En un mercado ideal, perfecto, el precio es completamente aleatorio y completamente impredecible.
Empecemos por el principio. Es fácil ver que un mercado real, sino llega a tanto, tiene que estar muy cerca de esto. Podemos verlo suponiendo lo contrario. Imaginemos que pasándose una tarde en casa haciendo cálculos, un inversor puede predecir con relativa facilidad si el IBEX "tiene" que subir o el crudo "tiene" que bajar. Compraría y vendería el IBEX o el Brent y se haría rico en un mes. Así que el comportamiento del precio de un mercado tiene que ser esencialmente aleatorio, o al menos parecérselo a los especuladores hasta el punto en que, como en una lotería, sea imposible hacer predicciones.
Si lo que quisiéramos es un sistema que genere un comportamiento aleatorio o al menos impredecible, no tendríamos que organizar algo tan complejo y caro como un mercado, nos bastaría el bombo de los cupones de los ciegos.
Esto es algo que ya existe: sitios donde el dueño proporciona una variable aleatoria impredecible y distintos clientes apuestan en un sentido y otro y ganan o pierden dinero. Se llaman casinos, bingos o máquinas tragaperras.
Sin embargo un mercado no es un casino, es algo mucho más profundo.
En un casino se genera un comportamiento aleatorio e impredecible a partir de un fenómeno aleatorio que no contiene información. Una máquina que logre esto es trivial pero es que un mercado no hace esto sino algo que es una proeza: genera un comportamiento completamente impredecible no a partir de una fuente de información cero, sino a partir de fuentes que contienen la totalidad de la información relevante (y que aporta eficiencia)
El resultado es que, si las cifras que van saliendo en el bingo son impredecibles porque no contienen ninguna información, el precio del mercado es impredecible porque contiene TODA la información.
Utilizar cualquier información disponible, por ejemplo cómo van los conflictos en Oriente Medio, para tratar de deducir como podría evolucionar el precio del crudo (que depende de lo que pase en esos conflictos) no sirve de nada porque toda la información pertinente y disponible sobre esos conflictos está YA en el precio del crudo. No podemos deducir qué movimientos producirá la información sobre esos conflictos en el precio del crudo en el futuro porque esa información ha producido YA esos movimientos.
Un ejemplo emparentado y que los informáticos entenderán bien es el de la "compresión de datos". Comprimir un fichero con un programa Zip, por ejemplo, cifrar un documento mediante la criptografía o generar un número aleatorio son procesos muy relacionados en términos fundamentales. El mercado es un procesador de información y tiene mucho de lo anterior.
Un fichero de texto normal, un ejemplar de los Tres Mosqueteros, por ejemplo, es una secuencia de letras fuertemente predecible porque es muy redundante. Si las polillas han atacado el libro y sus agujeros han hecho desaparecer el 10% de las letras, aún podremos leer bien el libro porque es fácil, debido a su carácter predecible, deducir cuál es la letra que se ha comido la polilla. Esto nos indica que podríamos desechar el 10% de la información que contiene el libro y seguir conservando el texto completo (es posible predecir, reconstruir ese 10% que falta)
Los programas que comprimen ficheros de texto, reducen lo que ocupa el fichero pero dejando la información precisa que permita luego reconstruir el texto original. Esto lo hacen detectando y eliminando redundancias. Una forma de ver cómo funciona un de estos programas es imaginando que es un jugador que hace apuestas. Según va comprimiendo el texto, el programa se para y se dice a sí mismo "Sin mirar, yo apostaría a que la letra que viene a continuación es una "e"" Si la letra es, en efecto una "e" el programa puede desecharla y ahorrar espacio en el fichero comprimido. La razón es que el programa solo descarta las letras si su apuesta funciona y cuando haya que descomprimir el fichero, reconstruir el texto original poniendo las letras que se han quitado, el programa solo tiene que volver a hacer sus apuestas. "Si yo hubiese apostado, habría apostado a que aquí venía una "e"" y como sabe que ganó esa apuesta, añade la "e que falta"
El programa de esta forma, suprime redundancias, elimina las apuestas que hasta un pardillo ganaría y deja, como semilla para la reconstrucción, una versión del fichero original de menor tamaño.
