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Producto financiero

Un producto financiero es un instrumento o vehículo de inversión o financiación que se ofrece en el mercado para que los individuos, empresas u otras entidades puedan gestionar sus recursos económicos o invertir su dinero. Estos productos son proporcionados por instituciones financieras, como bancos, compañías de seguros, gestoras de fondos de inversión, entre otros.

Un producto financiero es como una herramienta que nos ayuda a manejar nuestro dinero, ya sea para ahorrar, invertir o pedir prestado. Se puede comparar con una caja de herramientas donde cada instrumento tiene su función específica, y utilizar la herramienta correcta puede hacernos la vida más fácil en términos económicos.

Imaginemos que queremos guardar nuestro dinero. En este caso, podemos abrir una cuenta de ahorro en un banco. Es como poner nuestro dinero en un cajón seguro, donde está protegido y además puede ganar un pequeño interés. Por otro lado, si queremos invertir nuestro dinero en la bolsa de valores para que crezca, podemos comprar acciones de una empresa o invertir en un fondo de inversión. Es como plantar una semilla en un jardín, esperando que crezca y florezca con el tiempo.

Los productos financieros también pueden ayudarnos cuando necesitamos dinero. Por ejemplo, si queremos comprar una casa pero no tenemos suficiente dinero, podemos solicitar una hipoteca. Es como pedir una escalera prestada para alcanzar algo que está en un estante alto.

Ahora bien, aunque los productos financieros pueden ser muy útiles, también tienen sus riesgos y peculiaridades. Utilizando mal una herramienta, podríamos hacernos daño. De la misma manera, si invertimos nuestro dinero en algo que no entendemos completamente, podríamos perderlo. Por ejemplo, invertir en acciones de una empresa sin conocerla bien podría ser como plantar una semilla en un suelo poco fértil, donde la planta puede no crecer como esperamos.

Además, algunos productos financieros pueden tener gastos asociados, como comisiones o tasas de interés. Es como si la herramienta que estamos usando tuviera un coste de alquiler. Si no tenemos cuidado, estos costes pueden sumarse y reducir los ingresos que estamos obteniendo.

Una curiosidad sobre los productos financieros es que su variedad y complejidad han crecido enormemente en las últimas décadas. Hay herramientas para casi cualquier necesidad que podamos imaginar, desde guardar dinero hasta invertir en empresas de todo el mundo. Pero, al igual que una caja de herramientas más grande no necesariamente nos hace mejores carpinteros, tener más productos financieros no garantiza que manejaremos mejor nuestro dinero. 

La clave está en entender bien cada herramienta, cómo funciona, cuándo usarla y qué riesgos conlleva.

Historia y evolución de los productos financieros


Desde los albores de la civilización, el ser humano ha buscado maneras de administrar, aumentar y proteger su riqueza. Aunque hoy día manejamos una amplia gama de productos financieros, sus raíces se remontan a tiempos muy antiguos, y pese a su complejidad, hemos de señalar que hablamos de viejos conocidos que han ido evolucionando según las necesidades y los avances de cada era.

Inicios en las civilizaciones antiguas 

Los primeros indicios de productos financieros se encuentran en las civilizaciones antiguas, como Mesopotamia, donde surgieron los primeros contratos de préstamo. En aquel entonces, los préstamos se hacían principalmente en especie (granos, ganado) y servían para financiar cosechas o proyectos de construcción.

Edad Media: Nacimiento de la Banca 

En la Edad Media, con el resurgimiento del comercio en Europa, aparecen los primeros banqueros, que aumentarán a ofrecer servicios de depósito y préstamo en moneda. Las letras de cambio, por ejemplo, se cerraron en un producto financiero popular que permitía a los comerciantes hacer negocios sin tener que trasladar grandes sumas de dinero.

Revolución Industrial: Diversificación y especialización 

La Revolución Industrial logró un boom económico y la necesidad de financiar grandes proyectos. Esto propició el surgimiento de acciones y bonos, que permitió a las empresas obtener capital a cambio de una participación o un interés. Las bolsas de valores, como la de Londres o Nueva York, nacieron como lugares donde comprar y vender estos productos.

