Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles, más conocido como
CAF, tiene un problema con sus dos contratos con Israel. El fabricante de trenes de
Beasain se ha convertido en el foco de presión de ONG y formaciones como Bildu por no romper sus acuerdos con la israelí
Shapir para el desarrollo de infraestructura ferroviaria en
Jerusalén y
Tel Aviv. El ataque que no se esperaba era por parte del Gobierno vasco, accionista de referencia de CAF. Un ‘fuego amigo’ que se explica por las discrepancias por
la toma de control de Talgo.
El toque de atención del lehendakari
Imanol Pradales se interpreta como una respuesta a su posición beligerante en la operación Talgo, según detallan fuentes conocedoras. El fabricante, como informaba
El Confidencial, ha defendido que
el plan del Gobierno vasco y Moncloa de rescatar Talgo con dinero público puede incurrir en ayudas de Estado y provocar una distorsión a la competencia. Una operación que ha provocado un verdadero quebradero de cabeza a Imanol Pradales porque ha tenido que recurrir a
Sidenor, un grupo siderúrgico que aporta poco capital a la operación y no da solución al problema industrial de Talgo.
La opción de CAF habría sido la deseada por Pradales para
crear un ‘gran campeón vasco’ del negocio ferroviario. Pero la empresa que dirige
Javier Martínez consideraba que Talgo no es útil para su futuro en el terreno estratégico, económico y reputacional. A pesar de ser tres veces más grande que Talgo, CAF busca un equilibrio financiero que le permita seguir creciendo en el negocio de tranvías, cercanías o señalización. Talgo solo le ofrecía ampliar su cartera de alta velocidad, a la que había que sumar
la multa con Renfe de 116 millones que había que digerir.
Por ello, por no querer hacer la operación y por criticar la alternativa con
Sidenor, las palabras del lehendakari se han recibido como un “toque de atención”.
CAF ha preferido no valorar a este medio la propuesta de Pradales de “hacer una reflexión ética” sobre su negocio en Israel. La empresa mantiene la discreción ante la multitud de presiones que está recibiendo por este contrato en plena crisis en Gaza. El ruido más fuerte llegó en Bélgica, donde varias ONG se alinearon para que su Gobierno les retirara del contrato de 3.400 millones por sus relaciones comerciales con Israel.
Un testigo que en España asumió Bildu. El partido de la izquierda soberanista vasca exigía antes de verano una ruptura inmediata de las relaciones entre la empresa de Guipúzcoa con Benjamín Netanyahu. Una exigencia que, como detallan desde el mercado, es prácticamente imposible, ya que supondría romper de manera unilateral un contrato privado con Shapir, lo que supondría un elevado coste económico y judicial para el fabricante de trenes vasco. Algo que también castigaría el 3% que el Gobierno vasco controla en CAF a través del Instituto Vasco de Finanzas (Finkatuz).
CAF explicaba a sus inversores en su informe semestral de julio que el conflicto entre
Israel-Palestina es “un riesgo de incertidumbre en los mercados en los que opera”. La empresa detallaba que está ejecutando la extensión del tren ligero de la ciudad de Jerusalén.
Un proyecto que se adjudicó en 2019 bajo la participación público-privada al consorcio participado por CAF y Shapir.
Esta colaboración trabaja en la extensión de la red en 27 kilómetros y 53 nuevas estaciones, así como el suministro de 114 tranvías. Además de suministrar unidades nuevas, CAF realiza la rehabilitación de 46 unidades actualmente en servicio. Además, CAF participa al 50% de la sociedad que gestiona la actividad de operación y mantenimiento de las dos líneas tranviarias por un período inicial de 25 años para el mantenimiento y de 15 años para la operación, ampliable hasta los 25 años.
“El conflicto actual está afectando a los ritmos de ejecución de ambos proyectos, si bien manteniéndose las operaciones en la línea del tren ligero de la ciudad de Jerusalén con normalidad”, afirmaba en su informe. “El Grupo mantiene comunicaciones continuas con sus clientes, trabajando de forma colaborativa en abordar los problemas derivados de esta situación”, ampliaba.
El segundo contrato en el país es el ‘Proyecto Purple Line del tren ligero de la ciudad de Tel Aviv’. Este servicio se adjudicó en 2022 por NTA Metropolitan Mass Transit Systems bajo la participación público-privada al consorcio formado por CAF y Shapir. Dentro del proyecto, CAF ejecuta el diseño y fabricación de 98 unidades tranviarias, y el suministro de los sistemas de señalización, energía y comunicaciones, y la integración del proyecto. Además, CAF participa al 50% en la sociedad de propósito específico que gestiona la actividad de mantenimiento de la línea durante los 25 años de concesión. Por lo tanto, su plan es mantener su tarea en Israel hasta 2050.