¿Son las fusiones la solución para el negocio bancario?
Es previsible que el mapa español acabe reducido a dos o tres grandes entidades, pero la irrupción de neobancos y fintech elevará la competencia
La banca europea lleva veinte años perdidos por no haber hecho las reformas necesarias, y el Covid-19 ha hecho que este proceso de deterioro se precipite. Tras la crisis de 2008, mientras la banca americana reaccionaba, la europea ha escondido la cabeza dentro de la regulación como un avestruz, arrastrando a los gobiernos con su negligencia y poniendo el futuro de Europa en grave riesgo. En esta delicada situación hay que hacer frente a la crisis pos-Covid, a los nuevos competidores tecnológicos y a los cambios geopolíticos, entre otras notables amenazas.
El negocio bancario tradicional era un negocio de proximidad. Los clientes iban a las oficinas físicas y allí recibían todo tipo de servicios financieros prácticamente en exclusiva. Más territorio significaba más oficinas, más personal y por tanto más negocio. En este contexto, la fusión de dos entidades tiene claras ventajas debido a las economías de escala. Con internet todo esto cambia: ya no son necesarias las oficinas, los clientes pueden obtener los mismos servicios financieros en otros canales y disponiendo de la tecnología correcta, el coste variable asociado con la actividad desaparece. Así aparecen los neobancos.
En paralelo, la combinación de la ambición desmedida con la tecnología provocó la materialización del riesgo sistémico en 2008. Unas entidades desaparecieron y otras fueron rescatadas, y como principal respuesta se permitió que el dinero viajase a la misma velocidad que lo hacía la información en internet: los tipos de interés cero. Todo había cambiado, pero Europa no supo reaccionar como Estados Unidos.
Una muestra de ello es la cotización de las acciones de los tres principales bancos comerciales estadounidenses, JP Morgan Chase, Bank of America y Wells Fargo, que en los diez años previos al Covid-19 habían crecido respectivamente un 330%, un 141% y un 75%. En el mismo periodo de tiempo, las acciones del Deutsche Bank perdieron un 76% de su valor, las de BNP Paribas un 36%, las del Banco Santander un 35% y las del BBVA un 37%. En resumen, mientras que la banca estadounidense salió reforzada de la crisis del 2008, la banca europea seguía tocada diez años más tarde, especialmente la alemana.
En este contexto llega el Covid-19, produciendo todavía mayores caídas en Bolsa y haciendo que los acontecimientos se aceleren. Vamos a ver el caso español con más detalle.
Durante los años 80 funcionaban en España cerca de 100 bancos, un cuarto de los cuales era banca industrial y 76 cajas de ahorro. A la crisis del 2008 consiguieron llegar 45 cajas de ahorro y unos 20 bancos de aquellos, tras múltiples procesos de fusiones. Desde entonces los acontecimientos se han acelerado, quedando unas diez entidades,entre las que destacaban el Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Banco Sabadell y Bankinter, antes del anuncio de fusión de CaixaBank y Bankia. Es previsible que en el corto plazo este proceso termine con la existencia de tres o incluso dos grandes entidades, pero para ello hay que ir resolviendo previamente los problemas que cada una tiene. Es el caso del impacto del Reino Unido en las cuentas de Banco Sabadell o la presencia en Méjico de BBVA.
Aún así, ¿representan las fusiones una huida hacia delante de un modelo de negocio obsoleto? ¿Merece la pena disponer de una licencia bancaria? Una licencia bancaria permite básicamente captar depósitos del gran público, y obliga a cambio al autorizado a someterse a la exigente regulación y supervisión bancaria. El resto de los servicios financieros se pueden proporcionar sin necesidad de ser un banco: se pueden dar préstamos, actuar como empresa de servicios de inversión o intermediar en pagos entre un sinfín de actividades. Telefónica, por ejemplo, está empezando a dar préstamos a sus clientes a través de la plataforma de Movistar. Google por su lado ha obtenido una licencia de dinero electrónico en Lituania, que le permite operar en toda Europa. En EEUU mientras Google se asocia con Citigroup para dar cuentas corrientes a sus usuarios, Apple lo hace con Goldman Sachs para comercializar una tarjeta de crédito integrada en el iPhone. La proliferación de neobancos y empresas de servicios financieros fintech es imparable.
Por otro lado, está China: sus tecnológicas Alibaba y WeChat llevan años de ventaja en los servicios de pago, y los cuatro principales bancos chinos están ensayando desde principios de año con el Banco Central chino con dinero digital. Los gigantes tecnológicos Tencent o Xiaomi disponen desde el 2019 de licencia bancaria en Hong Kong.
Adicionalmente está la transformación de la política monetaria, con tipos de interés cero y grandes inyecciones de liquidez que han quedado estancadas en los balances de grandes fortunas, multinacionales o países. Mientras los bancos tienen problemas de liquidez debido tanto a su gran estructura como a la morosidad, estas grandes bolsas pueden dar préstamos, cualquier servicio financiero o incluso comprar un banco.
Por último, ¿qué impacto tendrá todo esto para el cliente final? Si hubiera exclusivamente un oligopolio bancario el cliente final estaría desprotegido, pero la realidad va a ser diferente. La competencia en el sector bancario va a seguir creciendo, hasta límites inimaginables, impulsada por la tecnología y las grandes bolsas de liquidez. Si alguien accede a su banco a través del móvil, le terminará resultando indiferente si el servicio financiero se lo está dando CaixaBank, Movistar, Apple, o una compañía china que haya comprado a cualquiera de los tres.
Fuente.- Luis García Vega.- Cinco Días