Spain is different
La supervivencia de una empresa pequeña en España no sólo es un triunfo, es un milagro. Soy inglesa. Hace cuatro años abrí una agencia de relaciones públicas en Barcelona con mi propio crédito. En septiembre del 2008 amplié en Madrid. Contraté a recién licenciados y a parados de larga duración. Siempre ha sido rentable.
Las pequeñas empresas, motor de la economía, no sólo no reciben ayudas, sino que se les ponen obstáculos. Por ejemplo, los elevados costes en la Seguridad Social. Imposible atraer a gente con experiencia, y todo te conduce a contratos temporales. Y los despidos están entre los más caros de Europa. Y luego sorprenden otras cosas. Por ejemplo, en la época actual, en la que existe la banca electrónica, ¿cómo sigue vigente el plazo de 90 días para emitir un pago? Eso pone en peligro la liquidez y la supervivencia de una empresa. En economías más dinámicas se dan 30 días. La velocidad de la justicia también deja que desear. En julio del 2008 un cliente rompió el contrato y dejó una deuda de 6.000 euros. Demandamos de inmediato. 18 meses después el caso sigue pendiente.
La gota que ha rebasado el vaso es la siguiente: el martes recibí un correo electrónico de un cliente importante en Alemania explicando que no podía emitir ningún pago a la agencia ya que le habían informado de que nuestro CIF no era válido. Llevo cuatro años trabajando con empresas extranjeras, importando fondos desde el extranjero a España, y de repente, sin previo aviso, el Gobierno cambia el sistema, lo que imposibilita los pagos externos. Por lo visto, el nuevo CIF intracomunitario puede tardar seis meses. Cito al gestor: "Ya se sabe, en España las cosas funcionan de forma diferente".
Pues bien. Yo recomendaría al Gobierno que empezara a respaldar a las personas que son el motor de la economía. Miren a otros países. Reduzcan los costes de la Seguridad Social para no tener que contratar mano de obra barata; rebajen los costes de indemnización por despidos, también los términos de pago; fijen límites en la resolución de reclamaciones judiciales; y ¡nunca! cambien una ley de pagos intercomunitarios en medio de una recesión. Si no se toma una acción asertiva y rápida, el país se verá privado de empresarios. Sólo quedarán funcionarios para recoger los escombros.
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100206/53884921320.html