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Versos sueltos

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Versos sueltos
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Versos sueltos
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#4385

Re: Versos sueltos

Jajaja, no te lo vas a creer, tengo dos del BBVA con plástico. Y mira que la portada era tentadora, jajajaa

 

A mí no me tientes que escaneo unos polvorientos y manoseados cuadernillos amarillentos, más viejos y amarillos que el mismo sol y te los mando. Entonces ni aparecía Pedrín... 

 

Tengo que ir abreviando que la comida no se hace sola, jajjaaa

 

 

Un abrazo sin Pedrines

 

 

¡¡Sed muy felices!!

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4386

Re: Versos sueltos

Sin lugar a dudas, las definiciones de felicidad de Santo Tomás Moro, las mejores. 

 

Entre broma y broma, la verdad se asoma. Esta no me la he inventado yo, y, sin embargo, modesta que es una, jajjaaa, me encanta.

 

Una verdad como un templo.

 

Que hablo en broma, no me tome usted tan en serio. 

Cuando el tema es muy serio o me lo tomo muy en serio, suelo callarme. (Véase unos posts precedentes, terremotos y tal)

 

Ayer el peque con fimosis. Menudo susto. Y encima en fiestas y la clínica veterinaria cerrada...

 

 

Abrazo entre hielos...

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4387

Re: Versos sueltos

Bueno, pues eso, lo que te decía yo, la menda a los 149, disfruta ese año de las ventas que te aporte mi cuadro, jajajaa

 

Me encanta ese poema dedicado al pintor Yu Ko o como se escriba. No domino los idiomas orientales... salvo que consideremos Viena como Oriente pelín más próximo que el próximo, jajaja...

 

Este poder de irse sin moverse...

 

Dramático. Tétrico. Silencioso. Solitario. Trágico. Vamos, que me encanta...

 

poemas de la muerte


La muerte es poesía. Hablar de la muerte se convierte en un acto poético porque podemos imaginar la belleza y el horror de lo que hay en ese acto incierto a través de las palabras. La utilizamos para expresar el dolor que nos causa ese momento o simplemente para hacer una oda a la finitud de la vivacidad innata del ser humano. Alrededor del mundo se convierte en un tabú y símbolo de respeto. Algunos la evitan, hacen todo por no cruzarse con ella, otros, más arriesgados, la retan constantemente y parece que pronto su vida los conducirá hacia ese camino de final inevitable. Todos la admiran y le temen. Se enfrentan a ella con valor pero no saben qué es, porque  la muerte es el final de nuestra vida, al menos en esta realidad.

Canciones, películas, libros y poemas giran en torno a este tema porque la muerte es algo desconocido, secreto pero seguro. La muerte nos causa gran curiosidad. Nos mantenemos cerca de ella pero nos alejamos con premura si vemos que está demasiado cerca. Es un gran tema romántico porque suicidarse es la expresión máxima de la crueldad del ser amado; es un tema heroíco porque los más valientes caballeros pierden la vida para salvar a su pueblo y es un tema de horror porque lo desconocido detrás de ella hace que pensemos que los que ya están del otro lado puedan regresar.



poemas de la muerte 1

Caverna, José Emilio Pacheco

Es verdad que los muertos tampoco duran
Ni siquiera la muerte permanece
Todo vuelve a ser polvo

Pero la cueva preservó su entierro

Aquí están alineados 
cada uno con su ofrenda
los huesos dueños de una historia secreta

Aquí sabemos a qué sabe la muerte
Aquí sabemos lo que sabe la muerte
La piedra le dio vida a esta muerte
La piedra se hizo lava de muerte

Todo está muerto
En esta cueva ni siquiera vive la muerte.



poemas de la muerte 2

Soneto de amor LXXI, William Shakespeare
Cuando haya muerto, llórame tan sólo
mientras escuches la campana triste,
anunciadora al mundo de mi fuga
del mundo vil hacia el gusano infame.

Y no evoques, si lees esta rima,
la mano que la escribe, pues te quiero
tanto que hasta tu olvido prefiriera
a saber que te amarga mi memoria.

Pero si acaso miras estos versos
cuando del barro nada me separe,
ni siquiera mi pobre nombre digas
y que tu amor conmigo se marchite,

para que el sabio en tu llorar no indague
y se burle de ti por el ausente.

poemas de la muerte 3

La belleza y la muerte, Victor Hugo

La belleza y la muerte son dos cosas profundas, 
con tal parte de sombra y de azul que diríanse 
dos hermanas terribles a la par que fecundas, 
con el mismo secreto, con idéntico enigma.

