En el sistema, como ya se ha explicado en las anteriores entradas, se superponen dos estrategias con un comportamiento diferente entre sí y en función de la etapa del horizontes de inversión en que estemos.
Tras cuantificar el horizonte de inversión en 10 años, lo dividimos en dos etapas de 5 años, una inicial de acumulación donde somos “codiciosos” y compramos prioritariamente bolsa y otra de consolidación en donde somos “temerosos” y compramos prioritariamente activos seguros y de mínima volatilidad.
La primera estrategia, DCA, es totalmente pasiva y consiste en asignar a renta variable las aportaciones durante la fase de acumulación y no hacerlo durante la segunda dedicando las aportaciones periódicas a mantenerlas en cuenta o (si en ese momento las hay) a inversiones en renta fija que tengan mejor relación coste/beneficio que la pura liquidez.
La segunda, 123, más activa, consiste en comparar la rentabilidad obtenida por el conjunto de la cartera con unos objetivos anuales de rentabilidad que previamente hemos definido.
Dividimos el importe de la cada aportación en dos unidades de inversión.
Durante la etapa de acumulación correspondiente a los 5 primeros años de aportación somos “codiciosos” porque tenemos un horizonte temporal lo suficientemente amplio como para estimar muy probable una rentabilidad positiva en la renta variable al final del plan, sin preocuparnos por la volatilidad de rendimientos a lo largo del tiempo. Lo que nos importa es el resultado final, no los intermedios, al igual que a un equipo de futbol no le importa su clasificación a lo largo de la liga sino la obtenida tras la última jornada.
Dado que la volatilidad existe y no la podemos evitar, vamos a convertirla mediante las reglas de 123 en potencial aliado en vez de enemigo.
Si el porcentaje de rentabilidad acumulada por la cartera de renta variable está por encima del porcentaje objetivo invertimos 1 unidad de inversión equivalente al 50% de la aportación dejando en cuenta el otro 50%
Si el porcentaje de rentabilidad acumulada por la cartera de renta variable está dentro del rango de porcentajes definido por las rentabilidades mínima y objetivo invertimos 2 unidades de inversión, lo que equivale al 100% de la aportación
Si el porcentaje de rentabilidad acumulada por la cartera de renta variable está por debajo del porcentaje mínimo invertimos 3 unidades utilizando la liquidez en cuenta para financiar la compra de la tercera unidad de inversión
Durante la etapa de consolidación, correspondiente a los últimos 5 años del plan, nos volvemos “temerosos” y dedicamos las aportaciones a apuntalar el plan frente a los embates de la volatilidad colocándolas como norma general en liquidez o en activos equivalentes que eventualmente ofrezcan mejor retribución.
La excepción será cuando la rentabilidad este por debajo del objetivo mínimo en donde invertiremos en renta variable, pero solo una unidad de inversión.
Además, empezaremos a tomar beneficios si el porcentaje de rentabilidad excede el porcentaje objetivo.
Esto se implementa mediante una inversión de las reglas anteriores.
Si el porcentaje de rentabilidad acumulada por la cartera de renta variable está por encima del porcentaje objetivo dejamos en cuenta la aportación o la invertimos en renta fija y además vendemos el equivalente a 1 unidad de inversión en renta variable
Si el porcentaje de rentabilidad acumulada por la cartera de renta variable está dentro del rango de porcentajes definido por las rentabilidades mínima y objetivo dejamos en cuenta la aportación o la invertimos en renta fija
Si el porcentaje de rentabilidad acumulada por la cartera de renta variable está por debajo del porcentaje mínimo invertimos 1 unidad de inversión en renta variable y dejamos la otra en cuenta o la invertimos en renta fija.
En el periodo que estamos analizando, entre mayo y septiembre de 2020, estamos en el año 1 del plan cuyos objetivos mínimo y máximo son 0% y 9%.
Empezamos por el detalle de las observaciones realizadas hasta ahora, incluyendo ya la última este mismo mes de septiembre.
