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Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.

14 respuestas
Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.
Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.
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#1

Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.

¿Quién está verdaderamente de acuerdo en suprimir la financiación de nuestros partidos politicos, sindicatos, patronales, fundaciones, ONGs...etc?.¿Cuáles serian las consecuencias, positivas o negativas, de la supresión?. ¿La financiación de estas organizaciones favorecen o no la corrupción?.¿Que iniciativas podrian llevar a cabo los ciudadanos para conseguirlo?. ¡Casi ná!

panorama.laverdad.es/.../817-la-turbia-financiacion-de-partidos-politicos-en-espana
www.eleconomista.es/.../Quien-hacela-ley-hacela-trampa-.html
www.votoenblanco.com/La-financiacion-de-partidos-politicos-y-sindicatos-gran-asignatura-pendiente-de-la-devaluada-democracia-espanola

Si por casualidad no pudierais tener acceso a estas páginas, podeis acceder a ellas simplemente buscando "Financiación de partidos politicos"

#2

Re: Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.

Lo que no es financiación pública será financiación privada. Si la financiación es privada, obviamente los intereses defendidos serán (aun más) privados. Por otra parte, si la financiación es privada, por respeto a la intimidad privada no podemos exigir transparencia ni rendición de cuentas.

Obviamente son organizaciones con disfunciones, y no es menor que a veces sean más un lastre en los presupuestos públicos que no una aportación. Por otra parte, hay ciertos intereses simplistas en algunas de las propuestas de limitar o directamente suprimir financiación pública, y digo simplistas porque en verdad lo que se pretende es sencillamente la desaparición de dichas entidades, por la vía del estrangulamiento económico.

La historia nos demuestra que grupos organizados de presión y opinión han existido siempre. Podemos variar su naturaleza jurídica y sus competencias formales. Pero desaparecer, para nada.

Seguramente hay que replantear las fuentes de financiación y ámbitos de competencia. Y no por ser fuentes privadas, necesariamente debería ser sospechoso. Pienso por ejemplo en ciertos funcionarios públicos del ámbito del derecho. Nadie cuestiona a los notarios, financiados de fuentes privadas de parte, y en cambio, sería difícilmente asumible que los jueces fueran financiados vía fuentes privadas.

Con las entidades concurrentes en aquellos asuntos de interés público y general quizás habría que hacer lo mismo, replantear y delimitar competencias, y fuentes de financiación. ¿Convenios solo de aplicación para los afiliados al sindicato firmante? Quizás no estaría mal. ¿Leyes solo de aplicación para los afiliados al partido aprovante? Lo veo más dudoso. ¿El ciudadano individual como quedaría? Algunos (los pocos), supongo que mejor que ahora. Otros (los muchos), me huelo que bastante más peor.

la plus belle des ruses du Diable est de vous persuader qu'il n'existe pas!

#3

Re: Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.

Lo que habria que hacer es suprimir todo tipo de financiacion a partidos y sindicatos.Se han gastado lo que no está en los escritos y quieren seguir igual,solo les importa la poltrona y la pasta.

#4

Re: Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.

De la secta católica, que se lleva calentitos más de diez millardos de euros cada año en forma de exenciones varias, concertaciones surtidas y concordatos entreverados, ni una palabra.

Discutamos sobre el chocolate del loro, que así evitaremos discutir sobre lo verdaderamente importante.

Conmigo, que no cuenten para esto.

#5

Re: Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.

Desembolsado, ¿ha dicho alguien que se financie a la Iglesia o a cualquier otra religión?. No
Pues que conste que digo lo mismo que para los partidos politicos; quien quiera financiar la Iglesia, que la financie.
Yo, como católico, contribuyo con mi Renta.
Lo dicho, de financiación, nada de nada, ni a nadie de nadie. ¿Lo he dicho claro?.
Quizá eres tú el que sacas el tema de la iglesia para no hablar de los partidos.
Vuelvo a repetir: FINANCIACION CERO. Saludos

#6

Re: Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.

Pues si es vía renta, ya no es financiación cero.
Ya sería discutible que si el estado le presta un servicio de cobro gratuito a la iglesia eso no fuese financiación pública. Pero si encima el pan que come la iglesia es un mendrugo arrancado de la boca de otros necesitados (sea ejercito, embajadas, justicia, sanidad, policía, etc.), pues...