Oh, mujeres, oh voces, oh miradas, cabellos, 
trenzas rubias, brillad, yo me muero, tened 
luz, amor, sed las perlas que el mar mezcla a sus aguas, 
aves hechas de luz en los bosques sombríos.

Más cercanos, Judith, están nuestros destinos 
de lo que se supone al ver nuestros dos rostros; 
el abismo divino aparece en tus ojos,

y yo siento la sima estrellada en el alma; 
mas del cielo los dos sé que estamos muy cerca, 
tú porque eres hermosa, yo porque soy muy viejo.

poemas de la muerte 4

¿Quién muere?, Pablo Neruda

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos trayectos,
quien no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su vestimenta
o bien no conversa con quien no conoce.
Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones,
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones destrozados.
Muere lentamente quien no gira el volante cuando esta infeliz
con su trabajo, o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir detrás de un sueño
quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,
huir de los consejos sensatos…

¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te impidas ser feliz!

poemas de la muerte 5

¿Qué es morir?, Elias Nandino

-¿Qué es morir?
-Morir es 
Alzar el vuelo
Sin alas
Sin ojos
Y sin cuerpo.


Noche del temprano estío, Hermann Hesse

El cielo tormentoso,
y un tilo en el jardín,
en pie, tiembla.
Es tarde ya.
Un pálido relámpago
vemos en el estanque
permanecer, con ojos
grandes, humedecidos.

Las flores se mantienen
en tallo fluctuante
y afiladas guadañas
se acercan más y más.

El cielo tormentoso
trae un aire pesado.
Mi chica se estremece:
«¿Lo sientes tú también?»

poemas de la muerte 6

Epitafio, Juan Gelman

Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.

Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.

¡Digo que el hombre debe serlo!

Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.

poemas de la muerte 7

Últimas palabras, Sylvia Plath

No quiero una caja sencilla, quiero un sarcófago
de atigradas rayas y un rostro pintado, redondo
como la luna, que mire, quiero
estar mirándolo cuando lleguen, escogiendo
entre minerales mudos, raíces. Véolos
ya: los pálidos, astralmente distantes rostros.
Ahora no son nada, no son siquiera criaturas.
Imagínolos huérfanos, como los primeros dioses,
de padre y madre, se preguntarán si tuve importancia
¡Debí haber preservado mis días, como frutos, en azúcar!
Mi espejo se empaña:
unos pocos hálitos, y no reflejará ya nada.
Las flores y los rostros blanqueantes cual sábanas.

No confío en el espíritu. Huye como vapor en mis sueños,
por la boca o los ojos. No puedo impedírselo.
Un día se irá para no volver. Así no son las cosas.
Permanecen, sus luces idóneas se calientan
en mis manos frecuentes. Ronronean casi.
Cuando se enfrían las suelas de mis pies, los ojos azules,
mi turquesa, me darán solaz. Déjame
mis cacharros de cobre, déjame los cacharros de afeites,
que florezcan en torno a mí como flores nocturnas, aromáticas.
Me envolverán en vendas, almacenarán mi corazón
bajo mis pies, bien envuelto.
Conoceréme a mí misma. Seré noche
y el relucir de tantas cosas será más dulce que el rostro de Istar.

poemas de la muerte 8

Las dos buenas hermanas, Charles Baudelaire

Libertinaje y Muerte, son dos buenas muchachas,
Pródigas de sus besos y ricas en salud
Cuyo virginal flanco, que los harapos cubren,
Bajo la eterna siembra jamás fructificó.

Al poeta siniestro, tara de las familias,
Valido del infierno, cortesano sin paga,
Entre sus recovecos, muestran tumba y burdel,
Un lecho que jamás la inquietud frecuentó

Y la caja y la alcoba, en fecundas blasfemias,
Por turno nos ofrecen, como buenas hermanas,
Placeres espantosos y dulzuras horrendas.

Licencia inmunda ¿cuándo por fin me enterrarás?
¿Cuándo llegarás, Muerte, su émula fascinante,
A injertar tus cipreses en sus mirtos infectos?

poemas de la muerte 9



Nocturno a la alcoba, Xavier Villaurrutia
 

La muerte toma siempre la forma de la alcoba 
que nos contiene.

