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Me gustaría llamar la atención sobre un par de conceptos, que pueden parecer similares, ciudadano y contribuyente. En todo caso me gustaría que se entienda que me refiero más al aspecto digamos que figurado que al estrictamente técnico. Es decir, somos ciudadanos, desde el punto y hora que estamos integrados en una estructura determinada, (por ejemplo la española), y somos contribuyentes desde el momento en que pagamos está determinada estructura.

Lo habitual es que la inmensa mayoría de nosotros seamos ambas cosas a la vez pero sin embargo a veces no coincide. Sin embargo en este post, me gustaría llamar la atención a un hecho distinto. Es aquel punto en el que se olvida que somos las dos cosas.

En particular me refiero a un punto que ha quedado un poco escondido cuando se habla de la banca y de aquello de “reducir el coste para los contribuyentes”. Más allá de que el riesgo para el contribuyente de una actividad privada debería ser cero, lo que tenemos es el olvido de que además de contribuyentes, somos ciudadanos.

Lo cierto es que tan sólo se entienden los rescates y ayudas como aquellos importes que salgan directamente de los fondos públicos, pero jamás se tienen en cuenta aquellos beneficios que vengan derivados de los ciudadanos. Está claro que el hecho de que se haya permitido, o incluso alentado, que las entidades consiguiesen unas plusvalías a costa de pérdidas en activos como las preferentes, o que incluso con una sentencia del supremo en el que se declaran abusivas las clausulas suelo, pero que dice que “el abuso pasado se queda”, la normativa que limita el libremercado pero sólo cuando hablamos de depósitos pero que luego se olvida de defender los derechos de los clientes en todo tipo de operaciones de pasivos y activos, son ejemplos perfectos. ¿Cuánto ha costado esto al contribuyente?, pues en teoría, incluso ha salido beneficiado, ya que con la perversión de considerar normal que si los bancos pierden, el contribuyente tendrá que pagar la factura será cada vez menor. De hecho, es increíble como en estos casos el reparar ciertos abusos se acabe confundiendo como un coste del contribuyente.

Pero aunque no le haya costado dinero al contribuyente; ¿cuánto dinero le ha costado al ciudadano?. Tenemos todo un rosario de pequeñas decisiones, de omisiones y de normativas favorables a los intereses de un grupo determinado, que suponen ingentes costes para el resto de los ciudadanos, que tenemos que soportar todos estos costes sin poder apenas opinar.

 Este proceso se observa muy fácilmente en la banca, pero se repite en muchos sectores en una dinámica en la que todo grupo de presión logra cambiar las reglas del juego a diario, sin que exista ni un solo contrapoder, ni parezca existir absolutamente nadie que recuerde que al final todo esto iba precisamente de ciudadanos y no de contribuyentes. ¿O es que nadie se acuerda que sí somos contribuyentes es precisamente porque es la mejor forma de mejorar como ciudadanos?.

Y este es realmente el problema de las políticas que se están llevando a cabo en Europa y es realmente el grave problema del acuerdo (o lo que sea) sobre las entidades financieras de la semana pasada. Que indirectamente, al hablar tan sólo de contribuyente, nos encontramos con unas reglas que obligan directamente a que los ciudadanos, (y ojo, que dentro del capítulo ciudadanos, nos encontramos también con aquellos que obtengan sus rentas desde empresas), han de contribuir como sea y con lo que sea para que las entidades financieras tengan beneficios y no tengan que acudir a los contribuyentes.

Y aquí estamos; resulta que la primera conclusión evidente después de esa junta es que el gobierno ha reaccionado instando un recurso de constitucionalidad y solicitando un informe por la vía de urgencia, a remitir por el consejo de estado en tres días para acabar con el decreto antidesahucios de Andalucia, (y supongo que el de Navarra que va en camino).

Sí el mismo gobierno que aunque no haya montado lo de las preferentes, aún no lo ha solucionado y el mismo gobierno que aunque no haya montado la ley hipotecaria no ha hecho lo mínimo por equilibrar el mercado, (más bien al contrario). El mismo gobierno que por cierto, impone la imposibilidad de desalojo en viviendas de entidades financieras, (en aquellos casos en los que existan unas personas muy especiales afectadas), y sólo de entidades financieras, pero que ahora introduce como argumento para llevar al constitucional este decreto que sólo afecta a las viviendas en manos de entidades financieras. El mismo gobierno que recurre una sanción a las viviendas vacías no alquiladas, cuando lo curioso es que no hace otra cosa que imponer penalidades a todo el mundo vendidas como sacrificios en aras del bien común.

Y lo peor es que esto no es otra cosa más que un ejemplo que deja muy a las claras que, los ciudadanos importan bastante poco, y los contribuyentes, no acabamos de ser más que el paganini de último recurso cuando los ciudadanos no podemos más.

Y es que al final, resulta que los gobiernos, los bancos centrales y todo el mundo tienen una única obsesión: ¡que los bancos se capitalicen!, aunque sea a costa de ciudadanos y finalmente de contribuyentes.

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  1. #2
    03/07/13 22:13

    "Es cada vez más frecuente que los problemas económicos se presenten como cuestiones técnicas cuya solución solo requiere la decisión de expertos, de “tecnócratas” o personas muy especializadas. Se evita que sea la gente normal y corriente la que decida sobre ellos porque se considera que no está preparada y que, por tanto, si decidiera podría ocasionar perturbaciones graves, un mal funcionamiento de la maquinaria económica, más o menos como sucedería si cualquiera de nosotros que no tuviese los conocimientos adecuados se empeñase en arreglar su reloj o cualquier aparato más o menos complicado.

    Pues bien, esta es una de las mentiras más grandes que acompaña al discurso y a la política económica de nuestro tiempo.

