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Cuesta de septiembre

La "cuesta de septiembre" es un término que se utiliza en algunos lugares para describir un período económico desafiante que ocurre después de las vacaciones de verano, específicamente en el mes de septiembre. Al igual que la "cuesta de enero", que ocurre después de las festividades de diciembre, la cuesta de septiembre se refiere a las dificultades financieras que muchas personas experimentan cuando regresan a su rutina normal después de las vacaciones de verano.

La cuesta de septiembre es como esa subida empinada después de un verano de llano. Si en enero nos quejamos de la cuesta de enero, es decir, de la resaca económica tras las fiestas navideñas, en septiembre el protagonista es el regreso a la rutina, pero con una peculiaridad: hay que volver al cole, al trabajo y, a veces, a la vida real después de las vacaciones. Es el mes en que nos enfrentamos a varios gastos que, aunque previsibles, siempre parecen pilares en fuera de juego.

Este fenómeno se da especialmente en las familias con niños en edad escolar. Hay que comprar libros, material escolar, ropa y hasta renovar el abono del transporte. Y todo ello sucede justo cuando acabamos de hacer un desembolso considerable en las vacaciones de verano. Vamos, que la cartera no gana para sustos. Pero la cuesta de septiembre no afecta solo a las familias; si eres estudiante universitario, probablemente también tengas que hacer frente a la matrícula o, si eres un trabajador, quizás notes que el ambiente laboral se tensa con nuevos proyectos y metas que cumplir.

Una curiosidad es que esta situación no es exclusiva de España. En otros países también se experimenta este fenómeno, aunque con matices culturales y económicos distintos. Además, cada vez más gente opta por repartir los gastos asociados al inicio del curso escolar a lo largo del año para evitar el impacto de septiembre. Esto es, en parte, porque hoy en día muchas escuelas ya facilitan la compra de materiales a lo largo del curso, en lugar de pedir todo de golpe.

Otra cuestión interesante es cómo el comercio se ha adaptado a esta realidad. Es común ver ofertas y promociones en material escolar, ropa o incluso en pequeños electrodomésticos para el hogar. Parece que todo se conjura para que gastemos más, justo cuando menos podemos.

Pero no todo es negativo. La cuesta de septiembre también es un buen momento para reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo. A veces, esta "cuesta" nos obliga a hacer un replanteamiento de nuestras finanzas, lo que no viene nada mal para tomar conciencia de lo que realmente necesitamos y lo que podemos evitar comprar. Además, nos ofrece la oportunidad de poner en práctica habilidades de planificación financiera que nos serán útiles para el resto del año.

¿Por qué se produce o cuáles son las causas de la cuesta de septiembre?


La cuesta de septiembre es como ese resoplido que damos al subir una pendiente después de haber caminado a paso ligero por un terreno llano. El verano nos invita al descanso ya disfrutar, pero cuando el calendario marca el noveno mes del año, es como si de repente nos topáramos con una factura que nos llega por haber desconectado. Pero, ¿por qué se produce realmente esta cuesta arriba económica y anímica?

Primero, hay que tener en cuenta el gasto que supone el regreso a las clases. Las familias con niños deben afrontar la adquisición de libros de texto, material escolar y, en muchos casos, renovar el vestuario debido al crecimiento de los pequeños. A esto se le suma, para aquellos que practican actividades extraescolares, el costo de inscripción en estas.

En segundo lugar, las vacaciones de verano. Aunque las disfrutamos en julio y agosto, es en septiembre cuando realmente vemos el reflejo de esos días de asueto en nuestra cuenta bancaria. Las salidas, viajes y momentos de ocio, por muy ajustados que hayamos intentado que sean, siempre representan un desembolso.

También está el tema de la renovación. Septiembre es sinónimo de comienzo, y muchas personas lo asocian con iniciar algo nuevo o darle un giro a su vida. Esto puede traducirse en inscripciones a gimnasios, cursos, o la compra de elementos que ayuden a cumplir objetivos personales.

Además, no podemos olvidar a los estudiantes universitarios, quienes enfrentan el pago de matrículas y, en casos de quienes no residen en casa, el costo de alquileres y manutención en una ciudad diferente a la suya.

Finalmente, la psicología también juega un papel aquí. El término "cuesta" no solo hace referencia a la economía, sino también a ese sentimiento de "vuelta a la realidad" que puede generar cierto bajón anímico. Después de un período de relajación, enfrentar la rutina, las responsabilidades y la vuelta al trabajo o a las aulas puede resultar un reto.

Cómo afrontar la cuesta de septiembre


Si la cuesta de septiembre es esa pendiente que nos toca subir después de las vacaciones, lo mejor es encararla con una buena "equipación" y, sobre todo, con un mapa de ruta que nos ayudará a evitar los obstáculos más complicados. Veamos cómo podemos hacerlo.