Siglo XX: Explosión de productos y globalización 

El siglo pasado fue testigo de una diversificación sin precedentes en productos financieros. Surgieron los fondos de inversión, que agrupaban el capital de varios inversores para invertir en una cartera diversificada. Las tarjetas de crédito se popularizaron, facilitando el consumo. Además, la globalización llevó a la creación de productos más complejos, como derivados y swaps, para manejar y transferir riesgos en un mundo financiero cada vez más interconectado.

Era digital: Fintech y productos personalizados
 
Hoy día, la tecnología está revolucionando nuevamente el mundo financiero. Las fintech ofrecen desde préstamos peer-to-peer hasta criptomonedas, pasando por robo-advisors que diseñan carteras de inversión a medida.

En resumen, existen muchas diferencias entre un préstamo en el siglo XV y un préstamo en el siglo XXI, o entre un asesor de inversiones en el siglo XIX y un robo advisor. Pero ello no quita que hablamos de productos muy similares, a los que se le han ido realizando modificaciones y adaptaciones para cubrir las necesidades cambiantes de la sociedad.

Tipos de productos financieros


Los productos financieros son herramientas que permiten a las personas y empresas gestionar su dinero, invertir, financiarse o protegerse frente a distintos riesgos. A lo largo del tiempo, y debido a la creciente complejidad de las economías modernas, han surgido diferentes tipos de productos financieros. Vamos a conocer los más relevantes.

  • Depósitos bancarios: Son cantidades de dinero que los clientes confían a las entidades bancarias con la promesa de recuperarlas en un futuro. Suelen ofrecer intereses a cambio de mantener el dinero durante un tiempo determinado.
  • Cuentas corrientes: Permiten depositar dinero y realizar operaciones diarias como pagos, transferencias o retiradas de efectivo. No suelen ofrecer intereses, pero son esenciales para la gestión diaria.
  • Préstamos y créditos: Las entidades financieras prestan una cantidad de dinero a sus clientes, que deben devolver con intereses en un plazo determinado.
  • Hipotecas: Son préstamos destinados a la compra específica de bienes inmuebles. El inmueble suele quedar como garantía.
  • Bonos y obligaciones: Son títulos de deuda emitidos, generalmente, por empresas o gobiernos que prometen devolver el capital junto con unos intereses.
  • Acciones: Representan una parte del capital de una empresa. Al adquirirlas, se pasa a ser "accionista" y se tienen derechos sobre la compañía, como recibir dividendos.
  • Fondos de inversión: Agrupan el dinero de varios inversores para invertirlo en diferentes activos financieros, como acciones o bonos. Cada inversor tiene participaciones según su aporte.
  • Seguros: Son contratos donde, a cambio de una prima, una compañía asegurada se compromete a cubrir ciertos riesgos, como enfermedad, accidente o daños en un bien.
  • Planes de pensiones: Diseñados para ahorrar de cara a la jubilación. Se hacen aportaciones periódicas y, al jubilarse, se recibe una renta o un capital.
  • Derivados financieros: Son contratos cuyo valor deriva de otro activo, llamado subyacente. Se utiliza tanto para especular como para cubrir riesgos.
  • Criptomonedas: Monedas digitales que utilizan la criptografía para asegurar las transacciones y controlar la creación de nuevas unidades.
  • Tarjetas (de débito y crédito): Herramientas que permiten realizar pagos o retirar dinero, descontando el monto directamente de una cuenta (débito) o concediendo un crédito que se devolverá posteriormente (crédito).

Cada uno de estos productos financieros nace con el objetivo de cubrir una necesidad del ser humano en lo que respecta a sus finanzas y la administración de sus recursos. No obstante, lo importante aquí es entender bien cada producto, sus riesgos y sus beneficios, antes de tomar la decisión de contratar alguno de ellos.

Funciones y objetivos de los productos financieros


Como hemos señalado anteriormente, lo importante a la hora de seleccionar un producto financiero es entender bien el producto, sus funciones, sus objetivos, entre otras cuestiones, antes de tomar la decisión de contratarlo. Pues sólo entendiendo las funciones y los objetivos de cada producto financiero podremos seleccionar el más adecuado para cubrir nuestras necesidades. 