Este fichero comprimido aún tendrá cierta redundancia, cierto peso muerto correspondiente a las apuestas más difíciles de acertar, a las pautas más sutiles, a las predicciones más difíciles. Así que si procesamos este fichero comprimido con otro programa más astuto logrará comprimirlo más, y generará un fichero comprimido con menos redundancia y menos previsible.
Si vamos comprimiendo y comprimiendo más y más ese fichero con programas más y más astutos llegamos a un punto ideal en el que toda redundancia y toda previsibilidad han sido extraídas y lo que tenemos es una ristra de dígitos completamente imprevisible y perfectamente aleatoria en apariencia. Sin embargo, esto que es indistinguible de un numero aleatorio no es un número aleatorio sacado a voleo como el de un bingo sino que es una clave que contiene la totalidad del relato de los Tres Mosqueteros y permite reconstruir de manera completa el texto original.
Esto está muy emparentado con lo que hace un programa de cifrado o con lo que hace un criptógrafo cuando rompe un código y descifra un documento. El único asidero que puede utilizarse para romper un código es la predictivilidad o redundancia del documento cifrado. Lo que hace un programa de cifrado es muy similar a lo que hace un programa de compresión y a lo que hace un mercado: se elimina toda predictivilidad posible a base de apostar ¿Qué apuesta haría aquí quien trate de romper este código? y se elimina el dato que serviría para ganar esa apuesta.
El comportamiento del precio de un mercado, es una secuencia completamente impredecible y errática (en el caso ideal de un mercado perfectamente eficiente) pero no es un número aleatorio como el de un bingo en el que se logra eliminar toda pauta y predictivilidad simplemente eliminando toda la información, sino que es una secuencia impredecible y aparentemente aleatoria como la de un fichero comprimido o como la de un documento cifrado criptográficamente: se la eliminado toda predictivilidad pero conservando toda la información.
El que en un casino, en un programa de compresión, en un mercado o en un programa de cifrado criptográfico haya siempre apuestas de por medio no debe despistarnos.
En un programa de cifrado o compresión, la información que debe procesarse está ahí en forma de un fichero que contiene toda la información y que simplemente hay que leer. El mercado no puede leer la información en un documento sino que tiene salir al mundo, leer la prensa, interpretar el pucherito de disgusto de la ministra y todo lo demás. Esto lo hace el mercado de forma similar a como lo hace un hormiguero, envía a sus agentes por ahí a que se busquen la vida y traigan noticias importantes.
El mercado logra que esos sabuesos e interpretes de información trabajen para él ofreciendo recompensas por la información. El mercado obtiene información porque compra esa información y además lo hace a un precio tal que esa información permita optimizar la asignación de recursos.
Esto, curiosamente, es algo que muchos comentaristas de mercados o incluso especuladores de los mercados no saben. No saben que se han pasado la vida vendiendo información al mercado o no recuerdan que el mercado les haya comprado o pagado nunca por esa información. Muchos especuladores creen que lo que ellos ganan "sale" de lo que otros especuladores pierden pero esto es falso.
Cuando un especulador suministra un lote de información que el mercado valora, el mercado compra, recompensa ese información. El dinero que ese especulador gana es el precio que el mercado paga por la información que el especulador le acaba de vender al mercado. Todos los especuladores intentan tener siempre la mejor y más actualizada información posible porque saben que eso es algo bueno pero muchos no saben por qué. No saben que lo que hacen es vender constantemente información al mercado y que el mercado solo paga bien la información de alta calidad.
El mercado, una vez comprada toda esta información a precios óptimos, comprime toda esta información eliminando toda predictibilidad también de manera optima.
Yo me gano la vida diseñando máquinas y he diseñado muchas en mi vida y ni cuando empecé a interesarme por el mercado ni hoy en día me parece que diseñar, o simplemente entender, una máquina capaz de lograr esta proeza sea algo obvio o de perogrullo. Desde luego hay algo que si puedo afirmar: todos los catedráticos de economía juntos, no lograrían entender cómo funciona un mercado ni en un millón de años.
