alta velocidad en Cataluña es un sabotaje de Mariano Rajoy.

PD es una broma que conste