Dicho lo anterior, vamos a desglosar cada uno de los tipos de productos financieros que existen, uno a uno, con el fin de conocerlos más de cerca:

Depósitos bancarios

  • Función: Guardar dinero de forma segura.
  • Objetivo: Preservar el capital mientras se obtengan intereses por el tiempo que el dinero permanezca depositado.

Cuentas corrientes


  • Función: Canalizar las operaciones diarias de ingresos y pagos.
  • Objetivo: Facilitar la gestión diaria de las finanzas personales o empresariales.

Préstamos y creditos
 

  • Función: Proporcionar financiación.
  • Objetivo: Cubrir necesidades de liquidez o hacer inversiones, devolviendo el dinero en plazos acordados con intereses.

Hipotecas
 

  • Función: Financiar la compra de bienes inmuebles.
  • Objetivo: Hacer posible la adquisición de una vivienda u otro inmueble, pagándolo en cuotas a largo plazo.

Bonos y obligaciones
 

  • Función: Financiación para emisores e inversión para compradores.
  • Objetivo: Las empresas o gobiernos obtuvieron dinero y se comprometieron a devolverlo con intereses.

Acciones
 

  • Función: Financiación para las empresas y participación en ellas para los inversores.
  • Objetivo: Los inversores obtendrán parte de los beneficios de la empresa y posibles revalorizaciones.

Fondos de inversión
 

  • Función: Invertir colectivamente en diversos activos.
  • Objetivo: Diversificar el riesgo y buscar rendimientos aprovechando la gestión profesional.

Seguros


  • Función: Proteger contra riesgos específicos.
  • Objetivo: Garantizar compensaciones en caso de siniestros, enfermedades o accidentes.

Planes de pensiones
 

  • Función: Ahorrar para la jubilación.
  • Objetivo: Complementar las pensiones públicas y asegurar un nivel de vida durante la jubilación.

Derivados financieros
 

  • Función: Especulación o cobertura.
  • Objetivo: Sacar provecho de las fluctuaciones de precios o protegerse contra ellas.

Criptomonedas
 

  • Función: Medio de intercambio digital y almacenamiento de valor.
  • Objetivo: Realizar transacciones sin intermediarios y conservar valor de forma descentralizada.

Tarjetas (de débito y crédito)
:

  • Funcion: Medio de pago y financiacion.
  • Objetivo: Facilitar transacciones sin efectivo y ofrecer la posibilidad de financiar compras.

En definitiva, cada producto financiero está diseñado para satisfacer una serie de necesidades concretas, pero elegir el adecuado, como hemos señalado, depende de nuestra situación financiera, nuestros objetivos, nuestra tolerancia al riesgo y, en última instancia, nuestra situación particular.

Riesgos asociados a los productos financieros


Navegar por el mundo de las inversiones y los productos financieros es como adentrarse en un mar lleno de oportunidades. Pero como cualquier travesía, este mar no está exento de riesgos. Por esta razón, identificar y comprender los riesgos a los que nos enfrentamos nos ayuda a tomar decisiones más informadas y a mantener nuestro barco, o en este caso, nuestras finanzas, a salvo de tempestades.

Dicho esto, veamos los riesgos más comunes a la hora de contratar un producto financiero:

