¿La sangre no llega al río?
La peor crisis financiera de los últimos setenta años, una burbuja inmobiliaria de proporciones inusitadas y, sin embargo, en lo que al sector financiero en España se refiere, las cosas no parecen en este momento ni la mitad de apocalípticas de lo que podrían ser.
En septiembre los foros echaban humo con preguntas sobre qué pasaría con los depósitos, fondos y bonos de los pequeños inversores ante la eventual oleada de quiebras que se avecinaba. Sin embargo, desde entonces, sólo una caja mediana ha caído, sin producir ningún quebranto de importancia.
El Santander cotiza hoy apenas un 10% por debajo, respecto hace un año, si consideramos dividendos y la venta de derechos por la ampliación de capital, las pérdidas son mínimas. Los que acudieron a la ampliación tienen, de hecho, ganancias ya que ese 25% de acciones extra que suscribieron se ha revalorizado en más de un 100%. BBVA cotiza hoy por encima respecto a la misma fecha del año pasado, más los dividendos pagados en el período.
¿Dónde está el dolor?
Lo cierto es que yo siempre he sido relativamente optimista respecto a los bancos españoles (en particular SAN y BBVA), incluso en los momentos en los que se extendió por la blogosfera el meme de que "los bancos valen cero".
Sin embargo, el caso es que una cosa es pensar que iba a venir el apocalipsis, y otra, que bastan unos meses para que todo vuelva a ir viento en popa.
¿Realmente ya hemos visto lo peor de esta crisis inmobiliaria en España?
Los precios han bajado apenas un 10% desde máximos, de quedarnos aquí, tendríamos que replantearnos qué clase de burbuja es la que se soluciona con una mísera corrección del 10%.
Yo creo que lo que no puede ser, no puede ser (y además es imposible). Lo lógico es que todavía nos quede mucho por purgar, de una forma o de otra. Sigo sin creer que la burbuja deba explotar de forma tan brutal como lo hizo la americana, pero de ahí a pensar que el camino está despejado, hay un trecho.
¿Estamos en la calma chicha tras la tormenta o en el ojo del huracán?