    Ningún problema económico tiene solución “técnica”. Todos tienen soluciones políticas, entendiendo por política toda aquella decisión que no depende de un criterio objetivo sino de una preferencia del tipo que sea.

    Pongamos un ejemplo. Supongamos que hay dinero para hacer un puente entre dos ciudades pero que se puede construir en puntos diferentes de ambas por el mismo precio y con igual recorrido o dificultad. La decisión acerca de qué dos puntos concretos va a unir es política porque depende de las preferencias de la gente. Quienes vivan en un sitio o en otro preferirán seguramente que esté cerca de ellos, o lejos da igual, pero por criterios puramente subjetivos. Y la decisión que se tome será siempre política, es decir, resultado de una prefrencia concreta y no de un criterio técnico. Puede ser que esa decisión política la tome un dictador, o que se eche a suerte o que se haga una votación, pero sea cual sea el procedimiento concreto, será el resultado de una preferencia social.

    Otra cosa es que, una vez tomada esa decisión, los ingenieros se tengan que poner manos a la obra y determinar las cuestiones técnicas necesarias para construir el puente, a partir de los puntos que se hayan fijado.

    Y lo mismo que consideraríamos una barbaridad que la gente quisiera decidir por votación qué tipo de tornillos o sujecciones deben utilizarse, o dónde poner los puntos de fuerza del puente (porque eso sí son decisiones técnicas y no políticas), también lo sería que los ingenieros quisieran decidir por ellos mismos dónde es mejor que vaya el puente y usurparan a la gente el derecho a hacer valer sus respectivas preferencias (porque esa es una cuestión política y no técnica).

    En economía ocurre igual…

    Cualquier decisión económica comporta un reparto determinado de la renta. Sea cual sea lo que se decida, siempre implicará que unos u otros se beneficien más o menos. Y la decisión acerca de quiénes deben beneficiarse o salir perjudicados es evidente que no es técnica, sino política.

    ¿Subir o bajar los tipo de interés es una cuestión técnica?

    Si yo tengo un millón de euros en el banco querré que suban, porque así me beneficio. Si debo un préstamo, preferiré que bajen.

    ¿Es mejor que el euro cueste más o menos dólares?

    Si yo vendo sillas a Estados Unidos, querré que esté bajo, porque así venderé más, dado que serán más baratas para los estadounidenses. Pero si tengo una fábrica que compra componentes allí, preferiré que esté alto porque me saldrán más baratos a mí.

    Por tanto, cuando el Banco Central Europeo sube los tipos de interés o hace que baje la cotización del euro, o al revés, aparentando que toma una decisión técnica lo que hace es decidir que miles de millones de euros pasen o a un bolsillo o a otro. Es decir, tomar una decisión política puesto que se deriva de una preferencia sobre quién se quiere que se beneficie o no de ella.

    Así son todas las decisiones económicas.

    Muchas veces, cuando la gente pide mejor distribución de la riqueza oímos decir: sí, pero hay que esperar, porque primero hay que producir más y luego podremos repartir, primero hay que hacer la tarta y luego repatirla.

    ¡Suena tan lógico que parece indiscutible, pero eso no es verdad!

    Eso funciona así en repostería: para poder repartir una tarta hay que crearla antes. Pero en economía, no es así, porque a medida que vamos produciendo ya estamos repartiendo. Si producir un lápiz cuesta un euro es porque hemos retribuido por esa cantidad a todos los que han ido contribuyendo a producirlo (al que sacó la madera, al dueño de la serradora, al que lo cortó, al que lo empaquetó, etc.).

    La economía sin una explícita reflexión ética sobre los objetivos, sobre las consecuencias y los modos de decidir y aplicar lo decidido es una dictadura, normalmente, de los que tienen más sobre los que tienen menos o no tienen nada. Por eso hemos de reclamar siempre que, antes de tomar cualquier decisión económica, la población pueda pronunciarse sobre ella y que la que se tome sea la preferida por la mayoría. Y que, para que eso se pueda decidir con fundamento, que se pongan antes en claro sus efectos sobre las cuestiones básicas que afectan a la vida y el bienestar de las personas."

    http://juantorreslopez.com/impertinencias/economia-y-etica/

  2. #1
    02/07/13 18:01

    Pues si no te gusta ya sabes lo que tienes que hacer, Tomás. Sobornar al Partido Popular para que haga las modificaciones que requieras. Sólo es cuestión de que tengas sufiente dinero.

    Y recuerda: "Los ricos no tienen patria sólo tienen intereses".

    "Stallman pidió al público preguntarse ¿cómo es posible restringir el poder de los ricos?, a lo que él mismo respondió: “La democracia es un método para hacerlo, es decir, que los muchos que no son ricos se unan para juntos tener más poder que los ricos. Es lo que Chávez intentaba hacer con algún éxito y logros en Venezuela, y fue lo que Roosevelt hizo en los Estados Unidos”.

    “Pero el problema mundial es que, en la mayoría de los países, los ricos han tomado el control del Estado, es decir: no hay democracia. La democracia no significa elecciones, sino que los muchos que no son ricos empleen el Estado para restringir el poder de los ricos. Y, cuando los ricos toman el control del Estado, ya no hay democracia. Por ejemplo, en Estados Unidos los ricos tienen el control y usan el Estado para tomar siempre más y dejarnos con siempre menos”.

    “Pero no se debe rechazar la idea del Estado, porque sin Estado no hay democracia y no hay ninguna resistencia al poder de los ricos”, dijo."

    http://albaciudad.org/wp/index.php/2013/06/richard-stallman-cuando-los-ricos-toman-el-control-del-estado-no-hay-democracia/


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