De hecho, lo que ahora hay es totalmente equivalente a una deducción en la cuota vía "donativos", con el límite del 0,70 % de la cuota líquida.

Quizás, y en relación a su importancia sociológica y simplicidad de gestión, está bien que sea el estado el que provea de un mecanismo sencillo para que los feligreses puedan autofinanciar a su confesión. Pero creo yo que debería en todo caso ser una cuota voluntaria, un recargo sobre la cuota devengada. Quien quiera pagar a su iglesia, además de pagar sus impuestos, perfecto.

la plus belle des ruses du Diable est de vous persuader qu'il n'existe pas!

#7

Re: Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.

Pues tienes parte de razón; también me parece una buena solución. Si quiero mantener a mi Iglesia Católica, yo estoy dispuesto a pagar. Y si tengo que pagar mi partido politico, también.
Pero insisto, de financiación, a ninguna organización, sea del carácter que sea. Creo que lo he dejado claro. A NADIE

#8

Re: Financiación de partidos politicos, sindicatos....etc.

El Gobierno sigue anunciando reformas, pero ninguna de ellas toca la financiación de los partidos políticos, los sindicatos y las patronales. Su zafarrancho de propósitos no incluye, de momento, el propósito de enmienda del tren de vida que las élites de estas organizaciones llevan desde hace treinta años con el dinero de los contribuyentes. El pellizco al 20 por ciento de las subvenciones, que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría anunció al mismo tiempo que la mayor subida de impuestos de la etapa constitucional, no altera la fuente de financiación de partidos, sindicatos y patronales, que siguen siendo los Presupuestos Generales del Estado. Mientras esto no cambie, nada habrá cambiado. El señor Rajoy prometió medidas de regeneración del sistema democrático en su campaña electoral y no perdemos la esperanza de que las concrete, aunque sea en forma de buenos propósitos.

Los partidos políticos son entidades útiles al funcionamiento de la democracia, a los que nuestra Carta Magna reconoce una relevancia constitucional. Funcionan como vehículo de expresión de la voluntad popular y condensan las distintas sensibilidades y opciones ideológicas de una sociedad abierta. No está tan claro, en cambio, qué es lo que aportan las patronales y los sindicatos al ejercicio de la libertad individual y al crecimiento de las oportunidades de prosperidad. En todo caso, partidos, sindicatos y patronales emanan de la sociedad, no del Estado, y es la sociedad la que debe sostener su funcionamiento en un régimen de voluntariado.

El profesor Gaspar Ariño, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense y autor del informe "La financiación de los partidos políticos", publicado en 2010 por el Foro de la Sociedad Civil, ha estimado en 200 millones de euros anuales las subvenciones totales al funcionamiento –es decir, sin contar los fondos públicos para las campañas electorales– que los partidos han recibido entre 2006 y 2009. La opacidad de las cuentas de estas organizaciones es otro de esos privilegios que hacen tan perentorio la reforma del sistema. Los últimos datos publicados son de 2005 e indican que ese año los partidos recibieron 184 millones de euros en subvenciones al funcionamiento. En 1978 el monto fue de 9,9 millones. Ese descomunal incremento refleja de manera elocuente la sangría de que la sociedad viene siendo víctima en beneficio de unos partidos cada día más burocratizados, poderosos y autistas.

La anormalidad de este estado de cosas se manifiesta también cuando se analiza lo que sucede en las democracias más antiguas y eficientes. Imposiciones como la cuota obligatoria que aquí se inflige a los empresarios para sostener las Cámaras de Comercio son inconcebibles por ahí afuera. En Gran Bretaña y Estados Unidos no cabe la financiación pública de los partidos, sometidos a un sistema de donaciones regido por los principios de transparencia y publicidad; un sistema con incentivos fiscales y límites a la cantidad y a los sectores que pueden hacer donaciones. En Italia, Austria, Francia o Suecia rige un sistema mixto, en el que la financiación pública cubre el 50 por ciento del monto total. Alemania acaba de adoptar una reforma por la que los partidos no pueden recibir un céntimo más de fondos públicos de lo que son capaces de recaudar entre afiliados y donantes. Aún está en la memoria de todos la afrenta del dirigente del mayor sindicato de Alemania cuando, en una comparecencia conjunta con los señores Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (Comisiones Obreras), declaró a la prensa española que en su país los sindicatos viven de las cuotas de sus afiliados.