No es obvio y no salta a la vista el por qué una máquina así, como el mercado, capaz de proporcionar una variable que contiene toda la información y es a la vez completamente impredecible, podría ser útil o cómo algo tan extraño puede ayudar a la humanidad.
Explicar esto es muy complicado pero trataré de dar una idea.
El precio actual del mercado, al contener toda la información relevante que es rentable (eficiente) conseguir, establece algo así como un precio "justo", un precio que permite la distribución más eficiente de recursos que puede hacerse con la información disponible hasta este momento (y toda la información futura previsible, recordemos que el mercado se toma un esfuerzo enorme en eliminar todo vestigio de predictibilidad extrayéndola)
En este sentido proporciona a los agentes la mejor información disponible en la que pueden basar sus decisiones. (Es posible, y trivial, obtener más y mejor información que un mercado pero hacerlo no es eficiente. La mejora en las decisiones que proporcionaría esa información adicional no compensa el costo de obtener esa información suplementaria)
Otra forma de ver lo que un mercado proporciona a la sociedad está relacionada con lo previsible, con la incertidumbre y con el riesgo. Al extraer todo lo previsible e incluirlo en su precio, el mercado separa la parte previsible y determinista de los procesos económicos de la parte con incertidumbre. Esto permite extraer el riesgo de las actividades económicas y venderlo aparte.
Un agricultor por ejemplo, puede concentrarse en sus costos y productividades previsibles: semilla, salarios, tractor y vender la parte incierta de su actividad: pedrisco, semilla, sobrecosecha en un mercado donde ese riesgo es negociado y cubierto por los traficantes de riesgo (especuladores).
En el mundo real, estos procesos de producción y de consumo están exquisitamente ajustados y en cada caso, el valor a un lado y otro de la ecuación es muy parecido. Se consumen recursos por valor de 99 para crear un bien de valor 100 o se consume un bien de valor 100 para hacer desaparecer un problema o necesidad de valor -101.
Un pequeño desajuste en estos procesos los convierte fácilmente en improductivos (con productividad negativa) y hace que los que simulan ser grandes productores solo sean grandes consumidores disfrazados.
Uno de estos parásitos que se mantiene vivo por los subsidios públicos podría perfectamente consumir energía con un valor de 100.000 millones y generar a cambio de ese consumo bienes con valor de 90.000 millones. El que uno de estos monstruos sea capaz de tragar toda esa cantidad de valor solo garantizaría que estamos frente a un gran proceso de producción si estamos en un mercado libre. Si el mercado libre es suprimido, nada garantiza que los procesos de producción creen valor y ese monstruo podría ser, y normalmente es, un consumidor parásito disfrazado de productor. Su consumo de 100.000 unidades de valor conduce a la destrucción de 10.000 unidades de valor porque la productividad de este parásito es negativa.
"Parásito" no es un insulto aquí. En cualquier economía, sea de mercado o no, un "productor" que sea, en realidad, un consumidor disfrazado, no puede subsistir por si mismo porque su continua destrucción de riqueza requiere que alguien, desde fuera, inyecte constantemente esa riqueza que el falso productor necesita consumir para seguir existiendo.
Estos subsidios y subvenciones que extraen riqueza de los procesos productivos debilitándolos para mantener artificialmente la supervivencia de procesos improductivos (procesos de consumo) requieren la imposición mediante la fuerza del Estado.
Según el mercado va siendo anulado y sustituido por el intervencionismo público la economía se hace cada vez menos capaz de producir riqueza hasta que llega un punto en el que la economía, en su conjunto, destruye riqueza (y el PIB se vuelve negativo).
Si uno disfruta haciendo juegos de palabras, el "crecimiento económico" puede definirse como uno quiera. Si usted prefiere, como las autoridades, manipular las estadísticas antes que solucionar los problemas reales puede definir crecimiento económico como la máxima manipulación estadística.
A mi me interesa mucho más la realidad, la gente real y los problemas reales de la gente real que la política y toda esa panda de mediocres que manejan los hilos porque la realidad es mucho más interesante que los políticos y sus estúpidas preocupaciones.
La economía, como un proceso real en una sociedad libre es un mecanismo destinado a resolver los problemas de la gente y el tamaño de esa economía lo define la capacidad de ese mecanismo de resolver esos problemas.
