En primer lugar, vamos a centrarnos en los medios de comunicación financieros (prensa escrita, radio, televisión, internet...) Los analistas invitados son como los programas de televisión; es decir, los rellenos entre anuncio y anuncio, que es lo que realmente le importa a la cadena de televisión.
Por tanto, yo, como empresario de medios de comunicación, lo que quiero es que el público (cuanto más numeroso sea, mejor) vea mis anuncios. Para ello, debo emitir programas, redactar titulares, lanzar mensajes que atraigan a los telespectadores. Responded vosotros mismos a la siguiente pregunta: ¿qué titular venderá más periódicos financieros?
Opción A: “Pánico en las Bolsas. El fin del capitalismo ha llegado”.
Opción B: “Una corrección normal. No hay que alarmarse”.
A los medios de comunicación les da lo mismo tener super-héroes o super-villanos. Lo único que necesitan es que, villano o héroe, el protagonista de la noticia sea SUPER. Las noticias grises (la gran mayoría de las noticias) pasan tan desapercibidas como las personas grises. Sólo los grandes titulares que llegan al corazón son capaces de generar millones en beneficios a los medios de comunicación. Es el locutor de radio que retransmite un vulgar pase entre defensas como si de un golazo por la escuadra se tratara quien realmente vende. Eso lo sabe tanto la prensa deportiva como la financiera.
Por tanto, si hay que invitar a un analista bursátil ¿a cuál llevas al programa? ¿Al que vaticina el fin del capitalismo o al que pasa inadvertido haciendo llamamientos a la normalidad?
Por otro lado, hay que pensar en el negocio del experto, gurú o analista. Esta gente vive de aparecer en los medios de comunicación y del boca a boca. Su negocio se basa sobre una imagen de impacto determinada. Sus opiniones tienen que ser, necesariamente, o muy optimistas o muy pesimistas. Para que sean seguidos por miles de personas a diario deben tocar en lo más profundo del miedo y de la avaricia de los inversores.
Si la bolsa sube, su mensaje debe ser “conmigo ganarás más que con nadie”. Si la bolsa baja su mensaje debe ser “conmigo perderás menos que con nadie”. No importa la base económico-bursátil de sus análisis. No le importa acertar con la dirección de las bolsas. Lo que realmente le importa es acertar con el sentimiento del mercado para que le sigan cuantos más inversores mejor.
Esto puede parecer una chorrada. Podríamos pensar que si un gurú no acierta con la dirección del mercado la gente le terminará por abandonar. Sin embargo, esto no es así por dos motivos.
El primer motivo es de tipo práctico. Todos sabemos que en bolsa nadie acierta siempre. Los inversores, como lo sufrimos a diario, somos bastante comprensivos con esto. Además, siempre se remata cualquier predicción con “y si salta el stop ejecutamos y a otra cosa mariposa”. Recalcan tanto la importancia del stop que parece que sólo le salta el stop a los buenos operadores y que si haces una operación y ejecutas tu stop ya por eso eres un gran trader. Dicho de otra forma, se cubren las espaldas hinchando el ego del incauto inversor.
El segundo motivo es de tipo psicológico y es el realmente importante y que alimenta el negocio de estos gurús. Los inversores tendemos siempre a buscar opiniones que refuercen nuestros propios argumentos. (Es un fenómeno muy estudiado en Behavioural Finance pero no recuerdo su nombre técnico – si alguien me lo recuerda se lo agradecería). Da igual quién emita su opinión, siempre que coincida con la nuestra y refuerce nuestras creencias. Pensad en el típico forero “siempre bajista”. Sólo aparece por los foros cuando las noticias macro son malas. Es como si las buenas no existieran. Lo mismo ocurre con los “siempre alcistas”. Desaparecen ante las noticias negativas, pero cuando hay una positiva aparecen comprados de futuros del Ibex hasta las cejas.
