A punto de cumplirse los dos años de guerra entre Rusia y Ucrania algunos nos preguntamos hasta cuando podemos permitirnos nuestra participación en un conflicto que nos cuesta una fortuna.
Hasta ahora nadie nos ha dicho cuanto nos cuesta a los españoles nuestra participación en la guerra. Al parecer es un tema del que no se puede hablar en los medios. En EEUU es algo de lo que se habla todo el tiempo. Tampoco se nos ha consultado si nos parece bien nuestra participación en una guerra en el extranjero, aunque estoy convencido que la mayoría lo apoya. Yo soy anti-intervencionista. Creo que no debería haber tropas españolas en el extranjero excepto para maniobras internacionales, y creo que las únicas guerras en las que hay que participar son aquellas en las que te atacan. El horror de la guerra es indescriptible, la peor característica de la humanidad con diferencia. Los únicos beneficiados son los vendedores de armas, los que juegan a la geopolítica utilizando las vidas y las economías de otros países, y los políticos cuyo futuro les importa más que el de su país o sus ciudadanos.
Hace casi dos años publiqué en el blog un artículo sobre la guerra de Ucrania. En él decía que una vez que las guerras empiezan no se sabe cuanto duran ni como acaban. Se está poniendo de manifiesto una vez más. Al fracaso del ataque ruso, le sigue el fracaso del contraataque ucraniano y ya nadie se atreve a pronosticar la duración del conflicto.
Hasta ahora nadie nos ha dicho cuanto nos cuesta a los españoles nuestra participación en la guerra. Al parecer es un tema del que no se puede hablar en los medios. En EEUU es algo de lo que se habla todo el tiempo. Tampoco se nos ha consultado si nos parece bien nuestra participación en una guerra en el extranjero, aunque estoy convencido que la mayoría lo apoya. Yo soy anti-intervencionista. Creo que no debería haber tropas españolas en el extranjero excepto para maniobras internacionales, y creo que las únicas guerras en las que hay que participar son aquellas en las que te atacan. El horror de la guerra es indescriptible, la peor característica de la humanidad con diferencia. Los únicos beneficiados son los vendedores de armas, los que juegan a la geopolítica utilizando las vidas y las economías de otros países, y los políticos cuyo futuro les importa más que el de su país o sus ciudadanos.
Hace casi dos años publiqué en el blog un artículo sobre la guerra de Ucrania. En él decía que una vez que las guerras empiezan no se sabe cuanto duran ni como acaban. Se está poniendo de manifiesto una vez más. Al fracaso del ataque ruso, le sigue el fracaso del contraataque ucraniano y ya nadie se atreve a pronosticar la duración del conflicto.
1. El coste del apoyo de Occidente a Ucrania
Es un hecho indiscutible que el apoyo de Occidente a Ucrania está prolongando la guerra, incrementando el número de muertos y heridos por ambas partes y la magnitud de la destrucción. Para justificarlo, uno tiene que hacer uso de principios no cuantificables o indemostrables. Es difícil apelar a la ética o a la moral cuando nuestra ayuda causa muertos, salvo que consideremos los muertos de un bando como de menor valor o más merecedores de la muerte. La suposición de que, tras Ucrania, Putin seguirá atacando países hasta atacarnos a nosotros no tiene mucha base que digamos. Putin es despreciable y asesino, pero bajo su mando Rusia solo ha agredido a países donde ciudadanos de origen ruso estaban en conflicto armado con sus gobiernos. A lo mejor, sus países vecinos con minorías rusas deberían tratarles decentemente.
Para colmo de males, la guerra de Gaza ha puesto de manifiesto una vez más la doble moral de Occidente. La muerte de decenas de niños en Ucrania es terrible y Putin un criminal de guerra, y la muerte de 10.000 niños en Gaza, el equivalente a 35 colegios llenos, se considera algo lamentable pero justificado por Occidente, dado que Netanyahu se defiende de los terroristas de Hamas. El equivalente hubiera sido bombardear el País Vasco por el atentado de ETA en Hipercor. ¿A quién le cabe en la cabeza semejante barbaridad? La población civil inocente no debe sufrir las consecuencias de la lucha contra el terrorismo. Los esfuerzos de la Unión Europea por explicar al resto del mundo no alineado que las sanciones a Rusia son parte de una nueva política global contra los agresores, para que participaran en ellas, se han revelado como un intento más de engañarles ante la falta de respuesta a las atrocidades que comete Israel.