Es cóncava y oscura y tibia y silenciosa,
se pliega en las cortinas en que anida la sombra,
es dura en el espejo y tensa y congelada,
profunda en las almohadas y, en las sábanas, blanca.

Los dos sabemos que la muerte toma
la forma de la alcoba, y que en la alcoba
es el espacio frío que levanta
entre los dos en muro, un cristal, un silencio.

Entonces sólo yo sé que la muerte 
es el hueco que dejas en el lecho
cuando de pronto y sin razón alguna 
te incorporas o te pones de pie.

Y es el ruido de hojas calcinadas
que hacen tus pies desnudos al hundirse en la alfombra.

Y es el sudor que moja nuestros muslos 
que se abrazan y luchan y que, luego, se rinden. 

Y es la frase que dejas caer, interrumpida.
Y la pregunta mía que no oyes,
que no comprendes o que no respondes.

Y el silencio que cae y te sepulta
cuando velo tu sueño y lo interrogo.

Y solo, sólo, yo sé que la muerte
es tu palabra trunca, tus gemidos ajenos
y tus involuntarios movimientos oscuros
cuando en el sueño luchas con el ángel del sueño.

La muerte es todo esto y más que nos circunda,
y nos une y separa alternativamente,
que nos deja confusos, atónitos, suspensos,
con una herida que no mana sangre.

Entonces, sólo entonces, los dos solos, sabemos
que no el amor sino la oscura muerte
nos precipita a vernos cara a los ojos,
y a unirnos y a estrecharnos, más que solos y 
náufragos,
todavía más, y cada vez más, todavía.

 

Y cuando la poesía está acompañada de fotografías, cuadros, imágenes que la expresan y representan, me gusta más todavía. Libros sí, pero con dibujitos, mami, jajajaaa, Me parto en dos.

 

 

Un abrazo dibujante

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4388

Re: Versos sueltos

Y conste que no buscaba esos refranes, buscaba el de Sólo la muerte, pero no lo he encontrado. Lo rebusco...

 

 

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.

Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.

 

Alguna de estas frases fue usada por los Héroes del Silencio. qué voz más peculiar, personal, me gustaban mucho.

 

Ahora bien, para poemas de muerte, nada como las coplas de J Manrique, a su padre... Diossss, qué belleza...

 

No sé por qué estoy hablando de la muerte, no sé a santo de qué venía el tema...

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4389

Re: Versos sueltos

Pongo el autor, no vaya a ser que alguien me acuse de plagio, jajajaaaa

 

 

 

      COPLAS DE DON JORGE MANRIQUE POR LA MUERTE DE SU PADRE

                    I

  Recuerde el alma dormida, 
avive el seso e despierte 
  contemplando 
cómo se passa la vida, 
cómo se viene la muerte 
  tan callando; 
  cuán presto se va el plazer, 
cómo, después de acordado, 
  da dolor; 
cómo, a nuestro parescer, 
cualquiere tiempo passado 
  fue mejor.

                    II

  Pues si vemos lo presente 
cómo en un punto s'es ido 
  e acabado, 
si juzgamos sabiamente, 
daremos lo non venido 
  por passado. 
  Non se engañe nadi, no, 
pensando que ha de durar 
  lo que espera 
más que duró lo que vio, 
pues que todo ha de passar 
  por tal manera.

                    III

  Nuestras vidas son los ríos 
que van a dar en la mar, 
  qu'es el morir; 
allí van los señoríos 
derechos a se acabar 
  e consumir; 
  allí los ríos caudales, 
allí los otros medianos 
  e más chicos, 
allegados, son iguales 
los que viven por sus manos 
  e los ricos.

            INVOCACIÓN

                    IV

  Dexo las invocaciones 
de los famosos poetas 
  y oradores; 
non curo de sus ficciones, 
que traen yerbas secretas 
  sus sabores. 
  Aquél sólo m'encomiendo, 
Aquél sólo invoco yo 
  de verdad, 
que en este mundo viviendo, 
el mundo non conoció 
  su deidad.

                    V

  Este mundo es el camino 
para el otro, qu'es morada 
  sin pesar; 
mas cumple tener buen tino 
para andar esta jornada 
  sin errar. 
  Partimos cuando nascemos, 
andamos mientra vivimos, 
  e llegamos 
al tiempo que feneçemos; 
assí que cuando morimos, 
  descansamos.

