Bueno, no quiero pasarme de melodramático, pero lo que jamás podremos olvidar es que esta persona ha enviado un mensaje claro a sus padres, a sus jefes y a la sociedad. Un mensaje que ha costado muy caro, para todos nosotros, para ella y para su familia.
El otro día en los comentarios a la noticia en Expansión se me ha venido el mundo encima, cuando uno de los formadores de opinión ha aprovechado la ocasión de atacarme sacando estadísticas (entendidas como siempre), para atacar el supuesto comentario sensiblero en el que decía que ya estaba bien.
Este caso me ha golpeado dos veces. La primera es porque no puedo evitar ponerme en su lugar y entender su sufrimiento.
El segundo caso la rueda de prensa de France Telecom, y el comentario que me han arrojado a la cabeza con las estadísticas de suicidios de la OMS, demostrando que es algo normal.
Por lo menos el gobierno Francés ha reaccionado, pero lo triste del caso es que he entrado al final a desacreditar la manipulación de la estadística, que jamás podrá ocultar el hecho de que una vida es siempre una vida.
Y que deberíamos recordar que la economía y todos los organismos, empresas, bancos y demás entes, no son más que instrumentos para que vivamos mejor. Y deberíamos recordar por supuesto que el hundimiento de lehman no es el fracaso del capitalismo. Esta historia, las familias arruinadas, los padres que no saben como alimentar a sus hijos, ese sí que es el fracaso pero no del capitalismo, (que poco o nada tiene que ver con lo que hay hoy en día), sino de la ineptitud humana y la ceguera que nos ha invadido.
Hoy nadie sabe donde estamos, que hacer y que buscar. Quizás personas como estas nos ayuden a encontrar los valores perdidos. Y en ese momento el capitalismo podrá sobrevivir.