Pictet Global Bonds Fundamental
"Es posible invertir en bonos globales bajo parámetros diferentes a los tradicionales"
Mickael Benhaim es el encargado de gestionar el nuevo fondo puesto en marcha por la gestora suiza: el Pictet Global Bonds Fundamental.
Se trata de un producto muy novedoso, que invierte en una cartera diversificada de deuda global, emitida o garantizada por Gobiernos u organismos supranacionales, seleccionados mediante el análisis fundamental, de todos los mercados, ya sean desarrollados o emergentes.
«Es una alternativa a las estrategias en bonos globales que dependen de un índice de referencia tradicional con ponderación por capitalización de la deuda», asegura Benhaim, quien, a la hora de gestionar el fondo, parte de una constatación: «la mayoría de los países paga su deuda a vencimiento con emisión de nueva deuda, lo que, a veces, termina abruptamente con una quiebra».
Los inversores que siguen los índices de ponderación por capitalización están prestando, según Benhaim, más a los países más endeudados. «Eso implica «comprar» cualquier deuda emitida, con asignación a riesgos de divisa, sensibilidad a variaciones de tipos de interés, crédito y liquidez, resultado de las preferencias del emisor y no del inversor», añade. Desde el punto de vista de Benhaim, es posible invertir bajo otros parámetros, como la capacidad y la voluntad de un país de pagar su deuda, es decir, según su posibilidad de crear riqueza de forma sostenible.
Benhaim tiene claro que «la deuda de los países desarrollados ya no es activo refugio». Y pone el ejemplo de Japón: «Su peso es pequeño en los factores de producción (población, cantidad de tierra y capital, incluso PIB y beneficios empresariales). Sin embargo, el peso de su deuda es un tercio en el índice de bonos globales», explica. El caso es similar en otros países desarrollados, donde el ratio de deuda pública/PIB ha aumentado desde el 70 a más del cien por cien desde el año 2007. En Japón supera 200 por cien y en Italia el 119, mientras que en Chile o Rusia es de sólo el 10 y el 9,7 por ciento, respectivamente. «El hecho es que la deuda pública de los países desarrollados ha dejado de ser considerada activo refugio, ya que ahora incluye una prima de riesgo, incluso la alemana y la americana», insiste Benhaim. Por contra, destaca la situación de los países emergentes, que ya representaban en 2010 el 39 por ciento del PIB bruto y que pueden suponer el 50 por ciento en el año 2020. «Esto no se puede ignorar, así que no hacemos distinción entre deuda de países desarrollados y emergentes», añade.
Ahora bien, Benhaim es consciente de que puede haber desviaciones con respecto a la tendencia general y, por tanto, conviene colocar filtros. Como la sostenibilidad de la deuda, que ellos realizan a través de cálculos propios, no dependientes de las calificaciones de las agencias de «rating». O la capacidad de un país para reducir su nivel de deuda mediante el crecimiento económico y el superávit comercial. También es clave anticipar movimientos significativos en el tipo de cambio de los países emergentes, que en Pictet realizan a través de un indicador propio que ofrece una señal avanzada de divisas a evitar. Al aplicar éstos y otros filtros, eliminan los peores países. «Además, este análisis tiene capacidad para detectar crisis, incluso varios años antes, lo que nos permite reducir peso en los países de riesgo. Grecia habría quedado limitada en 2004», comenta Benhaim.
Esta estrategia en deuda soberana les ha proporcionado un 8,2 por ciento de rentabilidad anualizada, frente al 5,8 por ciento del índice Citigroup WGBI, con una volatilidad similar (siete por ciento), según una simulación realizada entre enero de 1996 y diciembre de 2011. La cartera del fondo parte con 23 emisores soberanos, seis de ellos emergentes. En su puesta en marcha, el pasado 30 de enero, sobreponderan frente al índice, entre otros, China, Canadá, Australia, MéXico, Chile y España.