Dicen que España va a ser uno de los países más gravemente afectados por el cambio climático, y si se implementa el Pacto Verde de la UE esa predicción se convertirá en realidad.
Precisamente fue un filósofo alemán, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, quien astutamente observó que lo único que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia. Otra alemana, Ursula von der Leyen, ha decidido demostrar una vez más que su compatriota tenía toda la razón. Europa se dispone a embarcarse en el mayor experimento de economía dirigida desde los planes quinquenales de la Unión Soviética que condujeron a su colapso económico, o desde el Gran Salto Adelante de Mao que se saldó con 24 millones de muertos y la completa destrucción de la economía china.
El nuevo salto adelante de la economía europea ha sido calificado por su megalomaníaca impulsora como "el momento hombre-en-la-Luna europeo". Para llorar de risa si no fuera porque estoy entre los que lo van a pagar y sufrir. Quien pudiera hacerse británico, pero tarde. El borrador del pacto fue filtrado a finales de Noviembre y tras algunas modificaciones inducidas por grupos de presión presentado el 11 de Diciembre en Bruselas.
1. El Pacto Verde Europeo
Consiste en una serie de propuestas en siete ámbitos de actuación destinadas a convertir Europa en climáticamente neutral (sic) en 2050. El objetivo para 2030 es reducir las emisiones en un 50 o incluso 55 % con respecto a 1990 en vez del 40 % acordado en 2014. Para 2020 la Unión Europea se había comprometido en 2007 a reducir un 20 % sus emisiones y se ha obtenido un rotundo éxito. La reducción del 20 % se va a cumplir y para ello solo hubo que dañar gravemente la economía en la Gran Crisis Financiera de 2008 seguida de la Crisis de Deuda Europea de 2010-2013, endeudarnos por varias veces lo que podríamos pagar en nuestras vidas y tener al Banco Central Europeo imprimiendo papelitos como loco todas las noches. ¿A qué esperamos? Hacia la victoria sin vacilar.
Figura 1. Emisiones de gases de invernadero (en negro) en equivalentes de CO2 expresadas como porcentaje respecto a 1990 de la UE (línea gruesa) y de España (línea fina). Compromisos previos de reducción de emisiones (en azul) y compromisos del nuevo Pacto Verde Europeo (en verde). Evolución del valor de la economía de la UE en Paridad del Poder Adquisitivo (en rojo) expresado como porcentaje de la economía global. Datos de Eurostat y Full Fact.
El peso de la economía de la UE desciende en el mundo a un ritmo similar al que lo hacen sus emisiones, y ¿quien está incrementando su peso económico? El que más incrementa sus emisiones. China ya emite el 30 % del CO2 mundial y sus emisiones siguen creciendo rápidamente. Al parecer la UE, encantada con esta evolución, ha decidido echar una carrera hasta el fondo. Para qué prolongar la agonía si nos podemos hundir mucho más deprisa.
Si Ursula nos dice que entre 2020 y 2030 se van a reducir las emisiones un 50 % más de lo que se redujeron entre 2007 y 2017 yo me lo hago en los pantalones. No me asustaban tanto desde que me escapé del colegio para ver "Alien, el octavo pasajero" en una matinée con el cine vacío. Esa sí que es una previsión económica catastrófica.
Y un pequeño problema para España: Mientras la media europea está en el 78 % de las emisiones de 1990, la nuestra está en el 122 %. Nosotros hemos reducido tanto como el que más, como demuestra el penoso estado de nuestra economía, pero tenemos la mala suerte de que nuestra economía llegó tarde al crecimiento y crecimos mucho en los 90 y 2000. Esa referencia en 1990 nos viene francamente mal y garantiza una dosis de sufrimiento extra que solo disfrutaría el Marqués de Sade. Nos estamos apuntando a una fiesta que en buena medida va a ser a costa nuestra y no solo no protestamos, sino que somos de los más entusiastas. Pero bueno, al final para 2050 todos tendremos que aguantarnos hasta los pedos para no emitir nada.
