La crisis en el sector soberanista aumenta un grado cada día. Si el jueves por la noche la CUP dio un portazo a la Declaración de Unilateral Independencia (DUI) en el Parlament, negándose a votarla porque «los ciudadanos ya decidieron la independencia el 1 de octubre», y Carles Puigdemont se planteó la publicación de un decreto del Govern para solemnizar esta declaración recibiendo a su vez otro portazo, con amenaza de dimisión incluida de al menos tres consellers (Santi Vila, Empresa; Meritxell Borràs, Gobernación; y Carles Mundó, Justicia; todos ellos contrarios a este procedimiento) ayer LA RAZÓN supo que Santi Vila, líder de uno de los sectores del PDeCAT, le presentó una «dimisión preventiva», para hacer explícita su oposición.
En opinión de estos consejeros, la DUI firmada en un decreto abre las puertas a acciones judiciales contra todos sus miembros, lo que consideran contraproducente. La información publicada por este periódico no ha sido desmentida.
Santi Vila y Marta Pascal, la coordinadora del PDeCAT, empezaron el día de ayer siendo triturados en las redes sociales por la CUP. Su negativa a secundar el boicot a las entidades financieras para afectar la economía y al euro, según la convocatoria de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, no fue del agrado de los radicales. Vila, como consejero de Empresa, lanzó el siguiente tuit: «Tensionar los bancos o dinámicos de boicot comercial no son la mejor manera de hacerse oir. Poner en riesgo la economía es siempre un autogol». El mensaje desató las iras de los antisistema. No le fue mejor a Marta Pascal, que fue linchada en las redes por afirmar: «Queremos construir un país de gente libre. Queremos hacerlo en libertad, respetándonos. Con su dinero, que cada cual haga lo que quiera».
Tras estos acontecimientos, que denotan una crisis en toda regla, Junts pel Sí y la CUP continuaron las negociaciones para intentar alcanzar un acuerdo sobre la DUI. El lunes por la mañana, Carme Forcadell, la presidenta del Parlament, ha convocado Junta de Portavoces para fijar fecha para el pleno. Aquí finaliza, en teoría, el plazo para el acuerdo.
En estas negociaciones volvió a ponerse encima de la mesa que la declaración no fuera votada para evitar que los 10 votos de la CUP hicieran posible que la DUI fuera rechazada por el Parlament. La CUP insistía en romper con el Estado aplicando de forma inmediata la Ley de Transitoriedad y abriendo un proceso constituyente, porque la negociación es imposible y porque la aplicación del artículo 155 de la Constitución es «todo un atentado al autogobierno y a la dignidad de los catalanes».
Ayer mismo, la CUP hizo el primer llamamiento a la resistencia de los funcionarios ante el decreto, como adelantó este diario esta misma semana. Desde la formación anticapitalista se acusaba al ejecutivo de estar «ramoneando», una expresión derivada del dicho catalán de hacer «la puta y la ramoneta», algo así como «tener el pie en dos zapatos».
Esquerra Republicana se mantiene, por su parte, en la ambigüedad. Si bien insisten públicamente en seguir adelante con el proceso rupturista, en las últimas horas dirigentes como Joan Tardà han insistido en la necesidad de negociar y no cerrar las puertas. Tardà, por ejemplo, no participó en la «perfomance» que realizaron en el Parlament el PDeCAT y Podemos pidiendo la libertad de Jordi Sánchez y Jordi Cruixart, y en su pregunta a la vicepresidenta en la sesión de control en el Congreso mostró un talante firme a la vez que conciliador con Soraya Saénz de Santamaría.
El botón de las elecciones
En ERC preocupa una posible inhabilitación de Junqueras tras una aplicación del 155, por lo que podría ser una salida que el presidente catalán convocara elecciones durante la tramitación del decreto del que hoy se conocerán todos los detalles. Sin embargo, el vicepresidente Junqueras se ha mostrado contrario a una convocatoria electoral, aunque fue ERC quién planteó esta posibilidad la semana pasada en las reuniones de coordinación de Junts pel Sí. En principio, todos los partidos rechazan una convocatoria electoral, aunque esta opción cada día gana más enteros ante el callejón sin salida de la situación. La cuestión a resolver es quién es el acusado de ceder ante el gobierno de Rajoy, de frenar el proceso y de pagar los platos rotos.
Sin embargo, «Puigdemont es Puigdemont y, por tanto, imprevisible», decía un dirigente del PDeCAT. Ciertamente, el presidente catalán es un verso suelto y actúa según su criterio que, por ahora, sigue siendo consumar la independencia. Además, en su propio partido empieza a visionarse un fuerte vértigo ante la posibilidad de que Puigdemont se inmole y deje al partido sin liderazgo. Según esta tesis, Puigdemont seguiría adelante, aunque le costara la prisión, pero el PDeCAT podría quedarse muy mermado para concurrir a unas elecciones.
Por eso, en el frente nacionalista se está generando el debate de potenciar una «lista de país» que no cuenta con el ardor guerrero de ERC, a la que todas las encuestas le dan como ganadora. El PDeCAT, por el contrario, se muestra entusiasmado con esta idea que cuenta con el beneplácito de las entidades soberanistas.