La mayoría de los países occidentales no es solo que no tengan más capacidad productiva de la que utilizan sino que no tienen capacidad productiva en absoluto. La sobreproducción de una economía es una vieja falacia mercantilista heredada luego por el keynesianismo y que fue refutada hace siglos. No hay economías con demasiada capacidad de producir como no hay sistemas sanitarios con pacientes demasiado sanos.
Recuerde que lo que produce una economía son bienes económicos y los bienes económicos son soluciones. Una sociedad con una economía capaz de producir demasiado es una sociedad que se ha quedado sin problemas económicos por haberlos resuelto todos. Esto es algo que no tiene sentido, al menos en la situación actual del mundo.
Calcular el "capital de las cosas" (el valor en economía) solo puede hacerse con una máquina de calcular llamada "mercado". Este "cálculo del valor" es un problema de optimización extremadamente difícil porque el valor de cada cosa depende del valor del resto de las cosas. Solo puede encontrarse la solución resolviendo una simulación del mercado y la única forma de simular un mercado es construir el mercado a tamaño natural. Un mercado, en este sentido, es una simulación de sí mismo.
Una objeción común del socialismo a las tesis de los defensores del mercado es que es, según ellos, imposible que una economía pueda crecer indefinidamente si está limitada a un planeta finito. Esto se debe a que el marxismo si tiene una concepción material del valor económico y para los socialistas, una economía que crece debe consumir más energía o producir más desechos. La economía de mercado no dice nada de esto y niega tal objeción.
Los mercados no son n-dimensionales ni tridimensionales sino que solo tienen una dimensión que es el precio. En los premios Oscar de cine y en muchos otros campos, las cosas pueden compararse o clasificarse de muchas maneras a la vez. Una película o una ciudad puede ser mejor que otra en ciertos aspectos o desde ciertos puntos de vista y peor desde otros.
Esto es algo que no puede ocurrir en un mercado. Un mercado necesita que cada bien pueda caracterizarse completamente por un solo número (es un sistema escalar) y este número es el precio. Para un mercado dos bienes con el mismo precio son indistinguibles (en un sentido fundamental). Esta rasgo técnico tan especial es fundamental porque un mercado es un sistema de optimización de la resolución de problemas. El "algoritmo" del mercado, para encontrar la asignación optima de recursos necesita saber de forma bien definida si una asignación tiene más o menos valor que otra y eso requiere que cada necesidad humana (cada problema a resolver) sea más o menos problemático que otros y que cada bien tenga más o menos valor que otros.
Los keynesianos y otros seguidores de las falacias mercantilistas han pretendido (falsamente) haber demostrado cientos de veces que un mercado no puede ser el mecanismo de asignación de recursos óptimo o más eficiente.
El problema es que, en el mejor de los casos, sus demostraciones no se refieren a los mercados. Encuentran "modelos" y consiguen demostrar que esos modelos no son eficientes pero esos modelos en los que demuestran la ineficiencia no tienen relación alguna, ni siquiera lejana con un mercado.
El problema de fondo es que no saben qué es la economía, y mucho menos un mercado. La teoría de mercados es muy difícil y no hay en ella nada que sea ni obvio ni una perogrullada. Si alguna parte del funcionamiento de un mercado le parece una perogrullada es que no ha entendido esa parte.
Los keynesianos jamás lograrán demostrar que un mercado no es el mecanismo de asignación de recursos más eficiente, lo mismo que jamás lograrán algo tan ridículo como refutar la ley de Say. Pero no les importa, porque su trabajo no consiste en eso, ni el Gobierno les paga para eso.
La superstición keynesiana no es un intento honesto de entender y explicar la realidad sino un conjunto mediocre de estupideces pseudocientíficas que intente proporcionar un barniz de justificación a los abusos de poder y privilegios de los poderosos.
No se trata de demostrar que un mercado no intervenido y basado en la libertad no sea del todo ineficiente, sino en mostrar que la opresión, los abusos de poder y los privilegios arbitrarios del soberano están justificados para mejorar al mercado.