Ursula pretende que el objetivo de una Europa descarbonizada para 2050 sea irreversiblemente codificado en una Ley del Clima que se presentará en Marzo de 2020. ¿Cómo se va a conseguir esa reducción si hasta ahora todas las reducciones de emisiones han venido vía crisis económica?
2. Las medidas
El pacto está de momento vacío de contenidos que se irán proponiendo a lo largo de 2020. Para el ámbito de la energía se habla de cosas que requieren fuertes inversiones pero que no generarán reducciones de emisiones por si mismas, como la interconexión de los sistemas energéticos, la capacitación de los consumidores, la cooperación transfronteriza, y otras que tendrán un efecto relativamente pequeño a un coste muy alto, como la modernización de infraestructuras o impulsar la eficiencia energética. Las únicas fuentes de energía que se mencionan son la eólica marina y la descarbonización del gas. La impresión que uno se lleva es que no hay un camino claro para descarbonizar la energía, especialmente si se ignora la vía nuclear que divide fuertemente a los países de la UE. La integración de una gran cantidad de energías renovables intermitentes crea un serio problema a la red de distribución, como se está viendo en Australia y California. Cambiar o adecuar la red de distribución requiere una inversión fortísima que no nos va a dar más energía o una energía a menor precio.
En el apartado de la industria sostenible hacen hincapié en la economía circular. Nada que objetar a que se reduzca, recicle y reutilice, pero como alguien que tiene ya seis tipos distintos de basura en casa (orgánica, envases, papel, vidrio, punto limpio y resto), soy muy consciente que el reciclado depende de la educación y civismo de la gente y ahí tenemos un hueso duro de roer que no permitirá avances espectaculares. Por si fuera poco el reciclado ahorra materiales pero tiene un consumo energético y de agua que a menudo supera al del fabricado original. Seguiremos avanzando, pero no cabe esperar una reducción de CO2 por este lado. En este apartado industrial el verdadero ahorro ha venido por la deslocalización de nuestra industria (que no cambia las emisiones a nivel global), y mucho me temo que más directrices europeas solo conseguirán que se vaya la que queda. Alcoa va a cerrar su última planta porque la energía le sale demasiado cara y porque no puede hacer frente a los pagos de emisiones de CO2, las dos causas como consecuencia de la política europea de reducción de emisiones, que no tendrán efecto sobre el clima pero vaya si lo tienen sobre el trabajo de la gente.
El sector de la construcción puede que esté contento. Que la normativa de eficiencia energética se endurezca encarece la vivienda y los edificios, y puede hacer que se venda menos, pero es un coste que se repercute. Y el Pacto Verde promueve la inversión en adaptación y renovación. Eso, si se lleva a cabo a una escala que tenga impacto en las emisiones, significa una inversión grandísima para un beneficio limitado que habrá que ver si se puede pagar.
