Obsesionado como está con la televisión, nadie mejor que Pablo Iglesias (Madrid, 1978) ha sabido utilizarla para construir un liderazgo mesiánico y articular un mensaje innovador y de cambio que, en menos de un año, ha revolucionado España y la anquilosada manera de hacer política.
Este joven profesor de Políticas, de 36 años y ex militante comunista, supo ver como nadie, junto a otros docentes de la Universidad Complutense, el divorcio de la calle con su clase política para lanzar un nuevo partido, Podemos, que cada día suma más simpatizantes en un caldo de cultivo ideal, con un país que semana tras semana descubre escandalizado un nuevo caso de corrupción mientras la sociedad sufre con dramatismo las duras consecuencias de desempleo y crisis económica, que han provocado el aumento de la pobreza y las desigualdades.
Este clima de indignación y resignación tuvo una primera explosión social en el 15-M, pero fue tras su fracaso, años después, cuando Iglesias retomó su legado abanderando Podemos. El partido nació, creció y se multiplicó en las tertulias de televisión, donde Iglesias, con su coleta, removió a la sociedad con un nuevo lenguaje tajante y feroz, señalando a los políticos tradicionales como los culpables, y estableciendo la dicotomía entre ellos, "la casta" que sólo defiende sus privilegios, y la gente que sufre y que necesita "empoderarse" para recuperar sus derechos.
Sus soluciones, tachadas de populistas e irrealizables, sobre todo en economía, han hecho creer a muchos, tras su eclosión en las elecciones europeas, que, como dice su lema, "sí se puede".