Otras aportaciones de Luisito2
La inflación que nunca llegará
El timo de la presión fiscal sobre PIB y la deuda sobre PIB
Empecemos por el principio. Es fácil ver que un mercado real, sino llega a tanto, tiene que estar muy cerca de esto. Podemos verlo suponiendo lo contrario. Imaginemos que pasándose una tarde en casa haciendo cálculos, un inversor puede predecir con relativa facilidad si el IBEX "tiene" que subir o el crudo "tiene" que bajar. Compraría y vendería el IBEX o el Brent y se haría rico en un mes. Así que el comportamiento del precio de un mercado tiene que ser esencialmente aleatorio, o al menos parecérselo a los especuladores hasta el punto en que, como en una lotería, sea imposible hacer predicciones.
Si lo que quisiéramos es un sistema que genere un comportamiento aleatorio o al menos impredecible, no tendríamos que organizar algo tan complejo y caro como un mercado, nos bastaría el bombo de los cupones de los ciegos.
Esto es algo que ya existe: sitios donde el dueño proporciona una variable aleatoria impredecible y distintos clientes apuestan en un sentido y otro y ganan o pierden dinero. Se llaman casinos, bingos o máquinas tragaperras.
Sin embargo un mercado no es un casino, es algo mucho más profundo.
En un casino se genera un comportamiento aleatorio e impredecible a partir de un fenómeno aleatorio que no contiene información. Una máquina que logre esto es trivial pero es que un mercado no hace esto sino algo que es una proeza: genera un comportamiento completamente impredecible no a partir de una fuente de información cero, sino a partir de fuentes que contienen la totalidad de la información relevante (y que aporta eficiencia)
El resultado es que, si las cifras que van saliendo en el bingo son impredecibles porque no contienen ninguna información, el precio del mercado es impredecible porque contiene TODA la información.
Utilizar cualquier información disponible, por ejemplo cómo van los conflictos en Oriente Medio, para tratar de deducir como podría evolucionar el precio del crudo (que depende de lo que pase en esos conflictos) no sirve de nada porque toda la información pertinente y disponible sobre esos conflictos está YA en el precio del crudo. No podemos deducir qué movimientos producirá la información sobre esos conflictos en el precio del crudo en el futuro porque esa información ha producido YA esos movimientos.
Un ejemplo emparentado y que los informáticos entenderán bien es el de la "compresión de datos". Comprimir un fichero con un programa Zip, por ejemplo, cifrar un documento mediante la criptografía o generar un número aleatorio son procesos muy relacionados en términos fundamentales. El mercado es un procesador de información y tiene mucho de lo anterior.
Un fichero de texto normal, un ejemplar de los Tres Mosqueteros, por ejemplo, es una secuencia de letras fuertemente predecible porque es muy redundante. Si las polillas han atacado el libro y sus agujeros han hecho desaparecer el 10% de las letras, aún podremos leer bien el libro porque es fácil, debido a su carácter predecible, deducir cuál es la letra que se ha comido la polilla. Esto nos indica que podríamos desechar el 10% de la información que contiene el libro y seguir conservando el texto completo (es posible predecir, reconstruir ese 10% que falta)
Los programas que comprimen ficheros de texto, reducen lo que ocupa el fichero pero dejando la información precisa que permita luego reconstruir el texto original. Esto lo hacen detectando y eliminando redundancias. Una forma de ver cómo funciona un de estos programas es imaginando que es un jugador que hace apuestas. Según va comprimiendo el texto, el programa se para y se dice a sí mismo "Sin mirar, yo apostaría a que la letra que viene a continuación es una "e"" Si la letra es, en efecto una "e" el programa puede desecharla y ahorrar espacio en el fichero comprimido. La razón es que el programa solo descarta las letras si su apuesta funciona y cuando haya que descomprimir el fichero, reconstruir el texto original poniendo las letras que se han quitado, el programa solo tiene que volver a hacer sus apuestas. "Si yo hubiese apostado, habría apostado a que aquí venía una "e"" y como sabe que ganó esa apuesta, añade la "e que falta"
El programa de esta forma, suprime redundancias, elimina las apuestas que hasta un pardillo ganaría y deja, como semilla para la reconstrucción, una versión del fichero original de menor tamaño.
