El 23 de septiembre de 2015 me decidí a abrir una cartera experimental basada en el más puro criterio long/short. El objetivo era superar la rentabilidad del mercado mediante estretagias de pares long/short que, si bien no conforman exactamente una cartera "market neutral", se podría parecer bastante a ese ideal.
Como experimento que es no he replicado todos los movimientos en real, pero sí una buena parte de ellos. Las conclusiones de esta andadura, aún no pudiendo dedicarle el tiempo que me hubiera gustado, son más que positivas. Sin embargo, no escribo esta entrada para practicar un ejercicio de autofelación, sino para ensalzar el valor de la más absoluta vagancia en la gestión de carteras.
Sí, también en una cartera clásica de un hedge fund, como podría ser esta.
Y es que aquello que dijo el abuelo de que El letargo que raya en la holgazanería, sigue siendo la piedra angular de nuestro estilo inversor no tiene por qué ser una cualidad restringida a la inversión value. La prueba la tienen aquí.
La cartera se basa en estrategias de todo tipo de entre las que caben en mi cabeza con la estricta regla de que los pares abiertos estuvieran totalmente balanceados. Por ejemplo, se han abierto bastantes pares primando donde la pata larga eran empresas de energías limpias y exactamente la cantidad contraria en la pata corta con nucleares. Pero sobre todo aposté desde el principio por la caída de la bolsa española generalista, contando para ello con Bankinter, quizás el menos banco de todos, en la pata larga, y prácticamente todos los demás bancos españoles en la corta. A causa de ello también se le ha concedido más recorrido a índices menos bancarizados como DAX o CAC frente a IBEX. Incluso tuve tiempo de cometer autoherejías, como ponerme corto en una de mis empresas favoritas, Tesla.
¿Qué pasa? Sólo son negocios.
Desde que echó a rodar el asunto hasta poco más de seis meses después, la evolución bruta de la cartera fue tal que así:
La verdad es que estaba muy contento con este resultado. Partiendo de 150.000 dólares, sin proteger divisas ni cubrir con futuros de índice ni nada, y apalancado 2.5x, una cifra que quita el hipo, la cartera había sobrevivido a las grandes bajadas del invierno incluso beneficiándose de ellas y, a pesar de la recuperación subsiguiente de la banca española, el 8 de abril registraba cerca de un 17% de rentabilidad bruta y en torno a un 14,5% de rentabilidad neta. En ese punto ya no tenía mucho tiempo para dedicarle a la estrategia, así que me olvidé un poco de ella creyendo que iba en modo "piloto automático".
Sin embargo, poco más de dos semanas después me acojoné. Los más de 25.000$ de beneficio bruto latente sobre los 150.000 iniciales que sirvieron para inaugurar el fondo se habían reducido a poco más de 17.000$. Aunque la cartera seguía ostentando un meritorio beneficio, me entró el canguelo y corté pérdidas.
Ayer me marqué un objetivo de pérdidas intradiarias para hoy y se ha cumplido. El resultado es que he cerrado la mayoría de los spreads a lo largo del día salvando unos pocos en los que sigo confiando. No tengo demasiado tiempo para dedicarle a esta cartera, estoy enredado en otros menesteres y, al ver algunos pares que abrí hace meses he alucinado, "¿qué hace esto abierto aún si las condiciones de mercado han cambiado?". Así que he hecho tabla rasa de muchas cosas.
Por supuesto, has acertado amigo lector. Trunqué la cartera cerrando más de la mitad de sus pares justo cuando no debía hacerlo. Lo cierto es que mi movimiento fue un perfecto ejemplo de libro de claudicación.
He comprobado que cuando anuncié que cerraba muchos spreads de la cartera... lo hice en el punto exacto de claudicación. Desde entonces, la cartera se ha recuperado casi un 7%. Mirad como estaría a día de hoy.
Anuncié el cierre parcial de la cartera justo en el mínimo, 167.000.
Viendo la capacidad que tengo de adivinar suelos de mercado por el "método del acojone vivo", ¿qué pensáis que habría pasado con esta cartera tras el Brexit de no haberla cerrado parcialmente el 8 de abril?
Exacto, iría como un tiro.
Esta es la evolución que habría tenido la cartera (insisto, rentabilidades brutas, a descontar en torno a un 3% para obtener el neto) de no haber tocado nada y entregarme a la más absoluta holgazanería Buffettiana desde el 8 de abril en lugar de haber toqueteado lo que no debía.
Hoy día, y tras nueve meses desde su creación, obtendríamos la rentabilidad más alta de su historia, un 21,78% bruto y en torno a casi un 19% neto. Habría cumplido con creces su objetivo, superar a todos sus índices de referencia europeos o americanos, con o sin dividendos. Desde su creación los índices se han comportado tal que así (añadir 1.5 puntos al S&P 500, en verde, en concepto de dividendos)
Sin embargo, considero que lo mejor de la cartera ya defenestrada era su volatilidad. El mayor drawdown registrado fue de poco más del 5%, precisamente culminando el día de la claudicación. Una volatilidad bastante menor que la registrada por los índices europeos a lo largo de estos meses.
Hay quien comenta que más que una cartera se trata de una anticartera y que no funcionaría en fases alcistas del mercado. Pero lo cierto es que hoy, día muy verde en todo el mundo, la cartera gana en torno a 600$ en el intradía con USA y Europa abiertos.
Miedo, avaricia, quizás exceso de prudencia o de humildad. Lo cierto es que cada día que pasa los mercados me parecen un área donde la psicología y la filosofía son los puntales de las buenas rentabilidades... junto con una mijita más de flojera de la buena.