                    VI

  Este mundo bueno fue 
si bien usásemos dél 
  como debemos, 
porque, segund nuestra fe, 
es para ganar aquél 
  que atendemos. 
  Aun aquel fijo de Dios 
para sobirnos al cielo 
  descendió 
a nescer acá entre nos, 
y a vivir en este suelo 
  do murió.

                    VII

  Si fuesse en nuestro poder 
hazer la cara hermosa 
  corporal, 
como podemos hazer 
el alma tan glorïosa 
  angelical, 
  ¡qué diligencia tan viva 
toviéramos toda hora 
  e tan presta, 
en componer la cativa, 
dexándonos la señora 
  descompuesta!

                    VIII

  Ved de cuán poco valor 
son las cosas tras que andamos 
  y corremos, 
que, en este mundo traidor, 
aun primero que muramos 
  las perdemos. 
  Dellas deshaze la edad, 
dellas casos desastrados 
  que acaeçen, 
dellas, por su calidad, 
en los más altos estados 
  desfallescen.

                    IX

  Dezidme: La hermosura, 
la gentil frescura y tez 
  de la cara, 
la color e la blancura, 
cuando viene la vejez, 
  ¿cuál se para? 
  Las mañas e ligereza 
e la fuerça corporal 
  de juventud, 
todo se torna graveza 
cuando llega el arrabal 
  de senectud.

                    X

  Pues la sangre de los godos, 
y el linaje e la nobleza 
  tan crescida, 
¡por cuántas vías e modos 
se pierde su grand alteza 
  en esta vida! 
  Unos, por poco valer, 
por cuán baxos e abatidos 
  que los tienen; 
otros que, por non tener, 
con oficios non debidos 
  se mantienen.

                    XI

  Los estados e riqueza, 
que nos dexen a deshora 
  ¿quién lo duda?, 
non les pidamos firmeza. 
pues que son d'una señora; 
  que se muda, 
  que bienes son de Fortuna 
que revuelven con su rueda 
  presurosa, 
la cual non puede ser una 
ni estar estable ni queda 
  en una cosa.

                    XII

  Pero digo c'acompañen 
e lleguen fasta la fuessa 
  con su dueño: 
por esso non nos engañen, 
pues se va la vida apriessa 
  como sueño, 
e los deleites d'acá 
son, en que nos deleitamos, 
  temporales, 
e los tormentos d'allá, 
que por ellos esperamos, 
  eternales.

                    XIII

  Los plazeres e dulçores 
desta vida trabajada 
  que tenemos, 
non son sino corredores, 
e la muerte, la çelada 
  en que caemos. 
  Non mirando a nuestro daño, 
corremos a rienda suelta 
  sin parar; 
desque vemos el engaño 
y queremos dar la vuelta 
  no hay lugar.

                    XIV

  Esos reyes poderosos 
que vemos por escripturas 
  ya passadas 
con casos tristes, llorosos, 
fueron sus buenas venturas 
  trastornadas; 
  assí, que no hay cosa fuerte, 
que a papas y emperadores 
  e perlados, 
assí los trata la muerte 
como a los pobres pastores 
  de ganados.

                    XV

  Dexemos a los troyanos, 
que sus males non los vimos, 
  ni sus glorias; 
dexemos a los romanos, 
aunque oímos e leímos 
  sus hestorias; 
  non curemos de saber 
lo d'aquel siglo passado 
  qué fue d'ello; 
vengamos a lo d'ayer, 
que también es olvidado 
  como aquello.

                    XVI

  ¿Qué se hizo el rey don Joan? 
Los infantes d'Aragón 
  ¿qué se hizieron? 
¿Qué fue de tanto galán, 
qué de tanta invinción 
  como truxeron? 
  ¿Fueron sino devaneos, 
qué fueron sino verduras 
  de las eras, 
las justas e los torneos, 
paramentos, bordaduras 
  e çimeras?

                    XVII

  ¿Qué se hizieron las damas, 
sus tocados e vestidos, 
  sus olores? 
¿Qué se hizieron las llamas 
de los fuegos encendidos 
  d'amadores? 
  ¿Qué se hizo aquel trovar, 
las músicas acordadas 
  que tañían? 
¿Qué se hizo aquel dançar, 
aquellas ropas chapadas 
  que traían?