Este fichero comprimido aún tendrá cierta redundancia, cierto peso muerto correspondiente a las apuestas más difíciles de acertar, a las pautas más sutiles, a las predicciones más difíciles. Así que si procesamos este fichero comprimido con otro programa más astuto logrará comprimirlo más, y generará un fichero comprimido con menos redundancia y menos previsible.
Si vamos comprimiendo y comprimiendo más y más ese fichero con programas más y más astutos llegamos a un punto ideal en el que toda redundancia y toda previsibilidad han sido extraídas y lo que tenemos es una ristra de dígitos completamente imprevisible y perfectamente aleatoria en apariencia. Sin embargo, esto que es indistinguible de un numero aleatorio no es un número aleatorio sacado a voleo como el de un bingo sino que es una clave que contiene la totalidad del relato de los Tres Mosqueteros y permite reconstruir de manera completa el texto original.
Esto está muy emparentado con lo que hace un programa de cifrado o con lo que hace un criptógrafo cuando rompe un código y descifra un documento. El único asidero que puede utilizarse para romper un código es la predictivilidad o redundancia del documento cifrado. Lo que hace un programa de cifrado es muy similar a lo que hace un programa de compresión y a lo que hace un mercado: se elimina toda predictivilidad posible a base de apostar ¿Qué apuesta haría aquí quien trate de romper este código? y se elimina el dato que serviría para ganar esa apuesta.
El comportamiento del precio de un mercado, es una secuencia completamente impredecible y errática (en el caso ideal de un mercado perfectamente eficiente) pero no es un número aleatorio como el de un bingo en el que se logra eliminar toda pauta y predictivilidad simplemente eliminando toda la información, sino que es una secuencia impredecible y aparentemente aleatoria como la de un fichero comprimido o como la de un documento cifrado criptográficamente: se la eliminado toda predictivilidad pero conservando toda la información.
El que en un casino, en un programa de compresión, en un mercado o en un programa de cifrado criptográfico haya siempre apuestas de por medio no debe despistarnos.
En un programa de cifrado o compresión, la información que debe procesarse está ahí en forma de un fichero que contiene toda la información y que simplemente hay que leer. El mercado no puede leer la información en un documento sino que tiene salir al mundo, leer la prensa, interpretar el pucherito de disgusto de la ministra y todo lo demás. Esto lo hace el mercado de forma similar a como lo hace un hormiguero, envía a sus agentes por ahí a que se busquen la vida y traigan noticias importantes.
El mercado logra que esos sabuesos e interpretes de información trabajen para él ofreciendo recompensas por la información. El mercado obtiene información porque compra esa información y además lo hace a un precio tal que esa información permita optimizar la asignación de recursos.
Esto, curiosamente, es algo que muchos comentaristas de mercados o incluso especuladores de los mercados no saben. No saben que se han pasado la vida vendiendo información al mercado o no recuerdan que el mercado les haya comprado o pagado nunca por esa información. Muchos especuladores creen que lo que ellos ganan "sale" de lo que otros especuladores pierden pero esto es falso.
Cuando un especulador suministra un lote de información que el mercado valora, el mercado compra, recompensa ese información. El dinero que ese especulador gana es el precio que el mercado paga por la información que el especulador le acaba de vender al mercado. Todos los especuladores intentan tener siempre la mejor y más actualizada información posible porque saben que eso es algo bueno pero muchos no saben por qué. No saben que lo que hacen es vender constantemente información al mercado y que el mercado solo paga bien la información de alta calidad.
El mercado, una vez comprada toda esta información a precios óptimos, comprime toda esta información eliminando toda predictibilidad también de manera optima.
Yo me gano la vida diseñando máquinas y he diseñado muchas en mi vida y ni cuando empecé a interesarme por el mercado ni hoy en día me parece que diseñar, o simplemente entender, una máquina capaz de lograr esta proeza sea algo obvio o de perogrullo. Desde luego hay algo que si puedo afirmar: todos los catedráticos de economía juntos, no lograrían entender cómo funciona un mercado ni en un millón de años.
