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Versos sueltos

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Versos sueltos
Página
610 / 638
#4873

Re: Versos sueltos

.

 

 COPLAS MUNDANAS

  Poeta ayer, hoy triste y pobre 
filósofo trasnochado, 
tengo en monedas de cobre 
el oro de ayer cambiado.

  Sin placer y sin fortuna, 
pasó como una quimera 
mi juventud, la primera... 
la sola, no hay más que una: 
la de dentro es la de fuera.

  Pasó como un torbellino, 
bohemia y aborrascada, 
harta de coplas y vino, 
mi juventud bien amada.

  Y hoy miro a las galerías 
del recuerdo, para hacer 
aleluyas de elegías 
desconsoladas de ayer.

  ¡Adiós, lágrimas cantoras, 
lágrimas que alegremente 
brotabais, como en la fuente 
las limpias aguas sonoras!

  ¡Buenas lágrimas vertidas 
por un amor juvenil, 
cual frescas lluvias caídas 
sobre los campos de abril!

  No canta ya el ruiseñor 
de cierta noche serena; 
sanamos del mal de amor 
que sabe llorar sin pena.

  Poeta ayer, hoy triste y pobre 
filósofo trasnochado, 
tengo en monedas de cobre 
el oro de ayer cambiado.

autógrafo

Antonio Machado

 

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!
 

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4874

Re: Versos sueltos

Bonito nombre

 

 

   CANCIONES A GUIOMAR

              I

  No sabía
si era un limón amarillo
lo que tu mano tenía,
o el hilo de un claro día
Guiomar, en dorado ovillo.
Tu boca me sonreía.
  Yo pregunté: ¿Qué me ofreces?
¿Tiempo en fruto, que tu mano
eligió entre madureces
de tu huerta?
  ¿Tiempo vano
de una bella tarde yerta?
¿Dorada ausencia encantada?
¿Copia en el agua dormida?
¿De monte en monte encendida,
la alborada
verdadera?
¿Rompe en sus turbios espejos
amor la devanadera
de sus crepúsculos viejos?

              II

  En un jardín te he soñado,
alto, Guiomar, sobre el río,
jardín de un tiempo cerrado
con verjas de hierro frío.
  Un ave insólita canta
en el almez, dulcemente,
junto al agua viva y santa,
toda sed y toda fuente.
  En ese jardín, Guiomar,
el mutuo jardín que inventan
dos corazones al par,
se funden y complementan
nuestras horas. Los racimos
de un sueño -juntos estamos-
en limpia copa exprimimos,
y el doble cuento olvidamos.
  (Uno: Mujer y varón,
aunque gacela y león,
llegan juntos a beber.
El otro: No puede ser
amor de tanta fortuna:
dos soledades en una,
ni aun de varón y mujer).

              *

  Por ti la mar ensaya olas y espumas,
y el iris, sobre el monte, otros colores,
y el faisán de la aurora canto y plumas,
y el búho de Minerva ojos mayores.
Por ti, ¡oh Guiomar!...

              III

                      Tu poeta
piensa en ti. La lejanía
es de limón y violeta,
verde el campo todavía.
Conmigo vienes, Guiomar;
nos sorbe la serranía.
De encinar en encinar
se va fatigando el día.
El tren devora y devora
día y riel. La retama
pasa en sombra; se desdora
el oro de Guadarrama.
Porque una diosa y su amante
huyen juntos, jadeante,
los sigue la luna llena.
El tren se esconde y resuena
dentro de un monte gigante.
Campos yermos, cielo alto.
Tras los montes de granito
y otros montes de basalto,
ya es la mar y el infinito.
Juntos vamos; libres somos.
Aunque el Dios, como en el cuento
fiero rey, cabalgue a lomos
del mejor corcel del viento,
aunque nos jure, violento,
su venganza,
aunque ensille el pensamiento,
libre amor, nadie lo alcanza.

