Casi ninguna cultura condena el miedo como un defecto, sólo condenan la cobardía a la hora de defender los valores patrios. A los soldados, les enseñan a sobreponerse al miedo, pero no a comprender el peligro de sentirlo.
El miedo paraliza, impide razonar con lucidez, bajo los efectos del miedo se hacen las mayores tonterías. Sólo la comprensión del peligro real de tener miedo, nos puede librar del miedo.... . no por valentía, sino como la única acción práctica que evita las funestas consecuencias de obrar bajo los efectos del miedo.
Se podría decir que, cobarde es el que ve con claridad el riesgo sin saber como afrontarlo con éxito. Valiente es aquel que conociendo muy bien el riesgo tiene una estrategia válida para salir airoso del trance. Y temerario, es alguien que se enfrenta a un riesgo sin haberlo evaluado concienzudamente y sin conocer la manera de salir bien parado del intento. Las personas temerarias, harán muy bien en no poner a prueba su suerte con demasiada frecuencia, pues a ésta se la conoce como una dama cara de ver, y extremadamente veleidosa.
La conclusión es que sólo se debería tener miedo a estar presa del pánico y no actuar con sentido común, pues los efectos producidos por tener miedo, suelen ser más peligrosos que las consecuencias de lo que se teme.
A la ausencia permanente de estos defectos que dificultan una operativa exitosa hay que llegar por la comprensión de sus peligros, por su incoherencia intrínseca, porque el mismo acto de dejarse imbuir por el miedo impide afrontar correctamente el hecho que lo ha producido.
Un operador debe ser extremadamente precavido y no debe dar nunca nada por sentado, por muy clara que sea la operación y por fiable que sea la estrategia. Pero una cosa es vigilar su posición en el mercado por si cambian las expectativas que le han llevado a operar, y otra muy distinta estar permanentemente atemorizado de que algo pueda salir mal. Poner atención y vigilar el mercado sin dar nada por sentado, es correcto. Estar habitualmente agarrotado por el temor, tener instalado permanentemente el estrés en el cuerpo y mantener constantemente acelerado el pulso y el corazón, es la manera más segura de perder el dinero y la salud.
Si cuando está operando, siente miedo y su pulso se acelera, es una señal inequívoca de que está incurriendo en alguno o varios de los siguientes errores o defectos:
1- Usa una mala estrategia, o lo que es más grave, ninguna.
2- Para que su estrategia funcione necesita que el mercado haga algo poco habitual.
3- No conoce a la perfección el mercado y el producto con los que está implicado.
4- No ha comprobado hasta la saciedad y con datos de mercado real el método que utiliza.
5- No sabe exactamente cual puede ser la máxima pérdida en el peor de los casos.
6- Está asumiendo más riesgo del que sería aconsejable para su situación financiera.
7- Está operando con un método o sistema aconsejado por otro y realmente no lo entiende del todo.
8- Inconscientemente sabe que no conoce las implicaciones de su operativa, pero no está dispuesto a reconocerlo abiertamente.
9- Le preocupa más, que las operaciones fallidas empañen su prestigio, que el agujero que provocan en su bolsillo.
10- Opera con dinero de otros, y si algo sale mal no podrá evitar la desagradable tarea de dar explicaciones.
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