Acabo de dar por finalizadas mis vacaciones de invierno, cuyas últimas dos semanas las he pasado esquiando en Suiza. Pero que nadie crea que solo he esquiado, también he participado en alguna subasta, sin demasiado éxito, por cierto. Una de las cosas buenas que nos trajo la implementación de las subastas electrónicas es que ahora se puede participar en subastas desde cualquier parte. Sí, también desde la soleada terraza de un restaurante de Zermatt.
Y además he aprovechado para hacer un experimento.
¿Se puede participar en una subasta con la firma electrónica caducada?
La respuesta: SÍ, con la única condición es que la firma electrónica esté en vigor en el momento de ingresar el depósito.
A mi me iba a caducar la firma electrónica, de manera que, en vez de esperar al último día para hacer el ingreso del depósito, lo que hice fue ingresar el dinero estando todavía en España, cuando mi firma electrónica estaba plenamente en vigor. Una vez ingresado el depósito de un par de subastas, me olvidé de ellas hasta el último día de pujas, momento en el que pude pujar sin ningún problema logueándome en el Portal de Subastas del B.O.E. simplemente con usuario y contraseña.
Así de fácil.
O sea, que ya lo sabéis, es perfectamente posible participar en las subastas del B.O.E. con la firma electrónica caducada a condición de que no lo esté en el momento de ingresar el dinero del depósito. Para pujar solo es necesario estar logueado en el sistema, y eso se puede hacer con usuario y contraseña.
Y aprovecho que he mencionado mis vacaciones para comentar que hace muchos años que disfruto de unas largas vacaciones de invierno. Al principio el motivo era que, cuando las subastas eran presenciales, los responsables de los juzgados, que siempre han sabido vivir muy bien -y organizarse para vivir aún mejor-, tenían la costumbre de no señalar subastas desde principios de diciembre hasta después de Reyes. Y tampoco desde finales de junio hasta principios de septiembre. Así se garantizaban unos días sin estrés durante esos periodos en los que flojean las ganas de dar el callo. Como si los funcionarios judiciales supieran lo que es eso (el estrés y dar el callo).
El caso es que esto ya no es así.
Pero yo soy un animal de costumbres y, además, ya no invierto en subastas para comer sino porque me gusta, me entretiene y me divierte. Dos peligros acechan al hombre: el principal es la lucha por la supervivencia. Y una vez superado éste, aún le queda la lucha contra el tedio de existir. Pues bien, yo ya no lucho para sobrevivir. Yo continúo en este negocio básicamente porque me divierte.
Pero aún me divierte más disfrutar de la familia en Navidad y luego irme a esquiar hasta mediados de febrero o principios de marzo, como ha ocurrido este año.
¿Y por qué mencionas esto, Tristán? ¿Qué nos importan a nosotros tus vacaciones o lo que hagas con tu vida?
Pues precisamente eso, que a nadie debería importarle.
Y por eso me han molestado las quejas que he recibido de algunos remitentes que me han dejado claro lo fatal que les parece que haya abandonado mi negocio durante tanto tiempo. El caso es que durante los dos meses y medio que ha durado este receso nadie ha podido contratar las consultorías de Subastanomics. Y algunas personas que tenían interés en alguna subasta concreta se han sentido frustradas por no contar con mi asesoría profesional para afrontar la misma. Y otras personas que se habían metido en líos por participar en alguna subasta sin asesoramiento, tampoco han podido contar con mi ayuda para salir del embrollo.
A ver, yo entiendo que las subastas son una actividad muy golosa pero que se desarrolla en un entorno muy especial y peligroso. Y también entiendo que hay una clamorosa falta de profesionales especializados en este negocio de las subastas, por lo que no es sencillo encontrar quien ayude a los novatos o a quien se haya metido en líos. Por eso desarrollé las consultorías de Subastanomics, para ayudar a quien lo requiriera, pero distinguiendo a quienes están dispuestos a pagar por este valioso servicio de los simples gorrones.
Pero, ¿conocéis esa situación en la que necesitas enfocarte en tus inversiones y en tus propios asuntos, pero el volumen de peticiones de ayuda y de correos entrantes no te lo permite? Pues así estoy yo. Necesitaría semanas de diez días y días de 40 horas para poder atenderlo todo. Y como eso no es posible, he tomado la decisión de centrarme exclusivamente en mis proyectos de inversión, en mis blogs y en el curso Triunfa Con las Subastas.
De manera que a partir de ahora mis colaboradores van a filtrar todos mis correos entrantes y solo me van a pasar aquellos correos que nos aporten valor. Por ejemplo, ofreciéndome oportunidades de inversión (o de cualquier otra forma). Y también los de quienes aspiran a convertirse en alumnos del curso de subastas y tengan dudas sobre algún aspecto de la matrícula. El resto de correos serán eliminados.
Obviamente esto no os atañe a los lectores que lleváis años colaborando con vuestros comentarios en el blog. A vosotros os considero como amigos y siempre recibiréis una respuesta personal y mi ayuda, si ésta es requerida.
Además, por ahora, tampoco van a funcionar las consultorías que venía ofreciendo en Subastanomics, al menos hasta que encuentre la manera de externalizarlas de alguna manera inteligente. Y ahora no tengo tiempo de hacerlo porque tengo algunos proyectos entre manos que me van a chupar toda la energía. Pero espero hacerlo pronto.
Se que esta decisión va a dejar a mucha gente desamparada, tanto a inversores que estaban interesados en participar en alguna subasta como a quienes lo habían hecho por su cuenta y riesgo y que, por no estar bien asesorados, habían metido la pata. Repito que lo lamento.
De manera que quien no tenga ni idea de este negocio y esté interesado en participar en alguna subasta tiene 3 vías:
1) Matricularse en el curso Triunfa Con Las Subastas y aprender lo necesario para invertir con seguridad, confianza y rentabilidad. Además, en el curso sí se responden las consultas sobre las investigaciones de subastas que hacen los alumnos.
2) Contratar el asesoramiento de alguno de mis magníficos colaboradores.
3) Participar por su cuenta y riesgo, sin conocimientos y sin asesoramiento especializado y luego, cuando hayan metido la pata, contactar con Jotaerre, el letrado más especializado de España en el negocio de las subastas. O eso o perecer víctimas del darwinismo que hay en este negocio.
Así que este post, que comenzó con el resultado de un experimento que he hecho en el Portal de Subastas del B.O.E. ha terminado donde menos lo esperaba. Y que buena mañana se ha quedado.
¿Vosotros también experimentáis con el B.O.E.?