                    XVIII

  Pues el otro, su heredero 
don Anrique, ¡qué poderes 
  alcançaba! 
¡Cuánd blando, cuánd halaguero 
el mundo con sus plazeres 
  se le daba! 
  Mas verás cuánd enemigo, 
cuánd contrario, cuánd cruel 
  se le mostró; 
habiéndole sido amigo, 
¡cuánd poco duró con él 
  lo que le dio!

                    XIX

  Las dávidas desmedidas, 
los edeficios reales 
  llenos d'oro, 
las vaxillas tan fabridas 
los enriques e reales 
  del tesoro, 
  los jaezes, los caballos 
de sus gentes e atavíos 
  tan sobrados 
¿dónde iremos a buscallos?; 
¿qué fueron sino rocíos 
  de los prados?

                    XX

  Pues su hermano el innocente 
qu'en su vida sucesor 
  se llamó 
¡qué corte tan excellente 
tuvo, e cuánto grand señor 
  le siguió! 
  Mas, como fuesse mortal, 
metióle la Muerte luego 
  en su fragua. 
¡Oh jüicio divinal!, 
cuando más ardía el fuego, 
  echaste agua.

                    XXI

  Pues aquel grand Condestable, 
maestre que conoscimos 
  tan privado, 
non cumple que dél se hable, 
mas sólo como lo vimos 
  degollado. 
  Sus infinitos tesoros, 
sus villas e sus lugares, 
  su mandar, 
¿qué le fueron sino lloros?, 
¿qué fueron sino pesares 
  al dexar?

                    XXII

  E los otros dos hermanos, 
maestres tan prosperados 
  como reyes, 
c'a los grandes e medianos 
truxieron tan sojuzgados 
  a sus leyes; 
  aquella prosperidad 
qu'en tan alto fue subida 
  y ensalzada, 
¿qué fue sino claridad 
que cuando más encendida 
  fue amatada?

                    XXIII

  Tantos duques excelentes, 
tantos marqueses e condes 
  e varones 
como vimos tan potentes, 
dí, Muerte, ¿dó los escondes, 
  e traspones? 
  E las sus claras hazañas 
que hizieron en las guerras 
  y en las pazes, 
cuando tú, cruda, t'ensañas, 
con tu fuerça, las atierras 
  e desfazes.

                    XXIV

  Las huestes inumerables, 
los pendones, estandartes 
  e banderas, 
los castillos impugnables, 
los muros e balüartes 
  e barreras, 
  la cava honda, chapada, 
o cualquier otro reparo, 
  ¿qué aprovecha? 
Cuando tú vienes airada, 
todo lo passas de claro 
  con tu flecha.

                    XXV

  Aquel de buenos abrigo, 
amado, por virtuoso, 
  de la gente, 
el maestre don Rodrigo 
Manrique, tanto famoso 
  e tan valiente; 
sus hechos grandes e claros 
non cumple que los alabe, 
  pues los vieron; 
ni los quiero hazer caros, 
pues qu'el mundo todo sabe 
  cuáles fueron.

                    XXVI

  Amigo de sus amigos, 
¡qué señor para criados 
  e parientes! 
¡Qué enemigo d'enemigos! 
¡Qué maestro d'esforçados 
  e valientes! 
  ¡Qué seso para discretos! 
¡Qué gracia para donosos! 
  ¡Qué razón! 
¡Qué benino a los sujetos! 
¡A los bravos e dañosos, 
  qué león!

                    XXVII

  En ventura, Octavïano; 
Julio César en vencer 
  e batallar; 
en la virtud, Africano; 
Aníbal en el saber 
  e trabajar; 
  en la bondad, un Trajano; 
Tito en liberalidad 
  con alegría; 
en su braço, Aureliano; 
Marco Atilio en la verdad 
  que prometía.

                    XXVIII

  Antoño Pío en clemencia; 
Marco Aurelio en igualdad 
  del semblante; 
Adriano en la elocuencia; 
Teodosio en humanidad 
  e buen talante. 
  Aurelio Alexandre fue 
en desciplina e rigor 
  de la guerra; 
un Constantino en la fe, 
Camilo en el grand amor 
  de su tierra.

                    XXIX

  Non dexó grandes tesoros, 
ni alcançó muchas riquezas 
  ni vaxillas; 
mas fizo guerra a los moros 
ganando sus fortalezas 
  e sus villas; 
  y en las lides que venció, 
cuántos moros e cavallos 
  se perdieron; 
y en este oficio ganó 
las rentas e los vasallos 
  que le dieron.

