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Re: Cobas AM: Nueva Gestora de Francisco García Paramés
Como constata en una nota Christopher Swann, de UBS, la demanda de oro aumentó sustancialmente en el segundo trimestre del año, con una demanda reprimida entre los consumidores que impulsó las ventas de joyas en un 60% interanual. Asimismo, las ventas de lingotes y monedas de oro con fines de inversión aumentaron un 56%. Los bancos centrales también fueron compradores netos de oro en el segundo trimestre y hubo entradas netas en los ETF de oro. En resumidas cuentas, la demanda en la primera mitad del año en general se situó en el nivel más alto desde 2013.
Por otro lado, expone Swann, la reciente caída de los rendimientos reales del Tesoro de EEUU a 10 años a un mínimo histórico del -1,12% también debería haber espoleado al oro, reduciendo el coste de oportunidad de mantener el metal. No obstante, pese a esta serie de factores favorables, el metal solo ha disfrutado de un "modesto repunte", en palabras del analista, con una subida de alrededor del 2,5% desde finales de junio.
"Es menos de lo que cabría esperar dada la fuerte demanda de joyas y el mínimo histórico de los rendimientos reales (...) y refleja la preocupación de que los recientes aspectos positivos del oro se desvanezcan pronto", admite Swann poniendo de manifiesto el hecho de que el metal cotiza algo por encima de 1.800 dólares la onza, por debajo de su máximo de 2021, fijado en enero en 1.949 dólares.
A la hora de buscar una explicación a este escenario, Swann encuentra tres razones. La primera de ellas es que "la reciente caída de los rendimientos reales parece impulsada por factores técnicos y no fundamentales, por lo que no cabe esperar que sea duradera". "La debilidad de la emisión del Tesoro se ha visto impulsada en parte por un superávit inusualmente grande en la Cuenta General del Tesoro, que el gobierno de EEUU utiliza para llevar a cabo la mayor parte de sus operaciones cotidianas", prosigue el hombre del banco suizo.
"La reciente caída de los rendimientos de los bonos estadounidenses no refleja las malas perspectivas de recuperación de EEUU, hecho que se ve reforzado por un índice VIX relativamente bajo de la volatilidad implícita de las acciones de EEUU, que se sitúa cerca de su media de 19 desde la década de 1990", rubrica Swann.
La segunda razón es que "los inversores aún se preparan para la fortaleza del dólar estadounidense, que tradicionalmente es un viento en contra para el oro. Esto se refleja en las posiciones largas netas en dólares", señala.
En tercer lugar, apunta Swann, "se sigue esperando que la Reserva Federal proceda al tapering a principios de 2022". "A pesar de los recientes comentarios dovish del presidente de la Fed, Jerome Powell, los responsables de la política monetaria siguen preparando al mercado para una eventual retirada de las compras de bonos", apostilla.
"Por lo tanto, creemos que los precios del oro no están preparados para subir. Mantenemos nuestra opinión de que los precios del oro deberían caer hasta los 1.700 dólares la onza a finales de año y luego descender aún más en 2022 cuando comience la reducción de las compras. En consecuencia, no vemos que el oro ofrezca la mejor protección contra los riesgos a la baja para los inversores", concluye Swann
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