Hay dos cosas que me han impresionado y sorprendido mucho tras la muerte de Botín. Son dos detalles que parece que no tienen importancia, pero que me llaman mucho la atención.
Para aclarar un poco las cosas, lo primero que tengo que aclarar es que no soy precisamente de los que lo idolatraban; siempre he pensado que era una parte importante del problema y lo sigo pensando. En todo caso, lo primero que pensé cuando me enteré de la noticia era que nos esperaba un buen rosario de noticias destacando las bondades de la persona y la importancia para España. Por supuesto, también esperaba los comentarios de que es el gran malo.
Ahora bien; de la misma forma tengo que decir que no me alegro de su muerte; y no lo hago por tres motivos; el primero es obvio. Es una muerte, y nadie debería alegrarse por esto; ni por la de Botín, ni por la de nadie; (en esto cuando se empiezan a hacer excepciones vamos mal).
El segundo es que nada se ha arreglado, ni nada se va arreglar por su muerte. Hoy todo sigue como ayer y mañana seguirá exactamente igual. Emilio Botín, (como todo lo que escribo en este blog es mi opinión), era el ejemplo perfecto de un gran problema; pero lamentablemente no era el problema y no va a desaparecer. De hecho, incluso es posible que su fallecimiento acabe significando un problema, porque siempre es malo que desaparezcan los ejemplos de algo.
De hecho, el tercer punto es precisamente este; Cuando los historiadores del futuro miren estos tiempos, acudirán a todas las fuentes oficiales para explicar nuestros tiempos. No es difícil entender lo que sacarán. Para entendernos, imaginemos que Ricardo Salgado hubiese fallecido el año pasado, antes de ser detenido por la caída del BES. Su lugar en la historia hubiese sido muy distinto al que va a tener.
Y enlazando con esto, las dos cosas que me han extrañado: Por un lado, el blindaje de noticias. No estoy hablando del montón de artículos que lo loan. Estoy hablando del blindaje absoluto que se reproduce en las circunstancias de su muerte. Recordemos que cada vez que un personaje público fallece, nos encontramos con el “falleció a las tres de la tarde mientras estaba durmiendo”… o “después de comer se encontró mal, y fue ingresado en ….”., “avisados los sanitarios no pudieron hacer absolutamente nada por su vida”. Pongamos por ejemplo el caso de Rosalía Mera, (quizás el más cercano que se me pueda ocurrir). No me acuerdo de los detalles de cómo ocurrió, pero sí que sé que se informó de lo que había hecho, de cómo había sido y en general hubo noticias.
Ni una sola referencia he encontrado en el caso de Emilio Botín. No se entienda mal; no es que me importe demasiado, pero claro me sorprende hasta que punto llega el control de los medios y de la información. Es increíble que incluso informaciones inocuas como la hora de la muerte no salga a la luz pública, y un poco incomprensible dada la cantidad de informaciones que no informan.
Y lo segundo que me ha sorprendido y mucho, a lo que yo sólo le encuentro una referencia velada al caso del Banco Espirito Santo, está en las palabras que le dedica su hermano (Jaime Botín) en “El País”. El último párrafo es especialmente extraño ya que empieza con; “Siempre tuvo claro cuáles eran sus obligaciones y cuáles sus devociones. A ambas fue fiel hasta el último día como atestiguarán los que le trataron”, y acaba afirmando que le han sido conferidos dos dones: “aunque no ejerció de profeta, tenía, en la medida que es dable a los mortales, el don que Zeus concedió a Tiresias, leer el futuro. Los hados, por su parte, le han concedido otro inestimable: el de morir a tiempo, para dolor de los suyos pero con ventaja para él y, tal vez, de las devociones y obligaciones aludidas.”
Esta frase en particular me tiene intrigado desde el primer momento que la he leído. Se supone que estamos en etapa de recuperación, de tranquilidad para la banca y en el camino de volver al podio. ¿Por qué es un don morir a tiempo?. ¿Por qué es una ventaja?. ¿Por qué es una ventaja de las devociones y obligaciones a las que fue fiel hasta el final?.
¿Qué es lo que veía en el futuro para que estas palabras tengan sentido?. En todo caso, está claro que estas palabras no encajan ni de lejos en todo lo que se ha dicho, (y ocultado) estos días. También está claro que sorprenden, lo que nos ha de llevar a otra pregunta: ¿Por qué Jaime Botín dice esto?, que es muy distinta a la anterior, ¿Qué espera? o ¿Qué esperaba Emilio Botín?.
En todo caso, acabo el post con una obviedad; ya no hay nada que reclamar a Emilio Botín, y aunque, en mi opinión, fue un gran problema, (no el gran problema), ahora no lo es. De hecho, quizás el problema sea y haya sido Banco Santander.