                    XXX

  Pues por su honra y estado, 
en otros tiempos passados 
  ¿cómo s'hubo? 
Quedando desamparado, 
con hermanos e criados 
  se sostuvo. 
  Después que fechos famosos 
fizo en esta misma guerra 
  que hazía, 
fizo tratos tan honrosos 
que le dieron aun más tierra 
  que tenía.

                    XXXI

  Estas sus viejas hestorias 
que con su braço pintó 
  en joventud, 
con otras nuevas victorias 
agora las renovó 
  en senectud. 
  Por su gran habilidad, 
por méritos e ancianía 
  bien gastada, 
alcançó la dignidad 
de la grand Caballería 
  dell Espada.

                    XXXII

  E sus villas e sus tierras, 
ocupadas de tiranos 
  las halló; 
mas por çercos e por guerras 
e por fuerça de sus manos 
  las cobró. 
  Pues nuestro rey natural, 
si de las obras que obró 
  fue servido, 
dígalo el de Portogal, 
y, en Castilla, quien siguió 
  su partido.

                    XXXIII

  Después de puesta la vida 
tantas vezes por su ley 
  al tablero; 
después de tan bien servida 
la corona de su rey 
  verdadero; 
  después de tanta hazaña 
a que non puede bastar 
  cuenta cierta, 
en la su villa d'Ocaña 
vino la Muerte a llamar 
  a su puerta,

                    XXXIV

  diziendo: "Buen caballero, 
dexad el mundo engañoso 
  e su halago; 
vuestro corazón d'azero 
muestre su esfuerço famoso 
  en este trago; 
  e pues de vida e salud 
fezistes tan poca cuenta 
  por la fama; 
esfuércese la virtud 
para sofrir esta afruenta 
  que vos llama."

                    XXXV

  "Non se vos haga tan amarga 
la batalla temerosa 
  qu'esperáis, 
pues otra vida más larga 
de la fama glorïosa 
  acá dexáis. 
  Aunqu'esta vida d'honor 
tampoco no es eternal 
  ni verdadera; 
mas, con todo, es muy mejor 
que la otra temporal, 
  peresçedera."

                    XXXVI

  "El vivir qu'es perdurable 
non se gana con estados 
  mundanales, 
ni con vida delectable 
donde moran los pecados 
  infernales; 
  mas los buenos religiosos 
gánanlo con oraciones 
  e con lloros; 
los caballeros famosos, 
con trabajos e aflicciones 
  contra moros."

                    XXXVII

  "E pues vos, claro varón, 
tanta sangre derramastes 
  de paganos, 
esperad el galardón 
que en este mundo ganastes 
  por las manos; 
e con esta confiança 
e con la fe tan entera 
  que tenéis, 
partid con buena esperança, 
qu'estotra vida tercera 
  ganaréis."

[Responde el Maestre:]

                    XXXVIII

  "Non tengamos tiempo ya 
en esta vida mesquina 
  por tal modo, 
que mi voluntad está 
conforme con la divina 
  para todo; 
  e consiento en mi morir 
con voluntad plazentera, 
  clara e pura, 
que querer hombre vivir 
cuando Dios quiere que muera, 
  es locura."

[Del maestre a Jesús]

                    XXXIX

  "Tú que, por nuestra maldad, 
tomaste forma servil 
  e baxo nombre; 
tú, que a tu divinidad 
juntaste cosa tan vil 
  como es el hombre; 
tú, que tan grandes tormentos 
sofriste sin resistencia 
  en tu persona, 
non por mis merescimientos, 
mas por tu sola clemencia 
  me perdona".

        FIN

                    XL

  Assí, con tal entender, 
todos sentidos humanos 
  conservados, 
cercado de su mujer 
y de sus hijos e hermanos 
  e criados, 
  dio el alma a quien gela dio 
(el cual la ponga en el cielo 
  en su gloria), 
que aunque la vida perdió, 
dexónos harto consuelo 
  su memoria. 

Jorge Manrique, 1477

 

 

IMPRESIONANTE.

 

Con ortografía arcaica mejor si cabe...

 

 

Que ya me ibaaaaa...