              *

  Hoy te escribo en mi celda de viajero,
a la hora de una cita imaginaria.
Rompe el iris al aire el aguacero,
y al monte su tristeza planetario.
Sol y campanas en la vieja torre.
¡Oh tarde viva y quieta
que opuso al panta rhei su nada corre,
tarde niña que amaba tu poeta!
¡Y día adolescente
—ojos claros y músculos morenos—,
cuando pensaste a Amor, junto a la fuente,
besar tus labios y apresar tus senos!
Todo a esta luz de abril se transparenta;
todo en el hoy de ayer, el Todavía
que en sus maduras horas
el tiempo canta y cuenta,
se funde en una sola melodía,
que es un coro de tardes y de auroras.
A ti, Guiomar, esta nostalgia mía.

autógrafo

Antonio Machado

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4875

Re: Versos sueltos

Bonito nombre, también.

 

 

  A DON RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN

Yo era en mis sueños, don Ramón, viajero 
del áspero camino, y tú, Caronte 
de ojos de llama, el fúnebre barquero 
de las revueltas aguas de Aqueronte. 

Plúrima barba al pecho te caía. 
(Yo quise ver tu manquedad en vano). 
Sobre la negra barca aparecía 
tu verde senectud de dios pagano. 

Habla, dijiste, y yo: cantar quisiera 
loor de tu Don Juan y tu paisaje, 
en esta hora de verdad sincera. 

Porque faltó mi voz en tu homenaje, 
permite que en la pálida ribera 
te pague en áureo verso mi barcaje.

autógrafo

Antonio Machado

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4876

Re: Versos sueltos

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   CAMPOS DE SORIA

                I

  Es la tierra de Soria árida y fría. 
Por las colinas y las sierras calvas, 
verdes pradillos, cerros cenicientos, 
la primavera pasa 
dejando entre las hierbas olorosas 
sus diminutas margaritas blancas.

  La tierra no revive, el campo sueña. 
Al empezar abril está nevada 
la espalda del Moncayo; 
el caminante lleva en su bufanda 
envueltos cuello y boca, y los pastores 
pasan cubiertos con sus luengas capas.

                II

  Las tierras labrantías, 
como retazos de estameñas pardas, 
el huertecillo, el abejar, los trozos 
de verde obscuro en que el merino pasta, 
entre plomizos peñascales, siembran 
el sueño alegre de infantil Arcadia.

En los chopos lejanos del camino, 
parecen humear las yertas ramas 
como un glauco vapor —las nuevas hojas— 
y en las quiebras de valles y barrancas 
blanquean los zarzales florecidos, 
y brotan las violetas perfumadas.

                III

Es el campo undulado, y los caminos 
ya ocultan los viajeros que cabalgan 
en pardos borriquillos, 
ya al fondo de la tarde arrebolada 
elevan las plebeyas figurillas, 
que el lienzo de oro del ocaso manchan.

Mas si trepáis a un cerro y veis el campo 
desde los picos donde habita el águila, 
son tornasoles de carmín y acero, 
llanos plomizos, lomas plateadas, 
circuidos por montes de violeta, 
con las cumbres de nieve sonrosado.

                IV

¡Las figuras del campo sobre el cielo!

Dos lentos bueyes aran 
en un alcor, cuando el otoño empieza, 
y entre las negras testas doblegadas 
bajo el pesado yugo, 
pende un cesto de juncos y retama, 
que es la cuna de un niño;

y tras la yunta marcha 
un hombre que se inclina hacia la tierra, 
y una mujer que en las abiertas zanjas 
arroja la semilla.

Bajo una nube de carmín y llama, 
en el oro fluido y verdinoso 
del poniente, las sombras se agigantan.

                V

La nieve. En el mesón al campo abierto 
se ve el hogar donde la leña humea 
y la olla al hervir borbollonea.

El cierzo corre por el campo yerto, 
alborotando en blancos torbellinos 
la nieve silenciosa.

La nieve sobre el campo y los caminos, 
cayendo está como sobre una fosa.

Un viejo acurrucado tiembla y tose 
cerca del fuego; su mechón de lana 
la vieja hila, y una niña cose 
verde ribete a su estameña grana.

Padres los viejos son de un arriero 
que caminó sobre la blanca tierra, 
y una noche perdió ruta y sendero, 
y se enterró en las nieves de la sierra.

En torno al fuego hay un lugar vacío 
y en la frente del viejo, de hosco ceño, 
como un tachón sombrío 
—tal el golpe de un hacha sobre un leño—. 

La vieja mira al campo, cual si oyera 
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.

Desierta la vecina carretera, 
desierto el campo en torno de la casa.