No es obvio y no salta a la vista el por qué una máquina así, como el mercado, capaz de proporcionar una variable que contiene toda la información y es a la vez completamente impredecible, podría ser útil o cómo algo tan extraño puede ayudar a la humanidad.
Explicar esto es muy complicado pero trataré de dar una idea.
El precio actual del mercado, al contener toda la información relevante que es rentable (eficiente) conseguir, establece algo así como un precio "justo", un precio que permite la distribución más eficiente de recursos que puede hacerse con la información disponible hasta este momento (y toda la información futura previsible, recordemos que el mercado se toma un esfuerzo enorme en eliminar todo vestigio de predictibilidad extrayéndola)
En este sentido proporciona a los agentes la mejor información disponible en la que pueden basar sus decisiones. (Es posible, y trivial, obtener más y mejor información que un mercado pero hacerlo no es eficiente. La mejora en las decisiones que proporcionaría esa información adicional no compensa el costo de obtener esa información suplementaria)
Otra forma de ver lo que un mercado proporciona a la sociedad está relacionada con lo previsible, con la incertidumbre y con el riesgo. Al extraer todo lo previsible e incluirlo en su precio, el mercado separa la parte previsible y determinista de los procesos económicos de la parte con incertidumbre. Esto permite extraer el riesgo de las actividades económicas y venderlo aparte.
Un agricultor por ejemplo, puede concentrarse en sus costos y productividades previsibles: semilla, salarios, tractor y vender la parte incierta de su actividad: pedrisco, semilla, sobrecosecha en un mercado donde ese riesgo es negociado y cubierto por los traficantes de riesgo (especuladores).
En el mundo real, estos procesos de producción y de consumo están exquisitamente ajustados y en cada caso, el valor a un lado y otro de la ecuación es muy parecido. Se consumen recursos por valor de 99 para crear un bien de valor 100 o se consume un bien de valor 100 para hacer desaparecer un problema o necesidad de valor -101.
Un pequeño desajuste en estos procesos los convierte fácilmente en improductivos (con productividad negativa) y hace que los que simulan ser grandes productores solo sean grandes consumidores disfrazados.
Uno de estos parásitos que se mantiene vivo por los subsidios públicos podría perfectamente consumir energía con un valor de 100.000 millones y generar a cambio de ese consumo bienes con valor de 90.000 millones. El que uno de estos monstruos sea capaz de tragar toda esa cantidad de valor solo garantizaría que estamos frente a un gran proceso de producción si estamos en un mercado libre. Si el mercado libre es suprimido, nada garantiza que los procesos de producción creen valor y ese monstruo podría ser, y normalmente es, un consumidor parásito disfrazado de productor. Su consumo de 100.000 unidades de valor conduce a la destrucción de 10.000 unidades de valor porque la productividad de este parásito es negativa.
"Parásito" no es un insulto aquí. En cualquier economía, sea de mercado o no, un "productor" que sea, en realidad, un consumidor disfrazado, no puede subsistir por si mismo porque su continua destrucción de riqueza requiere que alguien, desde fuera, inyecte constantemente esa riqueza que el falso productor necesita consumir para seguir existiendo.
Estos subsidios y subvenciones que extraen riqueza de los procesos productivos debilitándolos para mantener artificialmente la supervivencia de procesos improductivos (procesos de consumo) requieren la imposición mediante la fuerza del Estado.
Según el mercado va siendo anulado y sustituido por el intervencionismo público la economía se hace cada vez menos capaz de producir riqueza hasta que llega un punto en el que la economía, en su conjunto, destruye riqueza (y el PIB se vuelve negativo).
Si uno disfruta haciendo juegos de palabras, el "crecimiento económico" puede definirse como uno quiera. Si usted prefiere, como las autoridades, manipular las estadísticas antes que solucionar los problemas reales puede definir crecimiento económico como la máxima manipulación estadística.
A mi me interesa mucho más la realidad, la gente real y los problemas reales de la gente real que la política y toda esa panda de mediocres que manejan los hilos porque la realidad es mucho más interesante que los políticos y sus estúpidas preocupaciones.
La economía, como un proceso real en una sociedad libre es un mecanismo destinado a resolver los problemas de la gente y el tamaño de esa economía lo define la capacidad de ese mecanismo de resolver esos problemas.