El fin de las subvenciones a partidos, sindicatos y patronales ha dejado de ser una opción para convertirse en una reforma crucial y urgente del sistema democrático. Una sociedad asaltada constantemente por el poder, en su cartera y en sus oportunidades de prosperar, no puede seguir sosteniendo el desenfrenado ritmo de vida de las élites más privilegiadas e improductivas. El señor Rajoy prometió regeneración. He aquí el punto por el que debe empezar, sin más demoras ni excusas.
Gobierno sigue anunciando reformas, pero ninguna de ellas toca la financiación de los partidos políticos, los sindicatos y las patronales. Su zafarrancho de propósitos no incluye, de momento, el propósito de enmienda del tren de vida que las élites de estas organizaciones llevan desde hace treinta años con el dinero de los contribuyentes. El pellizco al 20 por ciento de las subvenciones, que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría anunció al mismo tiempo que la mayor subida de impuestos de la etapa constitucional, no altera la fuente de financiación de partidos, sindicatos y patronales, que siguen siendo los Presupuestos Generales del Estado. Mientras esto no cambie, nada habrá cambiado. El señor Rajoy prometió medidas de regeneración del sistema democrático en su campaña electoral y no perdemos la esperanza de que las concrete, aunque sea en forma de buenos propósitos.

Los partidos políticos son entidades útiles al funcionamiento de la democracia, a los que nuestra Carta Magna reconoce una relevancia constitucional. Funcionan como vehículo de expresión de la voluntad popular y condensan las distintas sensibilidades y opciones ideológicas de una sociedad abierta. No está tan claro, en cambio, qué es lo que aportan las patronales y los sindicatos al ejercicio de la libertad individual y al crecimiento de las oportunidades de prosperidad. En todo caso, partidos, sindicatos y patronales emanan de la sociedad, no del Estado, y es la sociedad la que debe sostener su funcionamiento en un régimen de voluntariado.

El profesor Gaspar Ariño, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense y autor del informe "La financiación de los partidos políticos", publicado en 2010 por el Foro de la Sociedad Civil, ha estimado en 200 millones de euros anuales las subvenciones totales al funcionamiento –es decir, sin contar los fondos públicos para las campañas electorales– que los partidos han recibido entre 2006 y 2009. La opacidad de las cuentas de estas organizaciones es otro de esos privilegios que hacen tan perentorio la reforma del sistema. Los últimos datos publicados son de 2005 e indican que ese año los partidos recibieron 184 millones de euros en subvenciones al funcionamiento. En 1978 el monto fue de 9,9 millones. Ese descomunal incremento refleja de manera elocuente la sangría de que la sociedad viene siendo víctima en beneficio de unos partidos cada día más burocratizados, poderosos y autistas.

La anormalidad de este estado de cosas se manifiesta también cuando se analiza lo que sucede en las democracias más antiguas y eficientes. Imposiciones como la cuota obligatoria que aquí se inflige a los empresarios para sostener las Cámaras de Comercio son inconcebibles por ahí afuera. En Gran Bretaña y Estados Unidos no cabe la financiación pública de los partidos, sometidos a un sistema de donaciones regido por los principios de transparencia y publicidad; un sistema con incentivos fiscales y límites a la cantidad y a los sectores que pueden hacer donaciones. En Italia, Austria, Francia o Suecia rige un sistema mixto, en el que la financiación pública cubre el 50 por ciento del monto total. Alemania acaba de adoptar una reforma por la que los partidos no pueden recibir un céntimo más de fondos públicos de lo que son capaces de recaudar entre afiliados y donantes. Aún está en la memoria de todos la afrenta del dirigente del mayor sindicato de Alemania cuando, en una comparecencia conjunta con los señores Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (Comisiones Obreras), declaró a la prensa española que en su país los sindicatos viven de las cuotas de sus afiliados.