El transporte es una de las madres del cordero, dado que genera un 24 % de las emisiones totales. Dentro del transporte un 72 % corresponde al transporte por carretera y el resto se reparte entre el transporte marítimo y la aviación. Nos dicen que la implementación del Cielo Único Europeo reducirá las emisiones un 10 % y no se lo creen ni ellos. Lo único que puede reducir las emisiones es una reducción del número de vuelos. ¿Queremos eso? Pues al parecer sí, porque las medidas incluyen expandir los derechos de emisión en el transporte aéreo y marítimo. Eso es un impuesto adicional a todo el mundo que hará más caros los viajes, las exportaciones y las importaciones. Nuevo daño a la economía, particularmente a un país como el nuestro que depende de un turismo que viene fundamentalmente por avión. Gracias Europa. También van a recaudar más mediante un nuevo sistema de tarificación vial europeo. Además son conscientes que el verdadero recorte a las emisiones ha de venir de limitar el transporte por carretera, fundamentalmente de vehículos privados. Van a endurecer las normas de emisiones, y ya sabemos como funciona eso. Los fabricantes ante el daño que supone la pérdida de prestaciones y el encarecimiento de los vehículos tomaron la desesperada decisión de mentir. Las emisiones no se reducen simplemente porque se legisle. Se está llegando al límite de lo que la tecnología permite a un coste razonable y a partir de ahí los coches se vuelven más caros y con menos prestaciones. Bueno, así se acercan a los vehículos eléctricos que también son más caros y con menos prestaciones. El pacto contempla llegar al millón de puntos de recarga en cinco años y a los 13 millones de vehículos eléctricos para 2030. Para ello cada año se tienen que vender dos veces y media la cantidad de vehículos eléctricos que existen. No va a pasar. En cuanto a los puntos de recarga tienen un problema serio y es que cada uno de ellos tira de la electricidad más que un grupo de casas, y si en una ciudad, el entorno más favorable para los eléctricos, instalas puntos de recarga para un 10 % de los coches que actualmente circulan, ya puedes ir cambiando toda la red eléctrica y añadiendo fuentes de energía bajo demanda. Una inversión brutal a la que no es fácil verle un retorno y que habrá que sufragar vía incremento del coste de la electricidad. Recordemos que los impuestos sobre la electricidad son el 22 % de la factura, pero sobre la gasolina son el 48 %, así que cada coche que se sustituye supone una pérdida de ingresos para el estado que tendrá que ser suplida por todos, tanto si conducen como si no.
La estrategia de biodiversidad del Pacto Verde parece centrada en plantar árboles y mejorar los espacios urbanos. Fantástico, nadie se opone a los árboles, pero eso no reduce emisiones. Podemos engañarnos al solitario y decir que las compensa, pero no es lo mismo. Al final seguro que supone subvencionar a Ikea.
En alimentación la UE hace la pequeña trampa de contabilizar los subsidios al campo como política medioambiental. Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía. La estrategia "De la granja a la mesa" del Pacto Verde eleva la parte del presupuesto agrícola y pesquero que debe contribuir a la lucha contra el cambio climático. ¿Esto cómo se come? Fomentar la agricultura ecológica es fantástico pero reduce la producción y encarece los alimentos, y nadie ha demostrado todavía que la comida ecológica sea más sana que la otra (y desde luego mata más), a pesar de ser una creencia generalizada. Se han hecho muchísimos estudios y el resultado es siempre que no hay diferencias nutritivas. La ventaja es para el entorno, no para nosotros. Y la diferencia de emisiones está en el uso del suelo, bosques frente a pastos o granjas, no en si se usa un tipo de agricultura u otro. Por otra parte el campo está hasta las narices de que se le victimice con la excusa del cambio climático con los problemas que tienen. Recientemente ha habido tractoradas en Paris, Dublin, y La Haya, donde 2.200 tractores provocaron el mayor colapso circulatorio desde que hay datos. En España también Zaragoza ha tenido una tractorada. Protestan contra el precio de los combustibles, contra la extensión al campo de las tasas al carbono, y contra la victimización de la ganadería como responsable del cambio climático. El regular las emisiones de la ganadería conllevaría un fuerte daño al sector y un encarecimiento de los precios de la carne. Pero el problema es que para reducir drásticamente esas emisiones hay que reducir drásticamente ese sector, en un momento en que a los políticos se les llena la boca sobre el problema de la España vaciada sobre la que están a punto de descargar más golpes.
El último ámbito de actuación es sobre la contaminación. De nuevo todos estamos de acuerdo en reducir los contaminantes del agua, el aire y el suelo, pero de nuevo esto es marear la perdiz con respecto a las emisiones de CO2. Luchar contra la contaminación no reduce significativamente las emisiones.
3. ¿Cuanto cuesta la fiesta y quien la paga?
