El precio del petróleo prosigue un descenso imparable. Una espiral bajista de la que todavía no se atisba el final. El barril de petróleo Brent bajaba ayer de los 50 dólares. De este modo, el barril de referencia en Europa marcaba su nivel más bajo desde el 1 de mayo de 2009. Lo mismo sucedía con el West Texas, que rebasaba los niveles mínimos alcanzados en abril de 2009, cuando llegó a cotizar a 47,7 dólares.
El petróleo se ha convertido en un arma geopolítica, por lo que no hay que buscar exclusivamente, aunque también, las razones de esta caída en una mera cuestión económica de oferta y demanda.
1. ¿Por qué se produce la reducción del precio?
La causa inicial de la bajada sí responde a un desfase pronunciado entre la oferta y la demanda. Las reducciones de la demanda responden al debilitamiento de la economía europea. Además, aunque China sigue creciendo a ritmos importantes y siendo el segundo consumidor de crudo del planeta, este crecimiento económico ha estado por debajo de las expectativas.
Si esas son las causas por el lado de la demanda, la oferta no se ha adaptado a este nuevo escenario. Más bien al contrario. La revolución del «fracking» en Estados Unidos ha aumentado la producción y reducido la dependencia de la primera economía del mundo respecto a terceros.
Actualmente, el exceso de producción actual se estima en dos millones de barriles de petróleo al día. Ante un retroceso en la demanda, se esperaba que el cártel del OPEP, recortase la producción. Al no hacerlo se abrió la puerta a más caídas.
2. ¿Cuál es el papel de Estados Unidos?
Desde comienzos de los años 2000 Estados Unidos inició una revolución silenciosa. Especialmente en los estados de Texas y Dakota del Norte se está desarrollando la técnica de la fracturación hidráulica o «fracking», que permite extraer hidrocarburos atrapados entre rocas. Estos dos estados están creciendo a ritmos de países emergentes y reduciendo sus tasas de desempleo. Este es uno de los factores que más está contribuyendo a que Estados Unidos lleve la delantera respecto a Europa en la salida de la crisis, y que creciese un 5% en el tercer trimestre de este año.
El «fracking» ha conseguido que, mucho antes de lo previsto, Estados Unidos se convierta en el primer productor de petróleo y gas del mundo, con una producción superior a los 11 millones de barriles al día, superando a Arabia Saudí y Rusia. Que Estados Unidos vaya camino de la independencia energética ha cambiado radicalmente el papel de la primera potencia mundial en los conflictos internacionales, como demostró la guerra en Libia.
3. ¿Qué rol juega Arabia Saudí?
Arabia Saudí es la voz predominante en la OPEP, primer productor del mundo hasta el auge de Estados Unidos, y quien determinó que el cártel no reduciría la producción de barriles pese a una menor demanda y las primeras caídas del precio en los últimos meses.
¿Pero por qué Arabia Saudí, que como productor se beneficiaría de unos precios altos, no apostó por reducir la oferta y tratar así de estabilizar los precios? Como sucedió en los años 80 Arabia Saudí ha apostado por mantener la oferta para no perder cuota de mercado con otros productores. Ante la independencia de Estados Unidos, Arabia Saudí buscará colocar su producción en Asia. Arabia Saudí se puede permitir vivir un tiempo con los precios ostensiblemente bajos porque se estima que tiene unas reservas de entorno a 750.000 millones de dólares en oro.
Para Arabia Saudí es más importante, además de mantener la cuota de mercado, frenar el auge del «fracking» en Estados Unidos. Las plataformas del país norteamericano requieren para ser rentables que los precios estén en torno a los 80 dólares el barril. Diferentes consultoras apuntan que el coste de producción de cada barril oscila entre los 50 y 70 dólares. De entrada, con la actual espiral bajista se ponen en cuestión el desarrollo de nuevas plataformas de perforación hidráulica, y dificulta la viabilidad de alguna de las actuales.
4. ¿Quiénes son los beneficiados?
Como vemos, aunque el actual panorama energético presenta a Estados Unidos como actor protagonista, los precios bajos no benefician a los norteamericanos. Ni a ellos ni a ningún país productor. Así pues, los grandes beneficiados son los países importadores.