  • Riesgo de mercado: Este riesgo se refiere a las fluctuaciones en el valor de un producto financiero debido a movimientos en el mercado. Por ejemplo, si poseemos acciones de una empresa y el mercado de valores cae, el valor de nuestras acciones también puede disminuir.
  • Riesgo de crédito: Supongamos que le prestamos dinero a alguien (oa una empresa) mediante un bono o cualquier otro tipo de préstamo. Existe el riesgo de que esa persona o entidad no pueda devolvernos el dinero. Eso es el riesgo de crédito: la posibilidad de que un prestatario no cumpla con sus obligaciones de pago.
  • Riesgo de liquidez: A veces, podemos querer vender un producto financiero y convertirlo en dinero contante y sonante, pero no encontramos comprador rápidamente o tenemos que vender a un precio muy bajo. Esto es especialmente común en activos poco comunes o en momentos de crisis.
  • Riesgo operacional: A veces, las cosas no salen como esperamos debido a fallas en los sistemas, gestiones inadecuadas o incluso por fraude. Imagina que una entidad financiera donde tienes inversiones sufre un ciberataque y pierde información vital; Ese sería un ejemplo de este tipo de riesgo.
  • Riesgo de tipo de interés: Es la oportunidad en los rendimientos de una inversión debido a cambios en los tipos de interés del mercado. Si tienes una hipoteca a tipo variable, por ejemplo, y los tipos de interés suben, tu cuota mensual podría aumentar.
  • Riesgo de inflación: El dinero que hoy parece suficiente, mañana puede no serlo debido al aumento de precios o inflación. Si tus inversiones no crecen al menos al ritmo de la inflación, en términos reales, estás perdiendo poder adquisitivo.
  • Riesgo cambiario: Si invierte en otro país o en activos en otra moneda, los cambios en el valor de esa moneda respecto a la tuya pueden afectar el valor de tu inversión. Si, por ejemplo, invierte en dólares y este se devalúa respecto al euro, al cambiar su inversión a euros obtendrá menos de lo esperado.
  • Riesgo legal: Las decisiones de los gobiernos o cambios en la normativa pueden afectar a sus inversiones. Imagina que inviertes en una empresa de energías renovables y el gobierno decide reducir las subvenciones a este sector.

En definitiva, es esencial ser consciente de que todas las inversiones conllevan asumir cierto riesgo. La clave, como hemos dicho, está en conocerlos, medir nuestra tolerancia a ellos y actuar en consecuencia. 

Cómo elegir el producto financiero adecuado


Elegir el producto financiero adecuado es como elegir el traje que mejor nos sienta: debe ajustarse a nuestra medida, ser cómodo y adecuado para la ocasión. 

Aquí te dejo algunos consejos para encontrar ese "traje" que te hará lucir y sentir de maravilla:

  • Conoce tus objetivos: Antes de cualquier elección, es vital saber qué queremos lograr. ¿Busca rentabilidad a corto plazo? ¿O prefiere seguridad a largo plazo? Si sabes cuál es tu meta, será más fácil identificar los productos que te ayudarán a alcanzarla.
  • Analiza tu perfil de riesgo: No todos somos iguales ante el riesgo. Mientras que algunos disfrutan de la adrenalina de las inversiones arriesgadas, otros prefieren dormir tranquilos con opciones más conservadoras. Reflexiona sobre cuánto riesgo estás dispuesto a asumir y elige productos acordes a ello.
  • Investiga: El mundo financiero es vasto y en constante evolución. Dedica tiempo a investigar los diferentes productos, su funcionamiento, sus ventajas y sus inconvenientes. Aprovecha las herramientas online, como simuladores o comparadores, que te ayudarán a obtener una visión más clara.
  • Asesoramiento profesional: Si bien es cierto que nadie conoce tus finanzas y tus objetivos mejor que tú, contar con la opinión experta de un asesor financiero puede ser un gran aliado. Un buen profesional te guiará por el laberinto financiero y te ayudará a identificar las opciones más adecuadas.
  • Diversifica: No pongas todos los huevos en la misma cesta. Al diversificar sus inversiones, reduce el riesgo global, ya que si un producto no rinde como esperaba, otros pueden compensarlo.
  • Revisa las condiciones: Antes de comprometerte, lee la letra pequeña. Es crucial que conozcas las condiciones, comisiones, penalizaciones o cualquier otro aspecto del producto financiero que estés considerando.
  • Mantente informado y revalúa: El contexto económico cambia, tus necesidades también. Es aconsejable revisar periódicamente tus inversiones y adaptarlas si es necesario.

Recuerda que la decisión de un producto financiero es una importante que puede tener un impacto significativo en tu bienestar. Así que tómatelo con calma, infórmate bien y toma decisiones con cabeza.