De eso no quieren hablar mucho. La cifra que mencionó Ursula en la presentación del Pacto fue de 260 mil millones de euros adicionales al año, un 1,5 % del PIB de la UE en 2018. Para que nos hagamos una idea eso supone elevar el gasto a 320 mil millones de euros al año, una cuarta parte del presupuesto total de la UE. Obviamente como en cualquier megaproyecto las estimaciones iniciales siempre se revelan como ridículamente inadecuadas, y si ya el presupuesto inicial es de más de 3 billones de euros para 2030 la pregunta es si nos hemos vuelto locos. ¿Alguien ha hecho un estudio de coste/beneficio de todo esto?
¿Y de dónde va a salir ese dinero? Según dicen una combinación de dinero público, préstamos y dinero privado. Christine Lagarde aterrizó en el Banco Central Europeo diciendo que consideraba una prioridad para el BCE hacer del cambio climático una "misión crítica", pero se ha encontrado con resistencia. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, que está en el consejo del BCE le dijo que de eso nada, pero ya veremos si el BCE empieza a comprar bonos verdes como loco. Así que han decidido que la parte pública la financie el Banco de Inversiones Europeo (EIB). Ya en Julio cuando fue elegida Ursula dijo que iba a convertir al EIB en un banco climático, eliminando la inversión en combustibles fósiles y movilizando un billón de euros en diez años para financiar el Pacto Verde. Europa depende en tres cuartas partes del gas importado de fuera de la UE. Ya veremos que tal resulta lo de no invertir en algo que es absolutamente esencial.
Pero claro, los países del Este no quieren préstamos que les endeuden más sino pasta, y eso va a suponer un grave problema porque los contribuidores netos no quieren poner más dinero. Ursula va a crear un "Fondo de Transición Justa" (JTF) para no dejar a nadie atrás que va a contar con 100 mil millones de euros, pero que a pesar de haberse triplicado desde el borrador es patéticamente insuficiente. McKinsey estima que Polonia debe invertir hasta 2050 al menos 150 mil millones solo en generación de energía, y la lista de inversiones que ha enviado Polonia al EIB suma 570 mil millones solo hasta 2030. Más de cinco veces el fondo para un solo país. Por eso Polonia no firma, porque no ve de donde va a salir el dinero para cumplir con lo que le van a exigir. Y qué decir del dinero privado. Ese solo aparece para obtener beneficios por lo que en vez de reducir el coste del Pacto lo va a incrementar, al menos para nosotros, y con el capitalismo de amigos que se está instalando en la UE lo incrementará mucho.
Para el periodo 2021-2027 el nuevo presupuesto de la UE contempla una reducción de las aportaciones nacionales al 1,07 % del PIB frente al 1,11 % inicialmente propuesto. Si el dinero sale de ahí podemos esperar que la inversión en investigación, los subsidios agrarios, los fondos de cohesión y todo el resto de los capítulos en los que la UE se gasta los fondos sufrirán una reducción drástica. Los salarios de los burócratas y políticos de la UE por supuesto habrá que subirlos como siempre. Ursula solo menciona una forma de obtener el dinero y es extender el Sistema de Comercio de Emisiones al transporte por carretera, marítimo y aéreo, y a la industria de la construcción. Solo la extensión al transporte marítimo y aéreo puede recaudar 26 mil millones de euros en los próximos diez años. Ese dinero obviamente nos lo van a sacar a nosotros a través de un incremento del precio de los combustibles, los pagos de vías, los billetes de avión y el incremento del precio de los productos que importamos y exportamos. Nuestra economía va a sufrir esa sangría y en el caso de España doblemente porque vivimos del turismo que se hará más caro y vendrán menos turistas, de la agricultura que se volverá menos competitiva, y de la industria del automóvil que ya se está contrayendo y lo hará más deprisa.
