Miguel Ángel Fernández Ordoñez y su institución se han cubierto de gloria también a lo largo de estos años. Es cierto que no ha sido el único banco central que ha hecho lo contrario a lo que tenía que hacer en todo momento, pero de la misma forma debemos entender que esto precisamente no es un consuelo, sino que empeora el problema. Un banco central inútil es un problema, todos es una situación insostenible.
Si algo hemos tenido recurrente es ciertas burradas en torno a la evolución de los precios y al respecto de los tipos de cambio. Respecto a la evolución de los precios tenemos un cacao increíble. Imaginemos que una persona está en el primer piso de un edificio. Pues puede decir que tiene que bajar al portal; también puede descender o puede ir al bajo; o incluso dado que está en el primer piso y por tanto que en un momento pasado ha subido, se puede decir que lo que hay que hacer es des-subir el precio.
Pues con los precios, ocurre exactamente lo mismo. O suben los precios y tenemos inflación o bajan los precios y tenemos deflación. Sin embargo con la deflación ocurre una cosa curiosa. Todo el mundo está de acuerdo en que es el peor proceso que puede sufrir una economía, (recordar los efectos), por tanto lo que se ha planteado es cambiar los nombres. De esta forma nos encontramos con toda una serie de términos en los que se trata de cambiar el nombre de dicho proceso, como si el esfuerzo, los movimientos que hay que hacer y los efectos en nuestras posaderas fuesen distintos si decidimos bajar las escaleras o descender las escaleras.
Hemos oído términos como desinflación, desinflación de activos, ajuste de precios, reflactación y similares con tal de negar la deflación. Ahora que la moda está en los problemas de la moneda única y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, nos encontramos con aquello de la devaluación interna, que en teoría significa bajar los precios de una economía para ser más competitivos. En este sentido se propone que en España han de bajar los precios y los sueldos. (se le llame como se llame).
La primera gran burrada es que esto se justifica ante la imposibilidad de devaluar la moneda, al estar en el sistema euro. La burrada es manifiesta y si uno de estos personajes soltase esto en una carrera de económicas no la acabaría en la vida, (por lo menos antes de que los profesores prefieren estar en escuelas de negocios o estar a sueldo en think tanks). Un aspecto básico de las devaluaciones (pido perdón por las repeticiones), es que las devaluaciones son un instrumento para eliminar los efectos secundarios que a corto plazo provocan políticas de demanda en un entorno en el que caen las rentas. Es decir, si la situación de los ciudadanos, (bien sean aquellos que obtienen sus ingresos del trabajo o bien aquellos que obtienen sus ingresos de empresas que venden a estos) se deteriora el estado tiene que intervenir. Estas intervenciones tienen efectos a corto plazo en el ámbito internacional y en consecuencia se devalúa la moneda, (para enjugar pérdidas, permitir ingresos superiores, recuperar competitividad y conseguir financiación más sencilla). En todo caso es importante entender que la devaluación es la medicina para paliar los efectos secundarios que provocan las medidas principales que es REVALUAR LA ECONOMÍA.
Pues dado que parece que no se puede devaluar la moneda, lo que se propone es devaluar la economía, lo cual es una burrada similar a que si no podemos tratar los efectos secundarios de la quimio para un cáncer de pulmón, pasemos de la quimioterapia y recomendemos fumar.
Lo malo es que además se está intentando, a pesar de que esto esté suficientemente estudiado y de que en el pasado cada vez que se intentó (sobre todo en los años 20) acabó en un desastre mayúsculo sin que haya existido jamás un solo éxito. Por supuesto se intenta con los ingresos de los trabajadores que caen por todos los motivos pero que lejos de tratar de frenar esta situación se acelera. Esto evidentemente tiene sus efectos sobre muchos negocios, que pierden clientes, actividad, trabajadores y demás. En este sentido ya estamos en el proceso de devaluación competitiva, que en realidad es deflación pura y dura. A pesar de que los efectos sean tan devastadores como los de la deflación, (resulta que al final las bajadas de precios provocan estos efectos se llame como se llame). Está claro que dado que estamos en una situación de políticas de oferta, se va a tratar de apoyar a las empresas de alguna forma, (facilitando que tengan menores gastos de cualquier tipo o menores problemas), pero nada puede compensar el efecto.
Sin embargo el problema es cuando llegamos a los bienes y productos estratégicos y las grandes empresas. Por que en este momento, resulta que la bajada de ingresos y los efectos llegan a un entorno en el que no hay devaluación competitiva que valga. En este caso si que entra en juego la definición de deflación y en consecuencia se hace lo que sea necesario, (Bernanke dixit) para evitar que los precios caigan. En definitiva, lo que nos encontramos es que se va a intervenir como sea, donde sea, cuantas veces sea y saltándose todo lo que se haya que saltar para que el petróleo y la gasolina no baje, la energía no baje, para que los pisos no bajen de precio, para que los alimentos se mantengan… De hecho lo curioso es que si se consume un 10% menos de petróleo hay que conseguir que el precio suba por encima en un proceso que incluye la ruptura de todas las normas de competencia, de libre mercado y de sentido común. La justificación de dichas intervenciones es que el IPC no suba, pero en realidad no es más que una excusa ya que lo que se busca es que suban los ingresos de las grandes cotizadas y de todo aquello que se intercambie en un mercado financiero.
Por tanto llegamos al absurdo de los personajes de los bancos centrales que están todos los días hablando de la devaluación competitiva refiriéndose a los precios de los bienes, pero que luego curiosamente toman toda serie de medidas para evitar que los precios caigan. (desde buscar la subida de las materias primas, subidas record en energías, subir los precios de los bienes regulados que tengan a su disposición o en el colmo del cachondeo comprar y recomendar cédulas hipotecarias para frenar la caída de precios de los inmuebles).
El resultado es que al final la devaluación competitiva, la tienen derivada de que al no existir demanda todos los precios acaban siendo burbujas, (en el sentido de que no reflejan la realidad económica que se derrumba), de tal forma que tenemos cada vez más tensiones desinflacionistas, (que vuelven a ser presiones para bajar los precios).
Y en este punto tenemos el mayor absurdo en un círculo vicioso de autentica locura en el que nos encontramos con personajes que recomiendan las bajadas de precios para justificar una competitividad, mientras a la vez tratan de tomar medidas cada vez más desesperadas para justificar que suban los precios de los bienes básicos, tratando de evitar la temida deflación, mientras tenemos todos y cada uno de los efectos de la deflación que está escondida porque en lugar de mirar los precios de todos los activos, resulta que tan sólo se miran los precios de consumo a los clientes, que a su vez están cada vez más destrozados ya que su renta disponible son ingresos decrecientes menos precios crecientes de bienes básicos.
Me gustaría explicar este proceso un poco mejor, pero espero que se comprendan las limitaciones para explicar con un poco de lógica un proceso demencial. Y lo dicho, si esta situación fuese tema de examen, estos acaban la carrera a la edad a la que se busca que nos jubilemos, (bueno, a los 67 porque ya no sé si pretenden que nos jubilemos más tarde, o nos prejubilemos como la banca y grandes empresas o nos jubilemos a los 65 como se obliga ahora a los funcionarios en otro gran ejercicio de esquizofrenia y cacao mental de estos expertos que no han necesitado acertar ni una sola vez en nada para que les pongan este título).
Y por supuesto en todo este panorama, como resulta que son de un banco central pueden hacer lo que les da la gana, (confundiendo una independencia que debería ser replanteada con impunidad), mientras la sociedad se desangra.