La niña piensa que en los verdes prados 
ha de correr con otras doncellitas 
en los días azules y dorados, 
cuando crecen las blancas margaritas.

                VI

  ¡Soria fría, Soria pura, 
cabeza de Extremadura, 
con su castillo guerrero 
arruinado, sobre el Duero; 
con sus murallas roídas 
y sus casas denegridas!

  ¡Muerta ciudad de señores 
soldados o cazadores; 
de portales con escudos 
de cien linajes hidalgos, 
y de famélicos galgos, 
de galgos flacos y agudos, 
que pululan 
por las sórdidas callejas, 
y a la medianoche ululan, 
cuando graznan las cornejas!

  ¡Soria fría!  La campana 
de la Audiencia da la una. 
Soria, ciudad castellana 
¡tan bella! bajo la luna.

                VII

¡Colinas plateadas, 
grises alcores, cárdenas roquedas 
por donde traza el Duero 
su curva de ballesta 
en torno a Soria, obscuros encinares, 
ariscos pedregales, calvas sierras, 
caminos blancos y álamos del río, 
tardes de Soria, mística y guerrera, 
hoy siento por vosotros, en el fondo 
del corazón, tristeza, 
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria 
donde parece que las rocas sueñan, 
conmigo vais! ¡Colinas plateadas, 
grises alcores, cárdenas roquedas!...

                VIII

He vuelto a ver los álamos dorados, 
álamos del camino en la ribera 
del Duero, entre San Polo y San Saturio, 
tras las murallas viejas 
de Soria —barbacana 
hacia Aragón, en castellana tierra—.

Estos chopos del río, que acompañan 
con el sonido de sus hojas secas 
el son del agua, cuando el viento sopla, 
tienen en sus cortezas 
grabadas iniciales que son nombres 
de enamorados, cifras que son fechas.

¡Álamos del amor que ayer tuvisteis 
de ruiseñores vuestras ramas llenas; 
álamos que seréis mañana liras 
del viento perfumado en primavera; 
álamos del amor cerca del agua 
que corre y pasa y sueña, 
álamos de las márgenes del Duero, 
conmigo vais, mi corazón os lleva!

                IX

¡Oh, sí!  Conmigo vais, campos de Soria, 
tardes tranquilas, montes de violeta, 
alamedas del río, verde sueño 
del suelo gris y de la parda tierra, 
agria melancolía 
de la ciudad decrépita.

Me habéis llegado al alma, 
¿o acaso estabais en el fondo de ella?

¡Gentes del alto llano numantino 
que a Dios guardáis como cristianas viejas, 
que el sol de España os llene 
de alegría, de luz y de riqueza!

autógrafo

Antonio Machado

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

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#4877

Re: Versos sueltos

Golpe a golpe

 

 

PROVERBIOS Y CANTARES - XXIX

  Caminante, son tus huellas 
el camino y nada más; 
Caminante, no hay camino, 
se hace camino al andar. 
Al andar se hace el camino, 
y al volver la vista atrás 
se ve la senda que nunca 
se ha de volver a pisar. 
Caminante no hay camino 
sino estelas en la mar.

autógrafo

Antonio Machado

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

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#4878

Re: Versos sueltos

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 AMANECER EN VALENCIA
        Desde una torre

Estas rachas de marzo, en los desvanes
—hacia la mar— del tiempo; la paloma
de pluma tornasol, los tulipanes
gigantes del jardín, y el sol que asoma,

bola de fuego entre dorada bruma,
a iluminar la tierra valentina...
¡Hervor de leche y plata, añil y espuma,
y velas blancas en la mar latina!

Valencia de fecundas primaveras,
de floridas almunias y arrozales,
feliz quiero cantarte, como eras,

domando a un ancho río en tus canales,
al dios marino con tus albuferas,
al centauro de amor con tus rosales.

autógrafo

Antonio Machado

 

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

 