Ursula tiene la idea de que se puede evitar que Europa se siga volviendo cada vez menos competitiva (ver figura 1, curva roja) mediante la implementación de un mecanismo de tasas de frontera del carbono para proteger los negocios europeos de la competencia injusta con firmas extranjeras que contaminan. Espera introducir ese impuesto en 2021 siguiendo las normas de la Organización Mundial del Comercio. Yo no acierto a ver como introducir impuestos adicionales en la Eurozona y elevar barreras comerciales mediante impuestos proteccionistas puede tener otro resultado que dañar la economía. Obviamente reducirá el comercio de la Eurozona con el resto del mundo, no lo va a incrementar, y el mayor daño será para nosotros que encima nos subimos los impuestos sobre lo que nos vendemos a nosotros mismos.
El Pacto Verde está diseñado para hacernos más pobres más deprisa y constituye un auténtico torpedo bajo la cada día más debilitada línea de flotación de la UE. Yo he sido un europeísta convencido toda mi vida, pero la locura de los burócratas de la UE me resulta cada vez más difícil de digerir y entiendo perfectamente a los británicos, a los que conozco bien por haber vivido años en ese país, que cada vez están más convencidos de salirse y no le vean el sentido a mantener una casta inelecta de burócratas produciendo leyes absurdas cada día para justificar sus inflados sueldos y decidiendo hasta la potencia que deben tener sus calentadores de agua para el té. Enough is enough. A Europa le importa una higa nuestros problemas más graves, nos tienen cogidos por los mismísimos con la deuda, y nos van a hacer tragar con una legislación climática que nos va a perjudicar particularmente sin dejarnos siquiera opinar al respecto. Aunque estoy seguro que si nos dejaran opinar estaríamos encantados con hacernos el harakiri climático, así de gilipollas somos.
4. Las verdades del barquero
El Pacto Verde es irrealizable. Es imposible descarbonizar la economía a ese ritmo sin hundirla y que haya una revuelta social masiva. Hay partes de la economía que son complicadísimas de descarbonizar. Davis et al. 2018 muestran que casi un tercio de la producción de CO2 no es susceptible de reducirse sin la implementación de tecnologías no disponibles o la movilización de recursos masivos (figura 2). Para reducir las emisiones un 30 % adicional (con respecto a 1990), los dos tercios restantes de la producción de emisiones deben recortarse en más de la mitad para 2030. Como decía el torero Rafael Guerra, lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.
Figura 2. Sectores de la economía difíciles de descarbonizar (en color intenso) en porcentaje sobre los datos de emisiones globales de 2014 en A y en gigatoneladas de CO2 en B. A nivel europeo el transporte de larga distancia (>160 km) por carretera es muy superior al del resto del mundo. Fuente: Davis et al. 2018.
En el Pacto Verde no hay nada nuevo. Mucha palabrería sobre reducir la contaminación, economía circular, integraciones, interconexiones, capacitaciones y demás zarandajas, pero las medidas que realmente reducen las emisiones se cuentan con los dedos de las manos y sobran dedos. Por una parte aumentar los impuestos hasta la muerte de todo lo que emite, que no por casualidad es todo lo que nos sustenta económicamente. Por otra parte doblar la apuesta de las renovables que tan bien ha funcionado hasta ahora en encarecer nuestra electricidad. Los paneles solares tienen rendimiento negativo en la mayor parte de Europa (aquí por lo menos producen). La apuesta por la eólica marina no va a resultar muy bien. Es un ambiente muy duro que dispara los gastos de mantenimiento y reduce la esperanza de vida de los aerogeneradores considerablemente. La eliminación de los vehículos de combustión es problemática y apunta directamente al corazón de la industria alemana. Las medidas destinadas a que renovemos el parque móvil son de dudosa eficacia si no son coercitivas y si lo son aumentarán la agitación social. Puesto que hay pocas medidas que realmente reduzcan la producción de emisiones, cabe pensar si se las guardan para no soliviantarnos antes de tiempo, o si se trata de un elaborado paripé para hacer ver que se ha intentado y fallado.
