La realidad es que la fortuna personal de cada persona de este mundo se debe más a las circunstancias y al talento que al esfuerzo.
Claro, eso es el materialismo histórico. Una obviedad de la realidad, por otra parte, que Marx, en su ignorancia, creyó más descubrir que justificar, mucho antes de Reichenbach.
Por eso es fundamental que haya un sistema fiscal justo, para que equilibre un poco esta sociedad plagada de desigualdades. Ojo, la alternativa es el conflicto social, porque los que no tienen nada que perder son capaces de cualquier cosa, como decía Rossaeau:
"Cuando la gente no tenga nada más que comer, se comerá a los ricos"
A los marxistas, por lo general, la extorsión, hija de la ignorancia, nunca les ha salido bien. El parasitismo requiere de una refinada destreza a la que la tosquedad marxista y su innata propensión a la violencia no están acostumbradas. La ciencia del sablista y el chupón debe de ser de una finura tal que haga mantener al expoliado en un estado de conciencia satisfecha o de ignorancia despreocupada. Atracarle a mano armada y morderle la cartera despierta en la víctima una ganas de huir incompatibles con seguir exprimiéndole.
Al final, la Historia demuestra que los pobres se comen la vida y el infortunio trabajando y prosperando. Los hijos del rencor y la envidia, en cambio, sólo se comen a sí mismos y a sus iguales.