Con este fenómeno juegan los gurús. Saben que los inversores olvidan rápidas sus cagadas y saltos de stop. A nadie le importa el historial del analista y mucho menos importante es la base fundamental del análisis, mientras la opinión del analista coincida con la de la masa. ¿Qué fue de aquellos pocos analistas que en la burbuja tecnológica recomendaban salirse de la bolsa? ¿Qué fue del gestor de fondos que a principios del 99 se salió de las tecnológicas? ¿Cuántos gurús recomendaban estar en liquidez cuando el Nasdaq subía ese día un 5%? En dos palabras: Al-Paro (y no es un nombre árabe).
Recuerdo cuando estaba en el Club de Inversión de la universidad allá por el 2003 cuando en Intereconomía decían los expertos que “para ganar dinero en este mercado hay que estar bajista o no estar”. Y nosotros en el Club de Inversión acojonaditos. Y como teníamos miedo sólo escuchábamos las noticias bajistas. Sólo los indicadores bajistas importaban (todos sabíamos lo que era el VIX y lo que suponían sus lecturas tan bajas). Cuando subían las bolsas era “un cierre de cortos”. Y todos leíamos a Cárpatos porque era, al igual que nosotros, bajista.
Pensad en el ya comentado Cárpatos y en otros tantos como Cava o Cramer en Estados Unidos. ¿Cuándo sus opiniones son grises?
Por último, no podíamos dejar de mentar a los bloggers y a los vendedores de libros. Son como los gurús pero menos mediáticos. No venden por su imagen, así que tienen que publicar titulares agresivos. Al igual que todos los anteriores, para vender tienen que herir en lo más profundo del miedo y de la avaricia de los inversores. Seguir acciones de beta alta, en sectores muy calientes y en operativas de alto riesgo. Ese es un blog que atrae. Por otro lado, si quieres vender libros, su título tiene que ir en consonancia con el sentimiento de los inversores. En plena burbuja se escribió el famoso “DJ 1.000.000” o algo así se llamaba. Años después, un conocido estudioso de la Onda de Elliot escribió un libro que hablaba del “DJ 1.000” (hablo de memoria, así que perdonad la pobreza de los detalles).
¿A qué se debe semejante diferencia de tres ceros? Al sentimiento. En periodos de miedo sólo se venden libros catastrofistas y en periodos de euforia sólo se venden libros muy optimistas. Es natural. Imaginad que estáis ahora mismo en una librería en la que hay dos libros de bolsa: “Las Cuentas Anuales” y “Credit Crunch. El fin de las Bolsas”. ¿Cuál es más atractivo? Da igual su contenido. Venderá el que más acierte con el sentimiento de los inversores.
Por tanto, ¿qué importancia debemos darle a toda esta gente? Poca o, mucho mejor, ninguna. Pensad que si el mismísimo Alan Grenspan (ni más ni menos) no hablara en sus conferencias de recesiones y de futuros inciertos, nadie hablaría de él y su caché sería bastante más bajo. Y estamos hablando de un ex Presidente de la FED. Si hablamos un cualquiera, su titular debe ser más catastrofista si cabe. Por ejemplo un depresión de 15 años de duración es bastante bueno para sus objetivos.
Da igual lo que diga el experto y da igual el historial del experto. La única verdad es que nadie sabe nada sobre el futuro de las bolsas y de la economía. NADA. Ni idea. Llámese Grenspan, Cramer, Cava, Hussman, Soros o Buffet. Nadie tiene ni idea. Lo que pasa es que si los nombrados no llegaran a lo más profundo de nuestro miedo o de nuestra avaricia, nadie hablaría de ellos. Y su negocio reside, precisamente, en el boca a boca.
Así que ignoremos a todos estos vendedores de crecepelo y apartémonos de la masa viendo a las correcciones excesivas más como oportunidades que como amenazas, siempre que las valoraciones así lo indiquen. Los vendedores de crecepelo juegan con las emociones de Mr.Market. Perfecto. ¡Nosotros también!