El fin de las subvenciones a partidos, sindicatos y patronales ha dejado de ser una opción para convertirse en una reforma crucial y urgente del sistema democrático. Una sociedad asaltada constantemente por el poder, en su cartera y en sus oportunidades de prosperar, no puede seguir sosteniendo el desenfrenado ritmo de vida de las élites más privilegiadas e improductivas. El señor Rajoy prometió regeneración. He aquí el punto por el que debe empezar, sin más demoras ni excusas.
Gobierno sigue anunciando reformas, pero ninguna de ellas toca la financiación de los partidos políticos, los sindicatos y las patronales. Su zafarrancho de propósitos no incluye, de momento, el propósito de enmienda del tren de vida que las élites de estas organizaciones llevan desde hace treinta años con el dinero de los contribuyentes. El pellizco al 20 por ciento de las subvenciones, que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría anunció al mismo tiempo que la mayor subida de impuestos de la etapa constitucional, no altera la fuente de financiación de partidos, sindicatos y patronales, que siguen siendo los Presupuestos Generales del Estado. Mientras esto no cambie, nada habrá cambiado. El señor Rajoy prometió medidas de regeneración del sistema democrático en su campaña electoral y no perdemos la esperanza de que las concrete, aunque sea en forma de buenos propósitos.

Los partidos políticos son entidades útiles al funcionamiento de la democracia, a los que nuestra Carta Magna reconoce una relevancia constitucional. Funcionan como vehículo de expresión de la voluntad popular y condensan las distintas sensibilidades y opciones ideológicas de una sociedad abierta. No está tan claro, en cambio, qué es lo que aportan las patronales y los sindicatos al ejercicio de la libertad individual y al crecimiento de las oportunidades de prosperidad. En todo caso, partidos, sindicatos y patronales emanan de la sociedad, no del Estado, y es la sociedad la que debe sostener su funcionamiento en un régimen de voluntariado.

El profesor Gaspar Ariño, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense y autor del informe "La financiación de los partidos políticos", publicado en 2010 por el Foro de la Sociedad Civil, ha estimado en 200 millones de euros anuales las subvenciones totales al funcionamiento –es decir, sin contar los fondos públicos para las campañas electorales– que los partidos han recibido entre 2006 y 2009. La opacidad de las cuentas de estas organizaciones es otro de esos privilegios que hacen tan perentorio la reforma del sistema. Los últimos datos publicados son de 2005 e indican que ese año los partidos recibieron 184 millones de euros en subvenciones al funcionamiento. En 1978 el monto fue de 9,9 millones. Ese descomunal incremento refleja de manera elocuente la sangría de que la sociedad viene siendo víctima en beneficio de unos partidos cada día más burocratizados, poderosos y autistas.

La anormalidad de este estado de cosas se manifiesta también cuando se analiza lo que sucede en las democracias más antiguas y eficientes. Imposiciones como la cuota obligatoria que aquí se inflige a los empresarios para sostener las Cámaras de Comercio son inconcebibles por ahí afuera. En Gran Bretaña y Estados Unidos no cabe la financiación pública de los partidos, sometidos a un sistema de donaciones regido por los principios de transparencia y publicidad; un sistema con incentivos fiscales y límites a la cantidad y a los sectores que pueden hacer donaciones. En Italia, Austria, Francia o Suecia rige un sistema mixto, en el que la financiación pública cubre el 50 por ciento del monto total. Alemania acaba de adoptar una reforma por la que los partidos no pueden recibir un céntimo más de fondos públicos de lo que son capaces de recaudar entre afiliados y donantes. Aún está en la memoria de todos la afrenta del dirigente del mayor sindicato de Alemania cuando, en una comparecencia conjunta con los señores Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (Comisiones Obreras), declaró a la prensa española que en su país los sindicatos viven de las cuotas de sus afiliados.

El fin de las subvenciones a partidos, sindicatos y patronales ha dejado de ser una opción para convertirse en una reforma crucial y urgente del sistema democrático. Una sociedad asaltada constantemente por el poder, en su cartera y en sus oportunidades de prosperar, no puede seguir sosteniendo el desenfrenado ritmo de vida de las élites más privilegiadas e improductivas. El señor Rajoy prometió regeneración. He aquí el punto por el que debe empezar, sin más demoras ni excusas.

