El caso Ferrovial y sus consecuencias
Lo que vale para Softbank y ARM vale también para Ferrovial, en primera línea informativa desde esta semana tras haber anunciado una operación corporativa estratégica para cotizar en EEUU antes de 2024 por la vía más rápida posible. Es la meta final de una fusión inversa que le llevará a trasladar primero su domicilio fiscal a Países Bajos para cotizar primero en la paneuropea Euronext, que agrupa a las bolsas de Ámsterdam, París, Dublín, Bruselas, Lisboa, Milán y Oslo… Todas las del euro menos Fráncfort, por un lado, y Madrid, por otro. Los motivos de la compañía son de sobra conocidos: financiarse a menor coste con la deuda que emita, captar más inversores que se incorporen a su accionariado y, como parte de esto último, incorporarse a determinados índices bursátiles estadounidenses y europeos que están restringidos de facto a las bolsas españolas de BME, cuya cabecera mudó su sede a Zurich tras la fusión con SIX Group, por cierto, con todas las bendiciones del actual ejecutivo de Sánchez y Calviño.
Ferrovial ha dado un dato en su documento de fusión que es inequívoco: el 92% de sus inversiones en el periodo 2023-2027 se van a concentrar en EEUU donde está involucrada en proyectos con una envergadura de 15.000 millones de dólares de inversión (T1 del aeropuerto JFK de Nueva York, i-66 Virginia, North Tarrant Texas) que se financian, por si alguien lo desconocía, vendiendo bonos a inversores especializados que apenas existen en España. Los grandes fondos y planes de pensiones anglosajones que ponen su dinero en este tipo de compañías pisan Dublín, Ámsterdam, Nueva York y para de contar. Algunos de ellos tienen prohibido invertir en compañías que no tengan un rating de la máxima calidad (a partir de A) y Ferrovial necesita subir algunos escalones para alcanzar ese nivel. El ancla del rating soberano pesa y mucho en esas notas de agencias como S&P, Fitch o Moody's. La compañía de la familia Del Pino necesita además refinanciar 1.000 millones de euros entre bonos híbridos y deuda senior antes de 2024 en un escenario en el que los costes de financiación se han multiplicado para hogares, empresas y la propia Administración.
El
ataque en bloque del Gobierno de
Pedro Sanchez a Ferrovial por sus planes supone plantar una bandera roja en el mapa de los inversores internacionales en un momento en el que la financiación comienza es cara y va a ser cada vez más escasa pero para todos, también para el Tesoro Público que tiene que salir a
refinanciar su deuda y emitir todavía más para cubrir el déficit público en que volverá a incurrir Moncloa un año más. Por eso Sánchez se ha disparado un tiro en el pie al airear un asunto que, de haberse gestionado correctamente, e
ra claramente una oportunidad pero lo han convertido en crisis en un ataque de despecho al más puro estilo Shakira.
Lo que va a terminar trascendiendo a este paso para los inversores internacionales es que
Ferrovial se exilia perseguida por su gobierno. De hecho, algún analista ha tachado de infantil la reacción descontrolada de Moncloa ante un anuncio que en realidad es un ascenso a un club al que no puede acceder cualquier empresa, aunque se lo plantee. Ahora todo se ha emponzoñado hasta el punto de que los inversores internacionales van a medir con tiento cada paso que den en España. Ahondando en el análisis,
las inversiones en infraestructuras que ha puesto en marcha Biden y a las que aspiran empresas como Ferrovial le van a salir gratis gracias, entre otros, a Sánchez y el resto de líderes europeos. Desde 2021 a 2022,
Europa ha multiplicado su factura energética hasta 1 billón de euros y buena parte de ellos han ido a comprar petróleo y gas a EEUU, el nuevo proveedor de energía de referencia tras la guerra de Ucrania. Solo España
gastó 90.000 millones de euros el año pasado en traer energía fósil desde otros países.