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La cotizacion del Petroleo continuará a la baja, gracias a la avaricia de la OPEP

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La cotizacion del Petroleo continuará a la baja, gracias a la avaricia de la OPEP
La cotizacion del Petroleo continuará a la baja, gracias a la avaricia de la OPEP
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La cotizacion del Petroleo continuará a la baja, gracias a la avaricia de la OPEP

La carta oficial de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) declara que el objetivo del grupo es “la estabilización de los precios en los mercados petroleros mundiales”. Pues no ha estado haciendo muy buen trabajo. En junio, el precio de un barril de petróleo, entonces de casi 115 dólares, empezó a deslizarse. Ahora se ubica cerca de los 70 dólares.

Este descenso de casi 40 por ciento es gracias en parte a la débil economía mundial, que está consumiendo menos petróleo de lo que habían anticipado los mercados, y en parte a la propia OPEP, que ha producido más de lo que los mercados esperaban.

Sin embargo, los principales culpables son los petroleros de Dakota del Norte y Texas. Durante los últimos cuatro años, mientras el precio oscilaba alrededor de 110 dólares por barril, se dispusieron a extraer petróleo de formaciones de esquisto anteriormente consideradas inviables. Su perforación frenética – han completado quizá 20,000 nuevos pozos desde 2010, más de 10 veces el recuento de Arabia Saudita – ha impulsado la producción petrolera de Estados Unidos en un tercio, a casi 9 millones de barriles diarios. Eso es sólo un millón de barriles menos que la producción de Arabia Saudita. La competencia entre los hombres del esquisto y los jeques ha inclinado al mundo de una escasez de petróleo a un exceso.

Ventajas y desventajas

El petróleo más barato pudiera actuar como una dosis de adrenalina para el crecimiento mundial. Una reducción de precio de 40 dólares traslada alrededor de 1.3 billones de dólares de los productores a los consumidores.
El automovilista estadunidense típico, que en 2013 gastó 3,000 dólares en las bombas despachadoras de gasolina, podría estar 800 dólares mejor, lo que equivale a un aumento salarial de 2 por ciento.

Los grandes países importadores como la zona del euro, India, Japón y Turquía están disfrutando de beneficios especialmente grandes. Ya que es probable que este dinero sea gastado, en vez de guardado en un fondo de riqueza soberana, el PIB mundial debería aumentar.
El declinante precio del petróleo reducirá aún más la inflación ya baja, y por ello podría alentar a los banqueros centrales hacia una política monetaria más relajada. La Reserva Federal postergará elevar las tasas de interés más tiempo, y el Banco Central Europeo actuará más audazmente para mantener a raya la deflación comprando bonos soberanos.

Por supuesto que habrá perdedores. Los países productores de petróleo cuyos presupuestos dependen de los precios altos están particularmente en problemas. El rublo se tambaleó esta semana conforme las perspectivas de Rusia se oscurecieron más. Nigeria se ha visto obligada a elevar las tasas de interés y a devaluar el naira. Venezuela parece más cerca del incumplimiento de pagos sobre su deuda.

El espectro del incumplimiento de pagos y la velocidad y escala del desplome del precio han puesto nerviosos a los mercados financieros, pero el efecto económico general de un petróleo más barato evidentemente es positivo. Exactamente cuán positivo dependerá del tiempo que permanezca bajo el precio.

¿Qué quiere Arabia Saudita?

Ése es el tema de un continuo forcejeo entre la OPEP y los perforadores de esquisto. Varios miembros del cártel quieren que éste reduzca su producción, con la esperanza de hacer subir el precio de nuevo. Sin embargo, otros –Arabia Saudita en particular– parecen conscientes de la experiencia de los años 70, cuando un gran salto en el precio del petróleo provocó enormes inversiones en nuevos campos, llevando a un exceso de una década. En vez de ello, los sauditas parecen estar impulsando una táctica diferente: Dejar que el precio caiga y sacar del negocio a los productores de altos costos. Eso pronto afectaría a la oferta causando que los precios suban.