Gobierno sigue anunciando reformas, pero ninguna de ellas toca la financiación de los partidos políticos, los sindicatos y las patronales. Su zafarrancho de propósitos no incluye, de momento, el propósito de enmienda del tren de vida que las élites de estas organizaciones llevan desde hace treinta años con el dinero de los contribuyentes. El pellizco al 20 por ciento de las subvenciones, que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría anunció al mismo tiempo que la mayor subida de impuestos de la etapa constitucional, no altera la fuente de financiación de partidos, sindicatos y patronales, que siguen siendo los Presupuestos Generales del Estado. Mientras esto no cambie, nada habrá cambiado. El señor Rajoy prometió medidas de regeneración del sistema democrático en su campaña electoral y no perdemos la esperanza de que las concrete, aunque sea en forma de buenos propósitos.

Los partidos políticos son entidades útiles al funcionamiento de la democracia, a los que nuestra Carta Magna reconoce una relevancia constitucional. Funcionan como vehículo de expresión de la voluntad popular y condensan las distintas sensibilidades y opciones ideológicas de una sociedad abierta. No está tan claro, en cambio, qué es lo que aportan las patronales y los sindicatos al ejercicio de la libertad individual y al crecimiento de las oportunidades de prosperidad. En todo caso, partidos, sindicatos y patronales emanan de la sociedad, no del Estado, y es la sociedad la que debe sostener su funcionamiento en un régimen de voluntariado.

El profesor Gaspar Ariño, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense y autor del informe "La financiación de los partidos políticos", publicado en 2010 por el Foro de la Sociedad Civil, ha estimado en 200 millones de euros anuales las subvenciones totales al funcionamiento –es decir, sin contar los fondos públicos para las campañas electorales– que los partidos han recibido entre 2006 y 2009. La opacidad de las cuentas de estas organizaciones es otro de esos privilegios que hacen tan perentorio la reforma del sistema. Los últimos datos publicados son de 2005 e indican que ese año los partidos recibieron 184 millones de euros en subvenciones al funcionamiento. En 1978 el monto fue de 9,9 millones. Ese descomunal incremento refleja de manera elocuente la sangría de que la sociedad viene siendo víctima en beneficio de unos partidos cada día más burocratizados, poderosos y autistas.

La anormalidad de este estado de cosas se manifiesta también cuando se analiza lo que sucede en las democracias más antiguas y eficientes. Imposiciones como la cuota obligatoria que aquí se inflige a los empresarios para sostener las Cámaras de Comercio son inconcebibles por ahí afuera. En Gran Bretaña y Estados Unidos no cabe la financiación pública de los partidos, sometidos a un sistema de donaciones regido por los principios de transparencia y publicidad; un sistema con incentivos fiscales y límites a la cantidad y a los sectores que pueden hacer donaciones. En Italia, Austria, Francia o Suecia rige un sistema mixto, en el que la financiación pública cubre el 50 por ciento del monto total. Alemania acaba de adoptar una reforma por la que los partidos no pueden recibir un céntimo más de fondos públicos de lo que son capaces de recaudar entre afiliados y donantes. Aún está en la memoria de todos la afrenta del dirigente del mayor sindicato de Alemania cuando, en una comparecencia conjunta con los señores Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (Comisiones Obreras), declaró a la prensa española que en su país los sindicatos viven de las cuotas de sus afiliados.

El fin de las subvenciones a partidos, sindicatos y patronales ha dejado de ser una opción para convertirse en una reforma crucial y urgente del sistema democrático. Una sociedad asaltada constantemente por el poder, en su cartera y en sus oportunidades de prosperar, no puede seguir sosteniendo el desenfrenado ritmo de vida de las élites más privilegiadas e improductivas. El señor Rajoy prometió regeneración. He aquí el punto por el que debe empezar, sin más demoras ni excusas.

Fuente: www.libertaddigital.com/.../financiacion-de-partidos-sindicatos-y-patronales-una-reforma-crucial-62915/