Regulación de los productos financieros


En el mundo de la moda, existen normas y etiquetas que nos dicen cómo vestir en ciertas ocasiones. De forma similar, en el ámbito de los productos financieros, hay regulaciones y organismos que velan para que todo funcione correctamente y de forma justa.

¿Por qué la regulación?: Imagina que vas a una tienda y compras un traje. Esperas que sea de buena calidad, que no se rompa a los dos días y que, si eso sucede, te ofrezcan una solución. La regulación financiera actúa de manera similar. Se asegura de que los productos financieros sean transparentes, seguros y adecuados para el consumidor.

Los vigilantes del sector: Al igual que existen diseñadores y críticos de moda que marcan tendencia y vigilan la calidad, en el sector financiero contamos con entidades reguladoras. Estos organismos tienen la responsabilidad de supervisar que bancos, entidades de crédito y otras instituciones actúen correctamente. En España, por ejemplo, uno de los más conocidos es el Banco de España, encargado de supervisar la solidez y correcto funcionamiento de los bancos y cajas.

Productos bajo lupa: No todos los trajes valen para todas las ocasiones, y lo mismo ocurre con los productos financieros. Las regulaciones se aseguran de que estos productos sean claros y no engañen al consumidor. Esto significa que cuando una entidad ofrece un producto financiero, debe proporcionar toda la información necesaria de forma clara, incluyendo riesgos, costes y características.

Protegiendo al consumidor: Si alguna vez te ha sentido insatisfecho con una prenda, probablemente has reclamado. En el ámbito financiero, los reguladores también protegen al consumidor. Si una entidad no actúa correctamente o incumple las normas, el regulador puede intervenir y tomar medidas.

Adaptándose a los tiempos: Al igual que la moda evoluciona, la regulación financiera también se adapta a los cambios. Los reguladores están en constante actualización para responder a las nuevas tendencias del mercado, como las fintech o las criptomonedas.

En definitiva, la regulación es el sello de calidad que nos asegura que nuestro "traje financiero" es el adecuado. Gracias a ella, los consumidores pueden confiar en que los productos financieros que eligen son seguros y los adecuados para cubrir sus necesidades.

Ejemplo de producto financiero


Para terminar nuestro artículo sobre los productos financieros, nada mejor que un ejemplo que nos permita ilustrar este concepto.

Para ello, volvamos al ejemplo del traje a medida. En este sentido, imagina que estás de compras y te encuentras en una tienda con diversos trajes para diferentes ocasiones: uno para una boda, otro para una reunión importante y otro para un paseo casual. De manera similar, en la "tienda" de productos financieros hay diferentes "trajes" adaptados a las necesidades de cada persona. 

Vamos a ver un par de ejemplos para entender mejor.

La Cuenta de Ahorros: Imagina que decides guardar en un lugar seguro el dinero que has ido ahorrando, pero al mismo tiempo, quieres tener la posibilidad de usar cuando lo necesites. La Cuenta de Ahorros sería como ese traje cómodo y práctico que te pones para estar en casa. Es un producto financiero que te permite guardar tu dinero en un banco, obtener un poco de interés y tener acceso a él siempre que quieras. Es ideal para quienes buscan seguridad y facilidad de acceso a sus fondos.

El Fondo de Inversión: Ahora, piensa que quieres que tu dinero trabaje por ti, que crezcas con el tiempo, pero estás dispuesto a asumir ciertos riesgos. El Fondo de Inversión sería ese traje elegante para ocasiones especiales, donde esperas resaltar y ser el centro de atención. En un fondo de inversión, varias personas aportan dinero que se invierte en diferentes activos, como acciones o bonos. El objetivo es obtener actuaciones, aunque, como todo traje elegante, conlleva sus riesgos.

En definitiva, y como hemos señalado a lo largo de nuestro artículo, la clave está en conocer bien nuestras necesidades y objetivos para elegir el producto financiero que mejor se adapte a nosotros, como cuando escogemos el traje perfecto para una ocasión especial.
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Producto financiero, Francisco Coll, 07 de agosto del '23, Rankia.com

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