Europa es la que mayores importaciones de petróleo desde el realizó en el año 2013. El Viejo Continente compró 9,3 millones de barriles de crudo al día y otros 3,3 millones de barriles de productos petrolíferos, según el informe anual World Energy 2014. En un momento en el que Europa se asoma a una nueva recesión, el ahorro de la factura energética es un balón de oxigeno. No obstante, otro efecto paralelo es profundizar en la caída de los indicadores de inflación. Ayer, se hizo oficial que los precios ya retrocedieron en la eurozona. Algo que no sucedía desde el año 2009. Este hecho podría anticipar las medidas del BCE.
China e India son los otros dos grandes beneficiados. Desde Pekín se compran 5,6 millones de barriles al día y 1,2 millones de otros productos petrolíferos, mientras que India importa 3,8 millones de barriles al día.
En el ámbito empresarial, las aerolíneas son las compañías más beneficiadas, ya que el coste del combustible supone cerca del 30% de sus costes. En general, cualquier compañía relacionada con el sector del transporte se verá beneficiada.
5. ¿Quiénes son los más perjudicados?
Los países productores, que dependen de las exportaciones de crudo para equilibrar sus presupuestos. No obstante, no todos los países son iguales. Aquellos en los que los ingresos provenientes del petróleo representen un mayor porcentaje sobre el total de ingresos serán los más afectados. Al igual que Arabia Saudí, Kuwait y Emiratos Árabes, también pueden sobrevivir con precios más bajos. Tanto por sus reservas de divisas como por tener unos bajos costes de extracción.
Estos tres países están dispuestos a sacrificar puntualmente sus ingresos con tal de perjudicar a Irán. Lastrado por las sanciones, Iran necesita hasta el último dólar para cuadrar sus ingresos, y su economía no es viable con los precios por debajo de los 130 dólares el barril.
Además de Irán, el gran damnificado de la actual situación es Venezuela. El 95% de las divisas que entran al país provienen de los ingresos por la exportación de crudo. Además, en Venezuela el Estado es el único adjudicador oficial de moneda extranjera. Esto quiere decir que cuando un producto se importa es el Gobierno el que debe entregar los dólares a las empresas. Si llegan menos dólares, habrá menos divisas que entregar, el país podrá importar menos, y en un país que importa el 70% de los alimentos el resultado solo puede ser uno: desabastecimiento y escasez.
A medida que el precio del crudo descendía y se alejaba de los 100 dólares el barril las alarmas se hacían más insistentes en el Kremlin. Ese es el nivel con el que el presupuesto de Rusia es sostenible. Asfixiado por las sanciones de la Unión Europea y de Estados Unidos por el conflicto en Ucrania, la economía rusa ha entrado ya en recesión y con estos precios se enfrenta al mismo escenario en 2015 y 2016. Si la espiral bajista no se detiene, Rusia se enfrenta al «default».
En el campo empresarial las más perjudicadas, y así se refleja ya en sus cotizaciones bursátiles, son las empresas petrolíferas.
6. ¿Cómo afecta a España?
España está dentro del grupo de los países más beneficiados. España paga cada año una factura energética de más de 40.000 millones de euros. El recorte del precio del crudo permitirá a España ahorrar más de 6.000 millones en esta partida, lo que se traducirá en un menor déficit comercial. España consume de media 1,2 millones de barriles de petróleo al día.
7. ¿Lo notará el consumidor?
Sí, pero no como muchos desearían y esperarían. El precio que pagamos por el combustible solo recoge en parte la evolución del precio del petróleo. El resto, son impuestos. En España suponen el 48 % del precio final en la gasolina de 95 octanos y el 43 % en el gasóleo A. Además, en el caso de España, al pagar en euros, la apreciación del dólar frente a la divisa europea limita este efecto.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha denunciado en varias ocasiones que las petroleras suben los precios de los carburantes «como un cohete» y los bajan «como una pluma». Es decir, que trasladan rápidamente a los precios de venta al público (pvp) los incrementos de las cotizaciones del crudo y de sus derivados y, cuando estos descienden, su aplicación es muy lenta.