Los datos de este artículo proceden de un instituto alemán, el Kiel Institut für Weltwirtschaft (Kiel IFW), o Instituto Kiel para la economía mundial. Una institución independiente (think tank) entre las 15 mejores del mundo en materia económica. Los datos van desde el inicio de la guerra en febrero de 2022 hasta octubre de 2023.
Hasta esa fecha la contribución internacional a la guerra de Ucrania ha sido de 234.000 millones de €, 1,4 veces el PIB de Ucrania, que de hecho está creciendo pese a la guerra. Mientras los soldados mueren las élites se enriquecen, es una historia muy vieja. El enriquecimiento de algunos durante una guerra debido a la ayuda internacional también se vio a gran escala en Afganistán.
Por orden de importancia de quien paga esta guerra sin participar en ella:
- La Unión Europea y los países que la forman han contribuido 125.650 millones de €.
- Estados Unidos ha contribuido 71.380 millones de €.
- El Reino Unido y la Commonwealth han contribuido 19.780 millones de €.
- Noruega, Suiza e Islandia han contribuido 9.640 millones de €.
- Japón y Corea del Sur han contribuido 7.350 millones de €.
La contribución se divide en tres categorías, que en miles de millones suma: financiera, 125,6; militar, 92,5; y humanitaria, 15,8.
2. El coste de la guerra para España
Mediante acuerdos bilaterales, España ha aportado a Ucrania 524 millones de € de ayuda financiera, 338 millones de ayuda militar y 80 millones en ayuda humanitaria. En total 942 millones de €.
Pero el grueso de la ayuda de España viene de su participación en la ayuda financiera y humanitaria de la Unión Europea, que como tal no dispone de armamento para prestar ayuda militar. El porcentaje de España en la ayuda de la UE es del 11,9%, a lo que hay que añadir la participación en la ayuda que prestan el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz (EPF) y el Banco Europeo de Inversiones (EIB). Mediante estas ayudas multilaterales España ha aportado al esfuerzo de guerra de Ucrania 9.870 millones de €.
En total España ha gastado 10.811 millones de € en la guerra hasta octubre de 2023, lo que equivale a un 0,8% de su PIB de 2021. Nos estamos dando un capricho muy caro, al menos en mi opinión. Otros lo verán como un gasto necesario para... [rellenar aquí la opinión favorita]. Lo que está claro es que es un gasto que no repercute en una mejora de la calidad de vida de los españoles. Es más, dado que las sanciones occidentales contribuyen al encarecimiento de la energía, podríamos decir que de hecho empeora la calidad de vida de los españoles.
Para que nos hagamos una idea, hemos gastado en Ucrania en un año y medio más o menos el gasto estatal de un año en defensa o protección del medio ambiente, y el doble de lo presupuestado por el gobierno para vivienda, un problema muy serio para muchos españoles y residentes extranjeros. Y el resultado de esta inversión es una pila creciente de muertos y heridos, el destrozo cada vez mayor de las infraestructuras ucranianas y el beneficio obsceno de la industria armamentística y algunos oligarcas corruptos.
3. ¿Hasta cuando?
Es obvio que Occidente no puede mantener indefinidamente un gasto tan importante en algo con tan escaso rendimiento mientras la economía empeora y las necesidades de sus sociedades aumentan. Se acaba de saber que la economía alemana se contrajo un 0,3% en 2023 y las perspectivas para 2024 son incluso peores. Pero también está claro que si la ayuda cesa, Ucrania perderá la guerra. Además, Occidente habrá de gastar una cantidad nada desdeñable en la reconstrucción de Ucrania, cualquiera que sea el resultado de la guerra.
