Su verdadero nombre es Impuesto sobre el Incremento de Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana (IIVTNU), pero todos lo conocemos como la plusvalía municipal. Se supone que grava el incremento de valor de los terrenos urbanos habido desde que se adquirieron hasta el momento de la transmisión.
Este injusto impuesto parte de dos premisas, ambas manifiestamente falsas:
1) La premisa de que el transcurso del tiempo siempre conlleva aumento de precios. Esto es absolutamente falso como se ha podido comprobar entre los años 2008 y 2015. Y en la España vaciada va a seguir siendo así.
2) La premisa de que los aumentos de precios se deben a actuaciones del ayuntamiento. Otra premisa falsa que ignora que los procesos de formación de precios tienen más que ver con la Ley de la Oferta y la Demanda que con las actuaciones que puedan llevar a cabo los ayuntamientos.
La Ley de la Oferta y la demanda, principio básico sobre el que se basa la economía de mercado, nos dice que el precio de las viviendas y de los terrenos sobre el que éstas están construidas sube o baja en función de la demanda que haya. Por ejemplo, en la que ahora llaman España vaciada, los precios de las viviendas y de los terrenos urbanos bajan por mucho que hagan los ayuntamientos para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Y sin embargo, en Barcelona, la llegada de nuevos vecinos va a hacer que los precios sigan subiendo por grande que sea la indolencia del equipo de gobierno de la alcaldesa Ada Colau.
Es decir, que ni siempre suben los precios de los terrenos urbanos ni las posibles subidas tienen nada que ver con nada que puedan hacer los ayuntamientos.
En la época de la burbuja, cuando la inmensa mayoría de las ventas generaban plusvalías, este impuesto no suponía un problema. Había ganancias y el Estado ponía la mano, como siempre. Sin embargo, ahora, muchos de los contribuyentes que venden un inmueble lo hacen a un precio inferior al que lo compraron. Es decir, que están perdiendo dinero. Y, encima, los ayuntamientos les hacen tributar por unas ganancias que no han tenido.
Que te cobren un pico por haber tenido ganancias ya está mal, pero que te cobren el mismo pico habiendo tenido pérdidas es el colmo de los colmos.
Por otro lado, hace unos 3 años hubo una sentencia del Tribunal Constitucional que parecía que iba a obligar a modificar la Ley para que los ayuntamientos solo pudieran cobrar este injusto impuesto cuando hubiera habido beneficios, pero muchos ayuntamientos se están pasando aquella resolución por el arco de triunfo y continúan enviado sus abusivas liquidaciones como si tal cosa.
En España hay 3 infiernos fiscales que brillan con luz propia. En ellos la Administración lleva más de 30 años pasando el cepillo y dejándolos hechos un erial. Me refiero a Andalucía, Extremadura y mi queridísima Asturias.
Mucho ojo con lo que compramos ahí.
Concretamente Asturias, que es el que más conozco, es un territorio que fiscalmente solo se podría comparar con Cuba, Corea del Norte o Zimbabwe. Siempre que he comprado activos ahí me ha costado muchísimo librarme del resentimiento generado por sus instituciones fiscales. Los ayuntamientos asturianos son máquinas de triturar pequeños empresarios y la Hacienda Asturiana se ha hecho famosa por el movimiento social que creó una anciana que protestaba contra los impuestos que allí les cobran a los muertos.
¿Recordáis aquel post en el que os preguntaba si sería posible perder dinero comprando un casoplón por 6.900 euros?
Yo lo perdí, ya lo creo que lo perdí.
Y no me quejo de haberlo perdido. Simplemente es algo que sucedió.
Compré dos parcelas, una por 45.000 euros y la otra (con chalet incluido) por 6.900 euros. En total pagué casi 52.000 euros por ambas parcelas. Bueno, en realidad solo había comprado el 92 por ciento indiviso.
Y las vendí con pérdidas por unos 46.000 euros tras haber perdido un procedimiento judicial contra el ayuntamiento y tras haber intentado por todos los medios venderlas al precio al que las había comprado. Creedme, no fue posible venderlas ni por un euro más de los cuarenta y seis mil que recibí.
Pues bien, unos meses después de haberlas vendido, el pasado mes de febrero de 2019 nos llegó la liquidación paralela que Hacienda había calculado sobre el precio de compra de 2016. Es decir, que la Hacienda Asturiana consideraba imposible que yo las hubiera comprado por 52.000 euros y nos hizo su liquidación dándoles un valor fiscal de 200.000 euros.
Es decir, que yo las había comprado en 52.000 euros pero la Hacienda Asturiana me obligó a tributar como si valieran 200.000, aunque unos meses antes solo pude venderlas por 46.000 euros.
¿Se puede ser más hijoputa?
Así es como arruinan a los tristes herederos asturianos. El heredero acepta la herencia porque supone que la casucha heredada apenas vale nada y luego llega hacienda y les dice que vale un millón y que a pasar por caja. Al final le quitan todo lo que heredó y todo el patrimonio reunido hasta entonces. Y además otro pico que les tendrá que ir pagando según lo vaya ganando.
Vivir en Asturias o invertir allí es un lujo que muy pocos se pueden permitir.
Y este invierno han intentado meterme otro rejón. Los servicios tributarios del Principado de Asturias me comunicaron que la liquidación del impuesto de plusvalía del Ayuntamiento en cuestión ascendía a la friolera de 1.949 euros por 19 meses de propiedad. O sea, que he perdido dinero en la compraventa pero estos señores quieren cobrarme casi dos mil pavos por el incremento de valor que dicen que los terrenos de la zona han tenido en estos 19 meses.
Mi gran error fue de pagar la liquidación paralela que me habían impuesto por la compra de las parcelas. Un trágala que debería haber recurrido y seguramente con éxito. No lo hice porque me pilló recién llegado de mis viajes de invierno, con la mitad del plazo ya transcurrido y con docenas de asuntos importantes que reclamaban mi atención. Lo pagué como un gilipollas y todavía me arrepiento.
Pero esta vez contraté a Fiscaly y en menos que canta un gallo recurrimos la plusvalía municipal. Fiscaly es el fiscalista que lleva la unidad temática de Fiscalidad Inmobiliaria del curso Triunfa Con Las Subastas. Y de paso nos asesora y nos saca a mi y a algunos alumnos de los siempre farragosos problemas fiscales.
Y este ha sido el mejor regalo que me han traído este año los Reyes Magos de Oriente: dos semanas después de presentado el recurso ya me habían ingresado el dinero en la cuenta corriente designada.
Ha sido acojonante, ni se han leído el recurso, que por otra parte era buenísimo y definitivo.
Mi conclusión es que esta gentuza hace las liquidaciones de este impuesto sabiendo de antemano que son insostenibles, de manera que si les llegan recursos simplemente devuelven el dinero y a por otro que sea más tonto que el anterior. Y ya está, no le dan más vueltas.
Este año me voy a esquiar a Canadá. Sed buenos y estudiad bien vuestras inversiones.
Y no hagáis el tonto como yo: a Hacienda no hay que pasarle ni una. A la mínima, contactad con Fiscaly y veréis como el dinero vuelve a vuestros bolsillos más pronto que tarde.
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