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

No vaya a ser que nos despistemos y veamos desde arriba cómo un hijo nos está dedicando unas coplillas, jajaja

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4390

Re: Versos sueltos

De todo se pierde la práctica. Ya le dije cuando vinimos, apúntate al club de tiro al pichón, no sé cómo se llama aquí, sí sé que existe uno, pues chico, que nones... que ya practicó todo lo practicable en sus años mozos. Sí, y se tiraba con un paracaídas. Menos mal que se abría, no me apetece vestirme de negro todavía. Y mira que me favorece un montón... Dicen que estiliza la figura, jajaja

 

 

Sí, ya no quieren calvos o rapados. Ni con jersey sobre los hombros. Aunque los vecinos del chalet sean más de cocodrilos verdes en el polo que de pol(e)os de menta...

 

 

Me llaman, voyme.

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4391

Re: Versos sueltos

Capítulo CDLXXXIV:

Que trata del buen suceso que los valerosos don Quijote de las estepas vienesas y doña Dulcinea de las praderas vascas, tuvo lugar en la espantable y jamás imaginada aventura vespertina de los molinos de tierra movida por las fuerzas de sus entrañas interiores y con otros sucesos dignos de felice recordación, como la fimosis del pequeño can, que por ventura acabóse de buena  suerte y por la gracia de Nuestro Señor y por conocimiento del insigne veterinario del lugar...

 

En resumen, que en esta casa no hay tiempo para aburrirse.

 

Acontece que estas noches pasadas, en esta noble villa no se ha podido pegar ojo, ahora entiendo el por qué de la huída espantada de sus gentes hacia lugares más recónditos y silenciosos, ya sean campo, playa o ciudades foráneas, jaajajaaa

 

Unos ladridos inesperados e ilógicos me despiertan de una profunda y deliciosa siesta al lado del pariente. Acto seguido, comienza a moverse el sofá relax, que esa tarde de relax tuvo más bien poco, por los movimientos terráqueos. Terremoto, grado 4,5 en la escala de Richter, que ya podría el muchacho haberse dedicado a otros menesteres que estudiar cuan fuerte puede llegar a ser un movimiento de tierra.

 

Cuando te percatas de que te estás moviendo sin querer, analizas fríamente la situación. El sofá se mueve. Pero porque el suelo se mueve y a su vez, porque el edificio se mueve y éste porque la tierra bajo sus cimientos se mueve también. Todo se mueve y paradójicamente, todo está quieto. El silencio es sepulcral. La ciudad que un segundo antes vibraba de bullicio, jolgorio y fiesta, enmudece, se calla, se paraliza. Espera. Tensa espera. Los segundos se hacen eternos, parecen minutos. Y no para.

 

Observas que las puertas abiertas se cierran y las cerradas se abren. Los animales se asustan y hasta ellos se comienzan a callar. Se dan cuenta de que lo que está sucediendo no es normal, no es frecuente, no lo han vivido nunca antes. Don Quijote se asoma a la ventana, ve que los balcones tienen un mínimo movimiento. Actúa. Me dice que nos pongamos bajo la puerta. Me pregunto para qué nos va a servir si el edificio se desploma. Pero sigo su consejo. No tengo otro mejor. Vivimos demasiado alto como para agarrar las escaleras y comenzar a descender y el ascensor se bloquea. 

 

Magnífico es no tener alas para echarte a volar en situaciones así. Siempre he pensado que podría ser un fallo de la Creación. Señor, ¿por qué no nos diste alas? Cierto es que hizo nacer al creador del Red Bull. ¡Ahora lo entiendo todo! 

 

Parece que todo se calma, para bien. No se ha caído la casa. El edificio sigue en pie y nosotros podemos sentarnos. Con la intranquilidad de saber que pronto sentiremos la réplica o réplicas del penoso suceso. 

 

Despiertas de la pesadilla. Estabas despierto, pero inconsciente de tus propios actos, que ni tú mismo entiendes. Considera el intelecto que no te está pasando a ti, que no lo has vivido. Das gracias a Dios. Todo se quedó en un susto...

 

Entonces, miras a los perros, están mejor que nunca, alegres y felices, hasta demasiado. El pequeño monstruito está excitado, sí, sexualmente. Como nunca. Todo en él es vigor, virilidad. Va a explosionar en cualquier momento. Me asusto y llamo al veterinario, quien por estar en plenas fiestas, está de vacaciones, en la playa, con sus hijos. Se escucha al otro lado del teléfono los gritos entusiasmados de los pequeños, los chapoteos en el mar o la piscina, para el caso es lo mismo. Me ve muy nerviosa e intenta tranquilizarme. Es salir de un terremoto y entrar en un episodio de pene como una moto.

