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Si hay alguna cosa clara es que las predicciones sobre el comportamiento de la economía son un instrumento que puede servir de todo, menos para predecir, sobre todo cuando parecemos empeñados en poner un número en lugar de determinar qué es lo que va a ocurrir.

Sin embargo, lo que ha ocurrido la semana pasada ha rozado el esperpento. En primer lugar nos encontramos con una crítica generalizada a las cuentas presentadas por el ejecutivo español que establece una caída del PIB del 0,5%, que parece que no se cree nadie. Pero sin embargo un par de días después, resulta que el FMI emite unas previsiones en las que se empeora la situación hasta una caída del 1,5% y resulta que tampoco debemos creer al FMI.

En primer lugar, lo que tenemos es una situación muy surrealista, ya que es absolutamente imposible saber si vamos a caer un 0,5 o un 1,5, o un 3%; sobre todo porque estamos empeñados en aplicar la econometría para calcularlo, cuando la primera base para que un modelo econométrico tenga un mínimo de sentido es que el entorno se mantenga estable, lo cual hoy en día es una soberana tontería.

Pero desde luego lo que sorprende, y mucho, han sido dos artículos en Cotizalia del 11 de octubre, en el que tenemos dos artículos que vienen a decir aquello de “el FMI se equivoca”, recordando ciertas predicciones del pasado.

En particular me ha gustado el resumen de los errores que nos brinda Ignacio de la torre, mucho más contundente que el que ha hecho Hugo Ferrer, aunque en síntesis dicen lo mismo:

De hecho el FMI hizo autocrítica sobre los enormes errores de sus predicciones antes de la gran recesión. Entre otras perlas: en verano de 2008: “lo peor de la crisis ha pasado ya”; 2006: “el modelo bancario de originación y distribución debería ser imitado en todo el mundo”; 2007: “el mercado de renta fija norteamericano tendrá que seguir innovando más rápidamente que otros centros financieros para mantener una ventaja relativa”; 2005: “el sector financiero de los EEUU es resistente y bien regulado”; 2006: “las agencias de rating están inmejorablemente posicionadas para opinar sobre el riesgo de las transacciones estructuradas”; 2007: “la banca comercial y de inversión están en una posición financiera muy sólida, los riesgos sistémicos son muy bajos. La rentabilidad y el capital del sistema bancario es alto en estándares internacionales a pesar de una ligera subida en las dificultades relacionadas con el sub prime”; y la perla en 2006: “Islandia tiene un sistema financiero sólido”.

Parece desde luego innegable la capacidad de errar del FMI; pero sin embargo también extraña un poco el hecho de que no se entre a analizar la existencia de un sesgo en los errores. Sesgo, que por cierto, se comparte con el total de las instituciones y analistas que habían hecho análisis en las mismas épocas.

 Es decir, todo el mundo entendía y hablaba del milagro irlandés, (e incluso del Español), nadie veía ningún riesgo en los mercados financieros, todo el mundo aplaudía las innovaciones financieras, nadie desconfiaba ni ponía en duda las agencias de rating e Islandia era lo más.

Sin embargo llama la atención el hecho de que todo el mundo dijese lo mismo, y de repente todo el mundo se equivocase. De hecho llama la atención el hecho de que incluso estadísticamente es difícil equivocarse tanto; es decir; tan difícil es acertar todas las previsiones, como fallarlas todas y de forma tan palmaria. Y cuando estadísticamente algo es improbable, tendremos que pensar en que quizás exista algún determinante.

Y en este sentido es sencillo entender que todos los fallos que se han comentado responden a una situación en la que el FMI, (y muchos otros), han hecho análisis con un objetivo distinto al de analizar. Es decir, los fallos en las predicciones no serían tales si tenemos en cuenta que el fallo ha sido confundir la confianza en un sistema, con la emisión de mensajes tranquilizadores sobre determinados aspectos que se estaban derrumbando.

Es decir, lo más plausible no es que no se detectasen estos riesgos, sino que se habían detectado y lo que se estaba intentando era emitir informes que tratasen de alejar estas ideas de todo el mundo para que todo el mundo siguiese operando de forma completamente irracional. Todo el mundo podía estar asumiendo que lo de Islandia no tenía futuro, (o que España no tendría un aterrizaje suave), y para que esto no ocurriese, el FMI y muchos otros están jugando a lo de la profecía autocumplida.

El problema no han sido los errores, sino que el error ha sido usar los informes para generar confianza y montar burbujas. El problema es que se ha confundido la palabra confianza con “vender como sea”, y el problema es que se sigue intentando vender una realidad distinta cuando no nos gusta.

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  1. Joaquin Gaspar
    #1
    16/10/12 19:18
    2008 was not so much a black swan but a “black turkey”, defined by Laurence B. Siegal, research director of the Research Foundation of CFA Institute, as “an event that is everywhere in the data – it happens all the time – but to which one is wilfully blind”., Paul Kaplan
    Saludos

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