El Pacto contempla que el 75 % de las mercancías por carretera se pase al ferrocarril. Esto es imposible de hacer sin inversiones masivas y sin una disrupción del transporte de pasajeros por ferrocarril. El sistema de ferrocarril norteamericano fue diseñado para el transporte de mercancías, mientras que el europeo lo fue para el de pasajeros. La longitud media de los trenes de carga norteamericanos es de 2 km y los más largos sobrepasan los 6 km. En Europa la longitud máxima de los trenes es de 750 metros y la altura máxima de los vagones es un 30 % más baja. El sistema norteamericano es mucho más eficiente energéticamente porque los trenes de pasajeros cuando van casi vacíos son extremadamente ineficientes, mientras que los de carga siempre van llenos o no van. No se pueden poner muchos trenes muy cargados en las vías europeas que van más lentos sin quitar trenes de pasajeros, a mansalva. Y además se requieren inversiones milmillonarias en la estructura viaria para reforzar y enderezar las vías y adecuar puentes y túneles.
La insistencia en el automóvil eléctrico cuando la gente no lo quiere y no se lo puede permitir va a resultar en una desestabilización de la red eléctrica si se venden suficientes y en un montón de gente que va a perder la calidad de vida que proporciona la libertad de movimientos de tener un vehículo propio. Vamos a cambiar el coche por el no-coche y los privilegiados andarán en un coche eléctrico que les habremos pagado entre todos los que nos hemos quedado sin coche.
El coste del Pacto Verde es inasumible. La economía europea no está en condiciones de financiar el Pacto Verde; y emitir cantidades obscenas de deuda en la quimera de arreglar un clima que no necesita arreglo, sin que nadie sepa si se va a enlentecer la subida del nivel del mar o reducir la velocidad de calentamiento de forma significativa, es una absoluta locura. Los peces que no se pescan río arriba se pescan río abajo, y el CO2 que no emitamos nosotros lo van a emitir otros. La idea de que les vamos a dar ejemplo haciéndonos el harakiri económico es absurda. Les vamos a dar ejemplo de lo que no hay que hacer y luego harán de nosotros lo que quieran porque estaremos devastados económicamente solo de intentar un imposible.
Si se insiste en llevar el Pacto Verde adelante contra viento y marea la Unión Europea está acabada. Siendo realistas el plan naufragará porque los que ponen más pasta se negarán a pagarlo y los que reciben más pasta se negarán a pagarlo, y al final se hará la mitad de la mitad y aún así el daño económico será inasumible. Nuestro gobierno no nato parece de los más entusiastas y es porque nadie en este gobierno sabe hacer unas cuentas bien hechas y les importa un rábano la situación económica del país a diez años vista.
La parte más divertida es que la justicia europea es impredecible, y como todo el mundo se ha hartado a decir sin evidencia alguna que el cambio climático es peligrosísimo el Tribunal Supremo Holandés ha obligado al gobierno a reducir las emisiones de Holanda en un 25 % de lo que eran en 1990 para 2020 por una demanda que presentó una pequeña ONG en 2013. El tribunal considera que eso es el mínimo exigible. Son las consecuencias no intencionadas del alarmismo oficial. El gobierno está conmocionado porque Holanda está solo un 14 % por debajo de 1990 en sus emisiones. Entre las medidas que barajan está deshacerse de buena parte de su gran cabaña porcina, justo cuando la peste porcina ha acabado con la mitad de los cerdos del mundo y su precio se dispara, cerrar todas las centrales de carbón, reducir el máximo de velocidad de los coches, apagar antes el alumbrado público, poner impuestos a la circulación en las ciudades, todo ello en unos pocos meses. Hay para comprarse un paquete grande de palomitas a ver que tal les va.
Feliz Navidad, y si los reyes os traen carbón guardadlo, que nunca se sabe.