Andrea Jimenez
Esta historia comienza en Montenegro de Bagaces, en una casa que por las noches se alumbraba con candelas. Mi casa estaba llena de colores, animales y texturas. Cosas que pueden quizás alentar la imaginación de una niña pequeña. Pero, aunque ustedes no lo crean, la magia no sucedía en el día, sino en las noches. Cuando los zancudos no nos obligaban a correr a la casa en busca de refugio, podíamos ver el cielo por muchas horas. Ininterrumpidos por la ausencia de luz en muchos kilómetros, nuestras noches de ver el espacio eran sin duda alguna las más impresionantes. Vivir en un mundo que quizás solo puede ser puesto en frases por Gabriel García Márquez fue tal vez el detonante de una gran aventura: el amor por la ciencia.
Una noche, la primera vez que vimos la estación espacial internacional pasar por nuestras cabezas, esa niña un poco rara e imaginativa puso su corazón en el espacio.
Andrea con 8 años de edad presentando su proyecto acerca de energía geotérmica en la feria científica de su escuela
Una noche, la primera vez que vimos la estación espacial internacional pasar por nuestras cabezas, esa niña un poco rara e imaginativa puso su corazón en el espacio.
Creer que hay personas que pueden ir al espacio, entender el poder de la tecnología espacial en los instrumentos tecnológicos que utilizamos en nuestras vidas y soñar con ser parte de alguna forma de este tipo de desarrollos, es lo que ha inspirado a las hoy muchas científicas, matemáticas, ingenieras y tecnólogas del país. Yo soy ingeniera biomédica, una profesión que podría considerarse muy alejada del espacio, pero cada paso que he dado ha sido para llevarme a una meta más grande; crear dispositivos que permitan la vida fuera del planeta de forma sostenible y entendiendo fielmente que todos los inventos desarrollados para funcionar en el espacio pueden beneficiar a las personas en la tierra en gran manera.
Es el espacio el que nos da esa ilusión a miles de niñas, de ser astronautas o ingenieras, de ser grandes científicas y explorar otros planetas. Es el espacio lo que nos da esa chispa que nos hace perderle el miedo a lo desconocido, a la ciencia, a lo nuevo. Esa ilusión no nos lleva a todas a trabajar en temas espaciales; algunas deciden trabajar en brasieres inteligentes que previenen el cáncer de mama, en modelos matemáticos para crear algoritmos, en negocios y emprendimiento, en conocer y salvar los océanos, en sueros antivirales, en crear el software necesario para almacenar los datos del censo de todo un país o tantas otras ramas.
Andrea en MIT 2017
Es el espacio el que nos da esa ilusión a miles de niñas, de ser astronautas o ingenieras, de ser grandes científicas y explorar otros planetas. Es el espacio lo que nos da esa chispa que nos hace perderle el miedo a lo desconocido, a la ciencia, a lo nuevo. Esa ilusión no nos lleva a todas a trabajar en temas espaciales; algunas deciden trabajar en brasieres inteligentes que previenen el cáncer de mama, en modelos matemáticos para crear algoritmos, en negocios y emprendimiento, en conocer y salvar los océanos, en sueros antivirales, en crear el software necesario para almacenar los datos del censo de todo un país o tantas otras ramas.
Hace un par de años, fui invitada a hacer una pasantía en la NASA, lamentablemente, no pude ir pues mi país no tiene un convenio de pasantías (i2) y al ser la NASA una agencia gubernamental es sumamente difícil que un extranjero logre hacer estancias de investigación. Puedo decirles sin ninguna duda que fue uno de los momentos más tristes en mi carrera profesional y yo, la niña que soñó con ser científica, decidí dejarlo temporalmente hasta volver a tener la inspiración necesaria para volver a intentarlo.
Andrea Jimenez hoy
Hace un par de meses el Profesor Bruce Callow me mencionó el arduo trabajo que que Doña Sandra Cauffman, tica, directora del departamento de ciencias terrestres en la NASA quien sabe la importancia de la ciencia aeroespacial para las niñas y niños costarricenses y que ha inspirado a muchísimas mujeres de este país (incluida yo) tiene en sus manos el convenio i2 listo para ser firmado por el gobierno de Costa Rica desde hace más de 5 años. Este convenio les permitiría a los estudiantes hacer pasantías en la NASA y ser la puerta a la inspiración de miles de futuras ingenieras e ingenieros. Por lo tanto, decidimos darle seguimiento a este acuerdo y encontrar el mecanismo legal para que pueda ser firmado. El Doctor Adolfo Chaves, el coordinador del laboratorio de sistemas espaciales del TEC, nos contó del proyecto de ley que busca la creación de la agencia espacial costarricense.