Hay signos de que esa sacudida está en camino. Los precios accionarios de las empresas que se especializan en el petróleo de esquisto han estado cayendo. Muchas de ellas están enormemente endeudadas. Aun antes de que el precio del petróleo empezara a declinar, la mayoría estaba invirtiendo más en nuevos pozos de lo que estaban percibiendo gracias a los existentes. Con sus ingresos ahora declinando rápidamente, se encontrarán en apuros. Es probable una serie de bancarrotas.

Eso, a su vez, se extiende a la reputación del petróleo de esquisto entre los inversionistas. Incluso las sobrevivientes podrían encontrar los mercados cerrados por algún tiempo, obligándolas a controlar su gasto para que iguale al efectivo que generan de la venta de petróleo. Ya que los pozos de petróleo de esquisto son de corta vida –la producción puede caer hasta 70 por ciento en el primer año–, cualquier desaceleración en la inversión se traducirá rápidamente en una producción en declive.

Esta sacudida será dolorosa, pero a largo plazo el futuro de la industria del esquisto parece asegurado. El fracking, en el cual una mezcla de agua, arena y químicos es inyectada en las formaciones de esquisto para liberar el petróleo, es una tecnología relativamente joven, y sigue teniendo grandes avances en eficiencia. IHS, una firma de investigación, estima que el costo de un proyecto típico ha caído de 70 dólares por barril producido a 57 dólares en el último año, conforme los petroleros han aprendido a perforar pozos más rápidamente y a extraer más petróleo de cada uno.

Sobrevivencia darwiniana

Las empresas que soporten la tormenta actual tendrán mucho más esquisto que explotar. La perforación apenas está empezando, y ahora podría reducirse, en la formación de Niobrara en Colorado, por ejemplo, y el Mississippian Lime a lo largo de la frontera entre Oklahoma y Kansas.

Además, el petróleo de esquisto no es un fenómeno únicamente estadunidense. Hay una geología similar en todo el mundo, desde China hasta la República Checa. Aunque ningún otro país tiene la misma combinación de inversionistas ansiosos, petroleros experimentados y burócratas flexibles, las potenciales riquezas eventualmente deberán inducir a la exploración del petróleo de esquisto en otras partes.

Lo más importante de todo es que las inversiones en el petróleo de esquisto llegan en incrementos convenientemente pequeños. Los grandes campos petroleros convencionales que no han sido aprovechados tienden a estar en lugares inaccesibles, en lo profundo del océano, en lo alto del Ártico, etcétera. Exxon Mobil, de Estados Unidos, y Rosneft, de Rusia, destinaron recientemente dos meses y 700 millones de dólares a perforar un sólo pozo en el mar de Kara, en el norte de Siberia. Aunque encontraron petróleo, desarrollarlo tomará años y costará miles de millones de dólares.

En comparación, un pozo de petróleo de esquisto puede ser perforado en tan sólo una semana, a un costo de 1.5 millones de dólares. Las empresas de esquisto saben dónde están los depósitos y es bastante fácil contratar nuevos equipos. El único interrogante es cuántos pozos perforar. Todo el negocio se vuelve más como fabricar refrescos: Cuando el mundo está sediento, se intensifica la actividad de la planta embotelladora.

Así pues, la economía del petróleo ha cambiado. El mercado seguirá estando sujeto a sacudidas políticas: la guerra en Oriente Medio o la esperada implosión de la cleptocracia de Vladimir Putin en Rusia harían subir al precio. A falta de esos acontecimientos, sin embargo, el precio del petróleo debería ser menos vulnerable a las sacudidas o la manipulación.

Aunque los tres millones de barriles diarios extra que Estados Unidos ahora produce son una fracción de los 90 millones que consume el mundo, su esquisto es un genuino rival para Arabia Saudita. Eso debería reducir la volatilidad no sólo de los precios del petróleo sino también de la economía mundial.

El petróleo y las finanzas han resultado ser las dos únicas industrias capaces de inclinar al mundo hacia un recesión. Al menos una de ellas debería ser en el futuro un poco más estable.

The Economist