La mayoría de los países occidentales no es solo que no tengan más capacidad productiva de la que utilizan sino que no tienen capacidad productiva en absoluto. La sobreproducción de una economía es una vieja falacia mercantilista heredada luego por el keynesianismo y que fue refutada hace siglos. No hay economías con demasiada capacidad de producir como no hay sistemas sanitarios con pacientes demasiado sanos.
Recuerde que lo que produce una economía son bienes económicos y los bienes económicos son soluciones. Una sociedad con una economía capaz de producir demasiado es una sociedad que se ha quedado sin problemas económicos por haberlos resuelto todos. Esto es algo que no tiene sentido, al menos en la situación actual del mundo.
Calcular el "capital de las cosas" (el valor en economía) solo puede hacerse con una máquina de calcular llamada "mercado". Este "cálculo del valor" es un problema de optimización extremadamente difícil porque el valor de cada cosa depende del valor del resto de las cosas. Solo puede encontrarse la solución resolviendo una simulación del mercado y la única forma de simular un mercado es construir el mercado a tamaño natural. Un mercado, en este sentido, es una simulación de sí mismo.
Una objeción común del socialismo a las tesis de los defensores del mercado es que es, según ellos, imposible que una economía pueda crecer indefinidamente si está limitada a un planeta finito. Esto se debe a que el marxismo si tiene una concepción material del valor económico y para los socialistas, una economía que crece debe consumir más energía o producir más desechos. La economía de mercado no dice nada de esto y niega tal objeción.
Los mercados no son n-dimensionales ni tridimensionales sino que solo tienen una dimensión que es el precio. En los premios Oscar de cine y en muchos otros campos, las cosas pueden compararse o clasificarse de muchas maneras a la vez. Una película o una ciudad puede ser mejor que otra en ciertos aspectos o desde ciertos puntos de vista y peor desde otros.
Esto es algo que no puede ocurrir en un mercado. Un mercado necesita que cada bien pueda caracterizarse completamente por un solo número (es un sistema escalar) y este número es el precio. Para un mercado dos bienes con el mismo precio son indistinguibles (en un sentido fundamental). Esta rasgo técnico tan especial es fundamental porque un mercado es un sistema de optimización de la resolución de problemas. El "algoritmo" del mercado, para encontrar la asignación optima de recursos necesita saber de forma bien definida si una asignación tiene más o menos valor que otra y eso requiere que cada necesidad humana (cada problema a resolver) sea más o menos problemático que otros y que cada bien tenga más o menos valor que otros.
Los keynesianos y otros seguidores de las falacias mercantilistas han pretendido (falsamente) haber demostrado cientos de veces que un mercado no puede ser el mecanismo de asignación de recursos óptimo o más eficiente.
El problema es que, en el mejor de los casos, sus demostraciones no se refieren a los mercados. Encuentran "modelos" y consiguen demostrar que esos modelos no son eficientes pero esos modelos en los que demuestran la ineficiencia no tienen relación alguna, ni siquiera lejana con un mercado.
El problema de fondo es que no saben qué es la economía, y mucho menos un mercado. La teoría de mercados es muy difícil y no hay en ella nada que sea ni obvio ni una perogrullada. Si alguna parte del funcionamiento de un mercado le parece una perogrullada es que no ha entendido esa parte.
Los keynesianos jamás lograrán demostrar que un mercado no es el mecanismo de asignación de recursos más eficiente, lo mismo que jamás lograrán algo tan ridículo como refutar la ley de Say. Pero no les importa, porque su trabajo no consiste en eso, ni el Gobierno les paga para eso.
La superstición keynesiana no es un intento honesto de entender y explicar la realidad sino un conjunto mediocre de estupideces pseudocientíficas que intente proporcionar un barniz de justificación a los abusos de poder y privilegios de los poderosos.
No se trata de demostrar que un mercado no intervenido y basado en la libertad no sea del todo ineficiente, sino en mostrar que la opresión, los abusos de poder y los privilegios arbitrarios del soberano están justificados para mejorar al mercado.
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La inflación que nunca llegará
El timo de la presión fiscal sobre PIB y la deuda sobre PIB