Normalmente los gobiernos pierden las elecciones por sus pésimas formas de hacer las cosas y nunca por los méritos acreditados por la oposición.
Los peperos asturianos hacen como siempre el más difícil todavía. Su grado de ineptitud es tan elevado que por muy piojoso que sea el gobierno al que se oponen, que es piojoso en grado superlativo, siempre son capaces de arrimar el hombro para que su rival político se mantenga en el gobierno sin el menor esfuerzo.
Mientras tanto la decadencia asturiana continua en caida libre, en la misma proporción que su podredumbre pólítica.
Mientras los que cantan la internacional en Rodiezmo se llenan los bolsillos, el jabalí es la única especie que progresa en Asturias de año en año. La población continua anestesiada con jugosas prejubilaciones que dilapidan divirténdose en los centros comerciales creados al efecto para su ocio y entierra al mismo tiempo el futuro de sus hijos.
El envalentonado cerdo silvestre ya está cercando la capital y pronto tomará su parlamento.
Asturias: cada vez más paraiso natural (del cerdo silvestre).