Cada mes hacemos una observación con los datos facilitados por MyInvestor en la que registramos los precios de coste de los fondos (columnas 3 y 4), los precios de mercado en el momento de la observación (columnas 5 y 6) y la liquidez en cuenta (columna 7) El total (columna 8) debe coincidir con la posición global según MyInvestor.
Vemos que a partir de julio la rentabilidad se ha situado por encima del objetivo del 9%, por lo que en vez de los 400 aportados solo invertimos 300, los 200 DCA, que utiliza el fondo de Vanguard y 100 de 123 que utiliza el de iShares.
Se puede observar en la columna 17 como la decisión de invertir el 75% de las aportaciones periódicas en vez del 100% mantiene el nivel de exposición a renta variable en las cercanías de dicho porcentaje, sin incrementar el riesgo dado que la sobrecompra de la bolsa hace probable una importante corrección en algún momento.
Probable pero no segura, si la corrección fuera segura lo mejor sería vender todo y esperar a que se produzca para comprar más barato. Pero tal decisión, habitual en los inversores inexpertos, aunque es frecuente que funcione y proporcione una rentabilidad extra, a la larga resulta errónea.
Errónea porque ni es seguro que el mercado vaya a caer, puede haber factores que alimenten la subida durante meses o años, ni tampoco tenemos ninguna referencia fiable para saber cuando finalizará la caída una vez iniciada, el mercado puede darse la vuelta antes de llegar al punto de entrada que habíamos fijado para comprar y no llegar a tocarlo nunca.
En ambos casos nos enfrentamos a un efecto expulsión: el mercado sube y nos estamos quedando fuera, lo que desemboca tras un período más o menos largo de indecisión en una recompra por encima de los niveles a los que vendimos y en una pérdida de rentabilidad respecto a haber mantenido la inversión.
Por ello es muy importante el entender que casi todo lo que sucede en el mercado sólo es posible pronosticarlo en términos de mayor o menor probabilidad, por lo que las apuestas a todo o nada pueden funcionar en el corto plazo ayudadas por el azar, pero a la larga conducen al fracaso.
Cuadro resumen de la posición con los datos de la observación y de la contabilización de operaciones cruzados para evitar cualquier discrepancia.
Estos datos son en el momento de la observación, es decir, antes de la operación de inversión de la última aportación cuyo importe se calcula con los datos de la observación
En septiembre volveremos a invertir 200 euros en el fondo de Vanguard que se utiliza para el DCA y 100 euros en el fondo de iShares que se utiliza para 123
Resumen de las operaciones realizadas a día 12-09-2020, momento de la observación.
Finalmente, para completar la información necesaria para el seguimiento del sistema, resulta conveniente, aunque no indispensable, el conocer la rentabilidad que estamos obteniendo.
Cuantificar la rentabilidad en un momento dado no debe inducirnos a modificar las reglas del sistema, excepto cuando nos ponga en evidencia el que no está funcionando como esperábamos en la coyuntura concreta del mercado en la que estamos en ese momento.
Para cuantificar la rentabilidad calculamos la TIR de la inversión (esto es largo de explicar por lo abordaremos con detalle en otra entrada). Para que los datos sean lo más reales posible, hemos calculado el coste fiscal de la afloración de la ganancia acumulada en los fondos.
Vemos que la rentabilidad después de impuestos para el conjunto de la inversión (no sólo la renta variable) obtenida en este breve período es de un 17,58%, cuando una estimación realista de dicha rentabilidad a largo plazo no debe exceder el 3-4%. Lo que sugiere prudencia a la hora de seguir asumiendo riesgos, justo lo que hace 123 al reducir la cantidad invertida, pero teniendo en cuenta a la vez la amplitud del horizonte temporal para no caer en un conservadurismo que en este momento resulta extemporáneo, sólo se trata de modular levemente la agresividad.
Dejo enlace con validez de 7 días para descarga del fichero de gestión del sistema