En primer lugar, la planificación es fundamental. No podemos cambiar el hecho de que hay gastos que son ineludibles, como los libros de texto o las matrículas, pero sí podemos estar preparados para ellos. Lo ideal es haber ahorrado algo en los meses anteriores, aunque si llegas a este punto no lo hemos hecho, una alternativa es buscar opciones más económicas, como libros de segunda mano o comparar precios en diferentes tiendas.

Otra estrategia útil es reajustar el presupuesto familiar. Si durante el verano nos hemos permitido ciertos "caprichos", como cenas fuera o actividades de ocio más costosas, septiembre es un buen mes para volver a la moderación. Podemos buscar actividades gratuitas o de bajo coste, planificar menús semanales que nos permitan ahorrar en la compra o, simplemente, priorizar los gastos realmente necesarios.

También es muy válido hablar con la familia y establecer juntos una estrategia. En muchas ocasiones, explicar la situación a los más pequeños y proponerles alternativas más económicas para su ocio o material escolar puede generar un ambiente de colaboración que aligere la cuesta.

En el ámbito emocional, enfrentar la cuesta de septiembre puede ser más llevadero si le damos un enfoque positivo. En lugar de verlo como el fin del descanso, podemos considerarlo como la oportunidad de un nuevo comienzo, una especie de "año nuevo" en el que ponernos nuevos objetivos y retos personales.

Consejos para la cuesta de septiembre


La cuesta de septiembre puede parecer una montaña insuperable, pero con una serie de pautas sencillas, la subida será mucho menos ardua. Aquí van algunos consejos prácticos.

Para empezar, es fundamental tener un plan financiero. Si conocemos de antemano los gastos que vienen, podremos prepararnos mejor. Esto puede traducirse en crear un fondo de ahorro específico para este mes o, simplemente, hacer una lista con todos los gastos previstos para saber a qué nos enfrentamos.

Ahorrar en material escolar es otro punto clave. Antes de salir corriendo a comprar todo nuevo, revisamos lo que ya tenemos en casa. Es probable que muchos útiles del año pasado puedan tener una segunda vida. Y si hay que comprar, comparar precios y buscar ofertas puede resultar muy beneficioso.

La vuelta al cole también suele traer consigo el inicio de nuevas actividades extraescolares. Antes de apuntar a los niños a todo lo que piden, es bueno valorar realmente si podrán compaginarlo con el colegio y si nuestro bolsillo puede asumirlo. A veces, menos es más.

La alimentación es otro aspecto donde se puede ahorrar. Tras los excesos del verano, septiembre es un buen momento para volver a una dieta más sencilla y económica. Planificar menús semanales y hacer una lista de compra ajustada a ellos evitará que gastemos de más en el supermercado.

Por último, pero no menos importante, está el cuidado emocional. La vuelta a la rutina puede generar estrés o ansiedad. Dedicar tiempo a actividades que nos relajen y nos hagan sentir bien contribuirá a afrontar mejor este período.

La educación financiera y la planificación financiera como herramientas fundamentales


La cuesta de septiembre no es algo que aparece de la nada; Suele ser una consecuencia de no estar lo suficientemente preparados para los gastos adicionales que trae este mes. Aquí es donde ingresan en juego dos aliados poderosos: la educación financiera y la planificación financiera.

La educación financiera nos da las herramientas para entender cómo funciona el dinero, cómo administrarlo, ahorrarlo e invertirlo. Cuando sabemos a qué se destina cada euro que gastamos, se convierte en una especie de mapa que nos guía. Nos ayuda a establecer prioridades ya diferenciar entre lo que realmente necesitamos y lo que simplemente queremos. En el caso de la cuesta de septiembre, sepa exactamente qué gastos son inevitables y cuáles se pueden recortar o aplazar es crucial.

Por otro lado, la planificación financiera es el acto de aplicar ese conocimiento en la práctica. Implica hacer un presupuesto detallado de nuestros ingresos y gastos, incluyendo los que aparecen específicamente en septiembre, como material escolar o nuevas actividades extraescolares. A partir de ahí, podemos trazar un plan sobre cómo cubrir esos gastos adicionales, ya sea mediante ahorro previo, recorte de otros gastos o, en casos más complejos, buscando nuevas fuentes de ingreso.

Un buen plan financiero para afrontar la cuesta de septiembre podría empezar meses antes, reservando un pequeño porcentaje de nuestros ingresos para este fin. Este colchón económico aliviará la presión que sentimos cuando llegan todos los gastos de golpe.

Así que, para combatir y superar la cuesta de septiembre, la clave está en educarse financieramente y planificar con antelación. 

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Cuesta de septiembre, Francisco Coll, 05 de septiembre del '23, Rankia.com
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