Estamos en Navidad, la mejor época del año, y cada vez que escucho el estribillo de los peces que beben en el río y que beben y beben y vuelven a beber me acuerdo de lo que nos ha sucedido a la mayoría de los inversores que una vez nos acercamos a las subastas con cierta expectación, aunque con miedo, y que, una vez hemos gustado las mieles de triunfar en una de ellas, no hemos podido evitar seguir participando una y otra vez, buscando siempre esa magnífica sensación que te da el adjudicarte una subasta.
Ya traté hace un par de años sobre el subidón de adjudicarte una subasta judicial, no es plan de repetir ahora lo mismo. Algo que ya conocéis casi todos los lectores de este blog.
Pero de lo que no he tratado hasta ahora es de la frustración que sentimos cuando tenemos que dar por perdida una adjudicación suculenta que las circunstancias han convertido en imposible.
Y me he acordado ahora porque un alumno del curso de subastas se ve ahora en la tesitura de renunciar a una adjudicación acojonante con la que creía que iba a tener el año 2020 solucionado. Por lo visto la adjudicación quedó firme, pero el deudor ha pagado la deuda antes de que el secretario judicial dictara el Decreto de Aprobación del Remate.
Sí, ya se que es una putada.
Pero ya he dicho un montón de veces, tanto en este blog como en la plataforma del curso de subastas, que esa es una prerrogativa que tienen los deudores y que lo único que podemos hacer los adjudicatarios es tomar mucho ajo y agua. A joderse y aguantarse.
Pero nuestro amigo y alumno Alejandro no está de acuerdo y dice que está dispuesto a gastarse los dineros en contratar al mejor abogado de su pueblo para defender su adjudicación.
Me pregunta si estoy de acuerdo.
Y ahí va mi respuesta...
Por no soltar algo que tenemos seguro y que ya consideramos nuestro podemos convertirnos en “presas”. Es lo que les sucede a los monos cuando introducen la mano por la estrecha abertura y agarraran su golosina, que ya no pueden sacar el puño, ahora lleno, por la estrecha abertura de la vasija, a menos que suelten lo que han conseguido. Para sacar la mano y huir tienen que renunciar a lo que ya tienen. Y eso es justamente lo que no van a hacer por nada del mundo. Entonces el cazador de monos puede acercarse con total tranquilidad y atraparles. Siempre encuentran al mono chillando salvajemente pero incapaz de renunciar a una parte para salvar el todo.
Y es mi respuesta para Alejandro.
Por cierto, me pesa en el alma no haber publicado este año mi tradicional felicitación navideña. La Navidad es muy importante en mi familia y creo que este año es el primero en el que las circunstancias me lo han impedido. Pero aprovecho ahora para desearos con todas mis fuerzas que estos días en vuestra casa reinen el amor, la paz y la felicidad y que el espíritu de la Navidad invada vuestro corazón para que podáis disfrutarla en familia, con el entusiasmo y la inocencia del niño que todos llevamos dentro. Muchas gracias a todos por leerme y por aguantar las tonterías que de vez en cuando comparto por aquí.
Y otra cosa, 2020 va a ser un año magnífico.
Ojalá todos encontremos la fuerza necesaria para hacer que nuestros sueños se cumplan.
