Mira europobre lo que me he encontrado ...un abrazo.
No tiene nada de extraño que lo que más llamara la atención de los otros helenos que con frecuencia visitaban Esparta fuera la conducta de las mujeres y su estatus de igualdad con los varones.
DEPORTISTAS. Ellas ttambién se ejercitaban en los juegos de deportivos, y era famosa a esbeltez y fortaleza de sus cuerpos, que facilitaba además su papel de madres. Peleaban completamente desnudas y hubo en Esparta muchas atletas famosas que se lamentaban de no poder participar en los Juegos Olímpicos con los hombres.
ADMINISTRADORAS. Como el Estado se hacía cargo de los hijos, y los maridos pasaban largas temporadas participando de las guerras, disfrutaban de mucho tiempo libre para entretener se y organizarse. Eran ellas las que manejaban la hacienda, la administraban y llevaban las riendas del hogar. Estaban tan poco supeditadas al varón que una extranjera llegó a preguntar a la mujer del famoso Leónidas de las Termópilas por qué, entre todas las mujeres, sólo las espartanas dominaban a sus hombres. A lo que la otra mujer respondió:
“Será porque sólo nosotras parimos verdaderos hombres”.
AMANTES. Ellas no se casaban de acuerdo con la voluntad de sus padres, sino con la suya propia y no lo hacían, como se acostumbraba en otras partes, a los 14 6 15 años, sino a los 20. Se dejaban raptar por el hombre que elegían y, después de eso, las relaciones entre ellos se alargaban una temporada durante la cual cada uno vivía en su casa. Los encuentros eran secretos, breves y en completa oscuridad, sin mediar tiempo de convivencia, para mantener sus cuerpos “recientes en el amor, por dejar siempre en ambos la llama del deseo y de la complacencia”, como escribió Plutarco. A veces, esa relación duraba tanto que había hombres que eran padres sin haber visto jamás a su mujer a la luz del sol. No se les exigía dote y la ley reconocía su igualdad hasta el punto de que les estaba permitida legal mente tener amantes. Una mujer joven casada con un hombre mayor podía llevar a su casa a un amante joven si lo deseaba. Un hombre mayor enamorado de una mujer casada podía obtener, si ella lo aceptaba, el permiso de su marido para visitarla con una asiduidad convenida.
VOZ Y VOTO. LaS mujeres tenían voz en las asambleas políticas y podían recibir la herencia de sus padres cuando ellos morían, de modo que había en Esparta muchas damas acomodadas que vivían su vida con plena libertad.