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#4879

Re: Versos sueltos

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      A ORILLAS DEL DUERO

      Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día. 
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía, 
buscando los recodos de sombra, lentamente. 
A trechos me paraba para enjugar mi frente 
y dar algún respiro al pecho jadeante; 
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante 
y hacia la mano diestra vencido y apoyado 
en un bastón, a guisa de pastoril cayado, 
trepaba por los cerros que habitan las rapaces 
aves de altura, hollando las hierbas montaraces 
de fuerte olor —romero, tomillo, salvia, espliego—. 
Sobre los agrios campos caía un sol de fuego. 
      Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo 
cruzaba solitario el puro azul del cielo. 
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo, 
y una redonda loma cual recamado escudo, 
y cárdenos alcores sobre la parda tierra 
—harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra—, 
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero 
para formar la corva ballesta de un arquero 
en torno a Soria. —Soria es una barbacana, 
hacia Aragón, que tiene la torre castellana—. 
Veía el horizonte cerrado por colinas 
oscuras, coronadas de robles y de encinas; 
desnudos peñascales, algún humilde prado 
donde el merino pace y el toro, arrodillado 
sobre la hierba, rumia; las márgenes de río 
lucir sus verdes álamos al claro sol de estío, 
y, silenciosamente, lejanos pasajeros, 
¡tan diminutos! —carros, jinetes y arrieros—, 
cruzar el largo puente, y bajo las arcadas 
de piedra ensombrecerse las aguas plateadas 
del Duero. 
      El Duero cruza el corazón de roble 
de Iberia y de Castilla. 
            ¡Oh, tierra triste y noble, 
la de los altos llanos y yermos y roquedas, 
de campos sin arados, regatos ni arboledas; 
decrépitas ciudades, caminos sin mesones, 
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones 
que aún van, abandonando el mortecino hogar, 
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar! 
      Castilla miserable, ayer dominadora, 
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora. 
¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada 
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada? 
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira; 
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira. 
¿Pasó?  Sobre sus campos aún el fantasma yerta 
de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra. 
      La madre en otro tiempo fecunda en capitanes, 
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes. 
Castilla no es aquella tan generosa un día, 
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía, 
ufano de su nueva fortuna, y su opulencia, 
a regalar a Alfonso los huertos de Valencia; 
o que, tras la aventura que acreditó sus bríos, 
pedía la conquista de los inmensos ríos 
indianos a la corte, la madre de soldados, 
guerreros y adalides que han de tornar, cargados 
de plata y oro, a España, en regios galeones, 
para la presa cuervos, para la lid leones. 
Filósofos nutridos de sopa de convento 
contemplan impasibles el amplio firmamento; 
y si les llega en sueños, como un rumor distante, 
clamor de mercaderes de muelles de Levante, 
no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa? 
Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa. 
      Castilla miserable, ayer dominadora, 
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora. 
      El sol va declinando. De la ciudad lejana 
me llega un armonioso tañido de campana 
—ya irán a su rosario las enlutadas viejas—. 
De entre las peñas salen dos lindas comadrejas; 
me miran y se alejan, huyendo, y aparecen 
de nuevo, ¡tan curiosas!... Los campos se obscurecen. 
Hacia el camino blanco está el mesón abierto 
al campo ensombrecido y al pedregal desierto.

autógrafo

Antonio Machado

 

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

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#4880

Re: Versos sueltos

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        A UN OLMO SECO

  Al olmo viejo, hendido por el rayo 
y en su mitad podrido, 
con las lluvias de abril y el sol de mayo 
algunas hojas verdes le han salido.

  ¡El olmo centenario en la colina 
que lame el Duero! Un musgo amarillento 
le mancha la corteza blanquecina 
al tronco carcomido y polvoriento.

  No será, cual los álamos cantores 
que guardan el camino y la ribera, 
habitado de pardos ruiseñores.

  Ejército de hormigas en hilera 
va trepando por él, y en sus entrañas 
urden sus telas grises las arañas.

  Antes que te derribe, olmo del Duero, 
con su hacha el leñador, y el carpintero 
te convierta en melena de campana, 
lanza de carro o yugo de carreta; 
antes que rojo en el hogar, mañana, 
ardas en alguna mísera caseta, 
al borde de un camino; 
antes que te descuaje un torbellino 
y tronche el soplo de las sierras blancas; 
antes que el río hasta la mar te empuje 
por valles y barrancas,  
olmo, quiero anotar en mi cartera 
la gracia de tu rama verdecida. 
Mi corazón espera 
también, hacia la luz y hacia la vida, 
otro milagro de la primavera.

autógrafo

Antonio Machado, 4 de mayo de 1912

 

 

 

De este olmo se trataba...

 

 

 

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