Lo más importante es la credibilidad. El descrédito de este gobierno ya no puede caer más bajo. Ya no se fía de él ni la abuela de Zapatero. Cuando alguien cambia en innumerables ocasiones las reglas de la partida en el desarrollo de la misma, cuando le viene en gana, de acuerdo con las ocurrencias de un cretino, le suceden esas cosas. Nadie en su sano juicio que todavía conserve un duro va a sacarlo de la madriguera y lo va a poner a circular, mientras esta panda de majaderos estén donde están.
Los nuevos que lleguen tendrán el beneficio de la duda, al menos hasta que la caguen y tendrán que ser muy muy torpes para hacer las cosas igual de mal.
Sea suficiente o no, como han dicho más arriba, hay innumerables partidas en las que se puede meter la tijera a fondo, para que no paguen siempre los mismos. Hay múltiples propuestas que han circulado por ahí ultimamente y algunas de ellas tendrían un respaldo popular bastante aceptable. Otra cosa es que quieran hacerlo porque tocaría directamente su propio bolsillo.
Hace mucho que no creo en milagros, menos todavía en promesas. Sólo espero que quien llegue lo haga un poco mejor. No es tan difícil.