Ésta fue la frase que más veces salió de labios de Clemenceau durante aquel versallesco año de 1919. Y no sólo de los suyos, pues toda Francia confiaba en que los alemanes, declarados únicos culpables de la guerra recién concluida, pagarían los platos rotos. Incluso cuando Wilson dudaba en 1917 de la capacidad de Francia para devolver las enormes sumas que le estaban enviando los USA para ayudar al esfuerzo de guerra, Clemenceau, seguro de la victoria, respondía con gesto tranquilizador: Le boche payera tout. Efectivamente, tanto pagó el boche que el último marco de indemnización por la guerra que comenzó en agosto de 1914 se pagó en octubre de 2010.
Cuatro décadas más tarde, en los primeros años cincuenta, el presidente del Congreso Mundial Judío, Nahum Goldmann, se dejó caer por Viena para exigir al gobierno austriaco que indemnizara a los judíos de igual modo que lo estaba haciendo el presidido por Konrad Adenauer. Como recordó el propio Goldmann en sus memorias, el canciller Julius Raab intentó escabullirse con el argumento de que los austriacos habían sido tan víctimas de Hitler como los judíos, pues al fin y al cabo Austria había sido invadida por el ejército alemán en 1938. Goldmann le respondió que, en ese caso, alquilaría la sala de la Musikverein para proyectar gratuitamente la filmación de la entrada en Austria de las tropas hitlerianas, recibidas con flores por los entusiasmados compatriotas del austriaco Hitler. Raab pagó instantáneamente los treinta millones de dólares reclamados. Algunos años más tarde Goldmann reclamó a Raab otros treinta millones, que el austriaco pagó resignado. Y ya con Bruno Kreisky como canciller, consiguió un tercer pago por la misma cantidad.
Setenta años después de 1945 una muy endeudada Grecia intenta desenterrar la Segunda Guerra Mundial para que su deuda con las instituciones internacionales se convierta por arte de birlibirloque en un crédito con Alemania, la eterna pagadora. Interesante propuesta, sin duda, que quizá España pudiera tomar como precedente para, por ejemplo, reclamar a Francia la indemnización por las inmensas destrucciones y los inmensos saqueos provocados por las tropas napoleónicas entre 1808 y 1814. Y a Siria por la destrucción del reino visigodo y los setecientos años de guerra sufridos hasta la total expulsión de los invasores islámicos. Pero la contabilidad internacional iba a resultar un tanto complicada dada la cantidad de países americanos, asiáticos y africanos que quizá se animaran a reclamar a sus antiguas metrópolis europeas, con España, Reino Unido y Francia en primera fila.
La iniciativa no se la han inventado los comunistas de Syriza, pues tanto la derechista Nueva Democracia como el socialista Pasok han estado rumiando la idea desde que hace unos años comenzaran a darse cuenta de que no había manera de pagar la enorme deuda contraída. En 2013 un comité del Ministerio de Finanzas llegó a concretar lo que Alemania debería pagar a Grecia: 162.000 millones de euros, la mitad de la deuda griega.
Lo divertido del asunto es que nadie se acordó de Hitler hasta que hubo que empezar a devolver el dinero prestado. Y más divertido todavía es que mientras que en Alemania la ideología nacionalsocialista es ilegal, en Grecia es la tercera fuerza parlamentaria. Curiosas excusas de mal pagador.