 

Le envío por whatsapp (para estos casos es MUY práctico) la foto del miembro del miembro de la familia. El vet me dice la solución: preparar un barreño o bañera con agua fría, como la del grifo sale templadita, añade hielos para que baje más la temperatura y alcance ese fresco que roza con lo desagradable. ¡Perro al agua! Perro cabreado en el agua helada, jajaja.

 

Tanto gruñido y enfado hizo que bajara el asunto. ¡A Dios gracias, otra vez en la misma tarde! ¡Y al bendito veterinario y su calma chicha para tranquilizarme, que por poco me da otro arrechucho (nunca mejor dicho) cardíaco con tanto movimiento seguido!

 

Acaba la gresca. 

 

El perro, tras la excitación, como tras la tempestad o el terremoto, se calma. Nos calmamos todos. El pequeño duerme. Los demás bebemos el primer vaso de agua de la tarde y poco a poco, nos preparamos para la agitadísima Nit de l´Albà.

 

Digna de ver. Ya sabe quién está invitado, cuando guste, en la compañía de quien guste.

 

Un abrazo sin sustos

 

¡¡Sed muy felices!!

 

(La vida te sorprende a cada momento, por eso hay que vivir los buenos con más intensidad)

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4392

Re: Versos sueltos

Tras el terremoto de Méixico, de Juan Villoro.

 

 

 

 

Con el puño en alto

 

Eres del lugar donde recoges
la basura.
Donde dos rayos caen
en el mismo sitio.
Porque viste el primero,
esperas el segundo.
Y aquí sigues.
Donde la tierra se abre
y la gente se junta.

Otra vez llegaste tarde:
estás vivo por impuntual,
por no asistir a la cita que
a las 13:14 te había
dado la muerte,
treinta y dos años después
de la otra cita, a la que
tampoco llegaste
a tiempo.
Eres la víctima omitida.
El edificio se cimbró y no
viste pasar la vida ante
tus ojos, como sucede
en las películas.
Te dolió una parte del cuerpo
que no sabías que existía:
La piel de la memoria,
que no traía escenas
de tu vida, sino del
animal que oye crujir
a la materia.
También el agua recordó
lo que fue cuando
era dueña de este sitio.
Tembló en los ríos.
Tembló en las casas
que inventamos en los ríos.
Recogiste los libros de otro
tiempo, el que fuiste
hace mucho ante
esas páginas.

Llovió sobre mojado
después de las fiestas
de la patria,
Más cercanas al jolgorio
que a la grandeza.
¿Queda cupo para los héroes
en septiembre?
Tienes miedo.
Tienes el valor de tener miedo.
No sabes qué hacer,
pero haces algo.
No fundaste la ciudad
ni la defendiste de invasores.

Eres, si acaso, un pordiosero
de la historia.
El que recoge desperdicios
después de la tragedia.
El que acomoda ladrillos,
junta piedras,
encuentra un peine,
dos zapatos que no hacen juego,
una cartera con fotografías.
El que ordena partes sueltas,
trozos de trozos,
restos, sólo restos.
Lo que cabe en las manos.

El que no tiene guantes.
El que reparte agua.
El que regala sus medicinas
porque ya se curó de espanto.
El que vio la luna y soñó
cosas raras, pero no
supo interpretarlas.
El que oyó maullar a su gato
media hora antes y sólo
lo entendió con la primera
sacudida, cuando el agua
salía del excusado.
El que rezó en una lengua
extraña porque olvidó
cómo se reza.
El que recordó quién estaba
en qué lugar.
El que fue por sus hijos
a la escuela.
El que pensó en los que
tenían hijos en la escuela.
El que se quedó sin pila.
El que salió a la calle a ofrecer
su celular.
El que entró a robar a un
comercio abandonado
y se arrepintió en
un centro de acopio.
El que supo que salía sobrando.
El que estuvo despierto para
que los demás durmieran.

El que es de aquí.
El que acaba de llegar
y ya es de aquí.
El que dice “ciudad” por decir
tú y yo y Pedro y Marta
y Francisco y Guadalupe.
El que lleva dos días sin luz
ni agua.
El que todavía respira.
El que levantó un puño
para pedir silencio.
Los que le hicieron caso.
Los que levantaron el puño.
Los que levantaron el puño
para escuchar
si alguien vivía.
Los que levantaron el puño para
escuchar si alguien
vivía y oyeron
un murmullo.
Los que no dejan de escuchar.

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.