Hoy Costa Rica tiene dos instrumentos sumamente poderosos a su alcance; El convenio i2 para que los estudiantes costarricenses puedan hacer pasantías en la NASA y la posibilidad de tener nuestra propia agencia espacial para firmar dicho convenio. Como les conté antes, hay un poder de inspiración en el espacio que puedo asegurar es de los más fuertes que existen en el mundo de la ciencia. Aunque considero que la inspiración, los sueños y el poder de la educación científica en el futuro de las niñas y niños del país es lo más importante, los números fundamentan las decisiones. Por eso les dejo a continuación una pequeña recopilación de datos importantes
Se espera que el valor de mercado de la industria aeroespacial sea de 1.4 trillones de dólares para el 2030. ¿Se imaginan lo que significaría para la economía costarricense tener un clúster aeroespacial de esa magnitud? Tener los profesionales y mecanismos estatales para que Costa Rica se presente como un país de inversión en la industria, es ser parte del desarrollo económico del futuro. Así como nos presentamos hace unos años como un país capacitado para atraer inversión de la industria médica (con un valor de mercado de 457 billones de dólares aproximadamente) y que actualmente representa más del 6.3% del PIB del país y genera más del 8% del empleo, podríamos igualmente generar y diversificar las fuentes de trabajo en Costa Rica utilizando el convenio y la agencia espacial como palanca.
La tendencia desde los años 90 es al crecimiento del estudio de carreras de ingeniería. Sabemos que existen muchas causas por los cuales los estudiantes han decidido estudiar esta rama, pero me gustaría dejarles un pequeño dato. La primera misión como astronauta de Franklin Chang-Díaz fue en el año 1986. La tendencia más marcada en crecimiento de los estudios de ingeniería comienza en 1999. 13 años después todos esos niños que fueron marcados por ese hecho histórico en la ciencia e ingeniería en Costa Rica pueden tener una influencia y correlación directa en el incremento de titulaciones en ingeniería.
¿Cuando comenzó Sandra Cauffman a promover la ciencia, ingeniería y tecnología en Costa Rica? Ella nos comenta que "Probablemente desde 1998 cuando regresé a Costa Rica por primera vez después de mi partida". A partir de 1999 el promedio de mujeres en ingeniería comenzó a crecer. Pero el día de hoy las mujeres en ingeniería siguen siendo un menor porcentaje. ¿Si viéramos más ticas en la industria aeroespacial, aumentaría la cantidad de graduadas en ingeniería? Yo creo que sí.
Para entender la correlación entre los estudiantes de ingeniería y la inspiración que pudo ser un costarricense en la industria espacial y para conocer la precepción de las personas con respecto al tema, hice una encuesta donde participaron 214 personas de los cuales la distribución de los que contestaron fue de 57% Hombres y 43% mujeres 0% otro. De este porcentaje, el 74% ha estudiado una carrera en ingeniería, ciencia, matemática o tecnología. Así se distribuyen las preguntas y respuestas:
¿Algún costarricense en la industria espacial (ej: ¿NASA) ha inspirado su vida de alguna forma?
¿Cree que si los estudiantes costarricenses pudieran hacer pasantías en agencias o centros espaciales (ej: NASA) le traería algún beneficio al país (ciencias, desarrollo, ¿otros)?
¿Cree que la industria espacial puede traer beneficios económicos a Costa Rica?
Analizando parte de los datos, hechos e historia considero que diversificar la industria, habilitar herramientas que promuevan la ciencia y tecnología, la educación y la apertura de posibilidades, es bueno para los individuos, la economía y el posicionamiento global del país. Tenemos mecanismos para lograrlo, pero más importante el talento humano. Fuimos de los primeros países del mundo en tener luz eléctrica, hemos sido pioneros en sostenibilidad, en desarrollo de sueros antiofídicos entre tantas otras cosas. Ya es hora de seamos el país de primer mundo que realmente tenemos el potencial de ser.