Volkswagen y Alemania han funcionado durante años casi como sinónimos. "Isn't it time for German engineering?" ("¿No es la hora de la ingeniería alemana?"), preguntaba la empresa en un anuncio emitido en EE UU en el que se repetía machaconamente la palabra "alemán". Y el Gobierno se enorgullecía de la compañía que Merkel consideraba "una parte fantástica" de su país. Esta identificación mutua puede resultar muy dañina para el país que en los últimos años, ya sea con la crisis griega o la de los refugiados, se ha presentado como el adalid del respeto a las normas, a la ortodoxia y a los valores comunes.
En Alemania, uno de cada siete puestos de trabajo depende directa o indirectamente de la automoción. Y de las cuatro mayores empresas, tres son de automóviles. Volkswagen, BMW y Daimler facturaron el año pasado más de 400.000 millones de euros. El país debe su bienestar al tubo de escape. "Tenemos que preocuparnos de que todo esto no desencadene en un debate sobre la industria de la automoción o sobre toda la economía alemana", dijo el miércoles el ministro de Economía y líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel.
Pero estas palabras pueden llegar tarde. La Bolsa se ha ensañado con Volkswagen, que esta semana se dejó un 34%, pero también con las otras dos grandes, con pérdidas cercanas al 9%. "Si las ventas caen, el impacto se notará en todo el país. De repente, Volkswagen se ha convertido en un riesgo para la economía alemana mayor que la crisis griega", señaló a Reuters el analista jefe de ING, Carsten Brzeski.
"Esto es una catástrofe para las empresas del sector. Pero el problema es más grande. Estamos ante la punta del iceberg. El Gobierno tiene una responsabilidad porque, pese a todas las evidencias, no tomó ninguna medida para evitar las manipulaciones. Simplemente, dejó hacer a la industria", asegura Oliver Krischer, el diputado de Los Verdes que esta semana despertó la ira del ministro de Transportes cuando le acusó de conocer con antelación el mecanismo con el que Volkswagen engañaba.
Mientras, en Wolfsburgo muchos prefieren no creer a los más catastrofistas. En una tienda de bebidas cercana a la factoría, unos empleados comentan que, si la empresa lo necesita, están dispuestos a hacer sacrificios. Recuerdan que le deben a Volkswagen casi todo lo que tienen. Y que deben estar agradecidos.
Seat tendrá que devolver las ayudas por eficiencia
El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, anunció ayer en Las Palmas de Gran Canaria que el Gobierno exigirá a Seat que devuelva las ayudas recibidas en concepto de vehículo eficiente de aquellos automóviles vendidos y afectados por el fraude en las emisiones contaminantes.
Soria señaló que el Ministerio está a la espera de que la compañía automovilística les indique el número de vehículos fabricados y vendidos, tanto dentro como fuera de España, a los que se les hayan manipulado los datos de emisiones de sus motores.
Asimismo, ha indicado que el grupo Volkswagen le ha asegurado que mantendrá las inversiones previstas en España de 3.000 millones de euros anunciadas recientemente, y que el fraude en las emisiones contaminantes no afectará ni a la actividad ni al empleo.
El director de la Agencia Tributaria, Santiago Menéndez, ya señaló este viernes que estudiará si tiene que reclamar por el Impuesto de Matriculación en el caso Volkswagen, ya que los modelos que emiten menos de 120 gramos de dióxido de carbono (CO2) por kilómetro están exentos de pagar este tributo en España.