Hay indicios de que Occidente se está cansando de financiar la sangría. La guerra de Gaza complica la situación de Ucrania y mejora la de Rusia a nivel internacional. En EEUU los republicanos están bloqueando un paquete de medidas de seguridad de 110.000 millones de $ que incluye 61.400 para Ucrania, 14.000 para Israel y 14.000 para fronteras. Demandan un endurecimiento de la política migratoria. Lo más probable es que se llegue a un acuerdo, pero los republicanos están cambiando su posición respecto a la guerra de Ucrania. Esto se debe en parte a que la mayoría de los norteamericanos (55%) se opone a las ayudas y entre los republicanos la oposición sube al 71%. Entre los demócratas el 62% favorece aumentar las ayudas. Con las elecciones de este año, está claro que la aprobación de las ayudas a Ucrania se va a convertir en un problema. Entre los republicanos pesa mucho la posición de Donald Trump, que es contrario a que la guerra continúe. Entre los otros candidatos republicanos a la presidencia Ron DeSantis comparte la posición de Trump.
El papel que cumplen estos republicanos lo cumple en la Unión Europea el presidente de Hungría, Viktor Orban. Hungría es partidaria de mantener buenas relaciones con Rusia, piensa que la ayuda solo prolonga la agonía y como uno de los países más pobres de la UE, no es partidaria de la entrada de Ucrania, que reduciría los fondos que recibe. En diciembre, Hungría vetó un paquete de ayuda de 50.000 millones de €. El paquete se terminará aprobando, pero Hungría quiere que las ayudas se aprueben anualmente en vez de para varios años y quiere garantías sobre la liberación de los fondos de Hungría, porque la UE retrasa los fondos para presionar a los países que se apartan de la línea política común. En cualquier caso, la UE tiene mecanismos para proporcionar ayuda financiera a Ucrania que no requieren de un voto unánime. La ayuda militar la proporcionan los países, no la UE.
La ayuda a Ucrania es muy variable mes a mes, pero analizada por trimestres desde que comenzó la guerra muestra algo curioso. La ayuda en el último trimestre del que hay datos, de agosto a octubre de 2023, tras el fracaso de la contraofensiva ucraniana, es la de menor cuantía de los siete trimestres.
Esto no implica que la ayuda esté cayendo en picado, pero unido a la reticencia de muchos republicanos de EEUU y a los desacuerdos internos de la UE reduce las posibilidades de que en 2024 Ucrania realice una contraofensiva de magnitud similar a la de 2023. Mientras, Rusia está incrementando su esfuerzo de guerra. Dedica a ello el 29% de su PIB y está aumentando su producción de tanques, drones y aviones. Prueba de ello es que han aumentado los ataques sobre Kiev, que se habían vuelto infrecuentes.
4. El fin de la guerra
Como decía en mi artículo de hace dos años, Putin nos tiene tomada la medida. Los rusos aguantarán mucho más que nosotros. Aunque fue desmentido inmediatamente, el jefe de gabinete del secretario general de la OTAN, Stian Jenssen, dijo en agosto que Ucrania podría tener que ceder territorios a Rusia como condición para su entrada en la OTAN. Ello indica que, tras el fracaso de la contraofensiva del verano, se ha instalado en la OTAN la opinión de que Ucrania no podrá ganar esta guerra si la victoria implica recuperar su integridad territorial.
Zelenski ha ido a Davos, a la reunión anual del Foro Económico Mundial, con un plan de paz de 10 puntos que incluye la integridad territorial de Ucrania, incluida Crimea, y el juicio a los responsables del ataque ruso por crímenes de guerra. Rusia lo ha calificado de absurdo.
El 63% de los rusos apoya la guerra en Ucrania y Putin será reelegido sin oposición, mientras Ucrania pospone indefinidamente sus elecciones. Zelenski, por vez primera, ve crecer la oposición interna a como se está llevando la guerra, tanto por parte del comandante en jefe de sus fuerzas, Valery Zaluzhny, como por parte de la población que se resiente de una movilización que cada vez implica a más de sus ciudadanos sin que las perspectivas mejoren. Zaluzhny es muy popular y en caso de presentarse a unas elecciones probablemente las ganaría. Ya ha habido rumores desmentidos de que el ministro de defensa planeaba destituirle.
Mientras, la guerra va a entrar en su tercer año y nadie sabe cuanto va a durar, como va a acabar ni cuanto nos va a costar.